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Pitcheo: ¿un arte olvidado?
¿100 ó 120 lanzamientos? Talentos perdidos.
Beijing: un reto
SIGFREDO BARROS
sigfredo.bs@granma.cip.cu
No sé a ciencia cierta quién fue el autor de esta frase, repetida
durante décadas y más décadas: el pitcheo es el 75% en la victoria
de un equipo. Lo que sí sé es que tenía toda la razón.
El
pitcheo, base de toda victoria en el béisbol.
Acabada de finalizar la 47 Serie Nacional, cientos de miles de
aficionados al béisbol debaten en cualquier esquina sobre la futura
preselección nacional. Afloran nombres de receptores, jardineros,
torpederos. Pero cuando se llega al área de pitcheo el criterio es
virtualmente unánime: ahí sí tenemos problemas. Escasean los
nombres.
De la temporada pasada a la recién concluida hubo una marcada
diferencia en el promedio general del bateo. Nuestro campeonato es
el único en el mundo en el cual el average total pasa de los 290.
Ninguna otra liga presenta semejante ofensiva: ni las dos que
conforman las Grandes Ligas —no llegan a los 280 de promedio—, ni la
Triple A, la Doble, la Clase A en sus dos variantes, alta y baja, la
japonesa o la mexicana.
Pudiera argumentarse que la utilización de la pelota Mizuno 150
contribuyó decisivamente a semejante explosión de bateo. Pero sucede
que las demás ligas utilizan bolas de viveza semejante a la nipona o
incluso superior. Algunos afirmarían que han salido muchos buenos
bateadores, especialmente en el área de los jardines, lo cual es
cierto. Pero nada justifica que se lance por arriba de los 4.80 de
promedio de limpias y que el pitcheo relevo supere en esa cifra al
abridor en casi media carrera.
¿100, 120 LANZAMIENTOS?
Para muchos —me incluyo entre ellos—, resultó toda una sorpresa
que cuando transcurría el primer tercio de la Serie la
reglamentación de pitcheo vigente, que limitaba el número de
lanzamientos de un abridor a 100 cada cinco días, fuera cambiada y
la cantidad de envíos aumentada a 120. Se explicó que se hacía en
aras del espectáculo.
Hay
que cuidar a los talentos.
Era una verdad¼ en parte. Muchos
equipos dependen de mantener un abridor todo el partido para aspirar
a la victoria, porque carecen de relevistas y cerradores de puntería
que puedan culminar exitosamente la labor iniciada por el lanzador
que inició el choque en la lomita. Un total de 10 equipos en la 47
Serie presentaron un superior promedio de limpias entre sus
relevistas que el cuerpo de abridores, una media de 0.40 por arriba
los primeros que los segundos. En lugar de apagar fuegos, los
avivaron.
Pero, me pregunto: ¿en cuántas ligas está reglamentada la
cantidad de envíos? En ninguna. Solo en la nuestra. En el resto del
mundo beisbolero existe una conciencia por parte de mentores y
entrenadores en lo concerniente a la utilización de abridores,
relevistas intermedios y cerradores, a tal punto que escasean los
juegos completados por un solo hombre. La cuestión no estriba en si
son 100 o si son 120, sino en saber cuándo un serpentinero está al
borde de sus posibilidades.
TALENTOS VIENEN...Y SE VAN
Nuestro país, beisbolero por tradición hace más de 130 años, es
pródigo en talentos. Y el departamento de pitcheo no es una
excepción. Pero en los últimos cuatro o cinco años, hemos visto cómo
jóvenes con sobradas condiciones para imponerse y convertirse en
estrellas, languidecen y disminuyen su rendimiento de una Serie
Nacional a otra.
Hace cinco años, en el Preolímpico de Panamá, el espirituano
Ifreidi Coss impresionó a todos con su recta de 95 millas. En aquel
momento, octubre del 2003, acababa de salir de las filas juveniles.
Su futuro parecía ser luminoso. Ahora trabajó solo 45 entradas con
su equipo, ganó un partido y su promedio fue superior a las cinco
carreras limpias.
Más reciente, en la Copa Mundial del 2005, el santiaguero Danny
Betancourt dominó por completo durante ocho innings a los
profesionales sudcoreanos en el partido por la medalla de oro. Hoy
sigue lesionado, trabajó 10 innings con los actuales campeones antes
de causar baja. Otros dos jóvenes derechos, los capitalinos Frank
Montieth y Deinys Suárez, no estuvieron a la altura de sus
posibilidades. Uno más, el villaclareño Juan Yaser Serrano, estