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La gira europea del procónsul de Bush para Cuba
PASCUAL SERRANO
La
previsión de que el próximo mes de junio el Consejo de la Unión
Europea aborde el mantenimiento de la congelación o la eliminación
definitiva de las sanciones impuestas a Cuba en el 2003, fruto del
idilio entre Aznar y Bush, ha despertado las alarmas en Washington.
EE.UU. también observa con preocupación que las relaciones entre
Cuba y la UE se estrechen todavía más en la Cumbre UE-América
Latina, que se celebrará en Lima este mes de mayo.
De ahí que la Casa Blanca haya enviado de gira por Europa a su
hombre para Cuba. Se trata de Caleb McCarry, nombrado por George
Bush en julio del 2005, en el denominado Plan para la Transición en
Cuba, procónsul para la Isla, algo así como aquel Paul Bremen que
designaron para Iraq.
McCarry cumple sin duda las condiciones para la misión: es hijo
de un agente de la CIA, trabajó en la oficina del senador Jesse
Helms, quien fuera copatrocinador de la ley que agudizó el bloqueo
contra Cuba; y ya puso en práctica sus dotes de desestabilizador en
Haití, donde se encargó de canalizar el dinero del Partido
Republicano para derrocar a Jean Bertrand Aristide. Algo similar
pretenden ahora con Cuba, donde McCarry ya ha recibido 60 millones
de dólares para su "transición", que se suman a otros 200 millones
anteriormente presupuestados. De ahí que Cuba considera que el mero
nombramiento de McCarry viola el Derecho Internacional y la Carta
fundacional de las Naciones Unidas en la medida en que tiene como
objetivo un cambio de sistema en un país soberano con un Gobierno
elegido democráticamente.
Zapa y
Presión
La gira de McCarry comenzó el 10 de abril e incluyó Berlín,
Bruselas, Oslo, Estocolmo y Madrid, si bien, a diferencia de otras
ocasiones, la tónica dominante ha sido una discreción rayana con la
clandestinidad, puesto que en algunos casos sus visitas no fueron
anunciadas ni publicitadas. Esto confirma que se trataba de una
labor de zapa y presión, más que de llevar a la opinión pública
europea a una posición de enfrentamiento contra Cuba, que saben de
antemano que no tendrá acogida por la ciudadanía de ese continente.
El objetivo de Cuba como elemento fundamental de su agenda lo
reconocía ya un portavoz del Ministerio alemán de Relaciones
Exteriores, quien calificó la visita de "encuentro ordinario", si
bien desvelaba que se tratarían "temas latinoamericanos en general y
cubanos en particular".
En Estocolmo, McCarry se reunió en la embajada estadounidense con
los grupos anticubanos suecos receptores de fondos de la
Administración Bush. Todo hace pensar que los recientes escándalos
financieros protagonizados por los grupos de Miami por el uso
indebido de las millonarias ayudas de la USAID (la agencia federal
estadounidense que distribuye fondos con intencionalidad política
bajo coartada de solidaridad), provocarán que, cada vez más, la
Administración estadounidense mire a las organizaciones
contrarrevolucionarias europeas como destinatarias adecuadas para
esos fondos. Esto ya ha provocado los primeros codazos entre estos
grupos: mientras el director de la revista Misceláneas de Cuba,
Alexis Gaínza, intentaba hacer méritos ante McCarry, anunciando y
entregándole ejemplares de su revista, donde se incluía una
entrevista con el procónsul, el director de CubaNuestra, Carlos
Manuel Estefanía, criticaba la ausencia en la reunión de la embajada
de otro editor de una revista anticubana, Guillermo Milán. Y es que
parece que si en Miami por cada contrarrevolucionario hay una
organización, en Suecia hay una organización y además una revista,
probablemente con el único objetivo de que la conozca la USAID.
Casualmente, durante la gira de McCarry, su gran valedor en
Europa, el checo Vaclav Havel presentó en Bruselas la Fundación
Europea para la Democracia que, dice, busca impulsar la democracia
fuera de la Unión Europea, "desde el Tíbet hasta Cuba". O quizás,
deberían haber dicho, solo en el Tíbet y Cuba, es decir, dos
regiones a intervenir para golpear a países que no se pliegan a
Estados Unidos. Le acompañó el presidente de la Comisión Europea,
José Manuel Durão Barroso, quien también ejerció de anfitrión en la
Cumbre de las Azores, donde Bush, Aznar y Blair anunciaron también
su particular "democratización" de Iraq.
Pantalla de la intervención
La Fundación no ha ocultado que tiene como estrategia prestar
"asistencia financiera para apoyar la oposición interna contra
regímenes dictatoriales o activistas de países donde las libertades
son frágiles". Entre los primeros incluyen a Cuba, y entre los
segundos a Bolivia y Ecuador. También reconocen que esperan
financiarse de los gobiernos de la UE y la Comisión Europea, además
de fundaciones privadas, sin duda promovidas por esas
multinacionales que tan molestas están con las políticas de
recuperación de los recursos naturales que promueven los gobiernos
progresistas latinoamericanos. Havel precisó que "no se trata solo
de apoyo económico, también necesitan ayuda intelectual, política y
de los medios de comunicación". Parece que el apoyo ciudadano y
popular es irrelevante en su modelo democratizador, solo necesitan
dinero, gobiernos y grupos de comunicación.
En Madrid, la presencia de McCarry se desarrolló prácticamente en
la clandestinidad; incluso el conservador ABC la calificó de
"desapercibida" y de "diplomacia discreta". En la capital española
se reunió con Javier Sandomingo, director general de Iberoamérica;
el embajador estadounidense en España, Eduardo Aguirre; el
contrarrevolucionario Carlos Alberto Montaner, acusado por el
Gobierno cubano de participar en acciones terroristas contra Cuba, y
el empresario cubanoamericano Leopoldo Fernández Punjals, fundador
de Telepizza, quien vendió en 1999 su participación, embolsándose 50
000 millones de pesetas de las de entonces, dejando su cotización
con una caída del 50% del precio de las acciones y sin repartir
ningún dividendo entre el resto de los accionistas.
Plan
para la anexión
Cualquier analista reconocerá que el discurso de EE.UU. sobre los
derechos humanos y Cuba es solo una coartada para tomar el control
de la Isla. El denominado Plan para la Transición en Cuba es un
despropósito que burla la Carta fundacional de las Naciones Unidas
en la medida en que tiene como intención derrocar a un Gobierno
soberano. Un Plan que, como ha denunciado el Gobierno cubano,
contiene un anexo secreto que evidencia métodos preocupantes, que se
reserva la Casa Blanca para conseguir sus objetivos. Y en cuanto a
la parte "bondadosa" del Plan, tiene promesas tan ridículas como
alfabetizar a los cubanos —un pueblo que está alfabetizando a
decenas de países— o vacunar de sarampión, en un país donde se
erradicó esa enfermedad hace décadas y donde la incidencia de la
enfermedad es más baja que en Estados Unidos.
Ante los silencios sobre los resultados de la gira de McCarry por
Europa, solo el tiempo dirá si la UE de verdad tiene la firme
decisión de adoptar una política propia e independiente hacia Cuba o
seguirá aceptando las presiones y chantajes de Estados Unidos. El
Gobierno de la Isla ha demostrado que no tiene ningún problema para
abordar una discusión sobre los derechos humanos con Europa. El
Gobierno español lo pudo comprobar en abril del pasado año tras una
reunión de su Ministro de Exteriores con el Presidente entonces en
funciones, Raúl Castro. Tras aquel encuentro, los dos ministros de
Exteriores difundieron un comunicado conjunto donde se acordaba
"establecer un mecanismo bilateral de consultas políticas, incluido
un diálogo en materia de derechos humanos, con vocación de
permanencia", que tiene como primer principio el "pleno respeto a la
soberanía nacional de las dos partes, a la igualdad soberana de
ambos Estados, a su marco jurídico y ordenamiento constitucional, y
la no injerencia en sus asuntos internos". Corresponde a España
lograr que en junio la política de la Unión Europea sea la de un
diálogo entre iguales, para lo cual la primera medida es aceptar la
lógica exigencia de La Habana de eliminar definitivamente las
sanciones contra Cuba. Que vengan a Europa los gestores de
Guantánamo a pedir sanciones para el resto de la Isla por violación
de los derechos humanos, es solo una prueba más de las paradojas
absurdas de la política internacional.
(Tomado de Rebelión) |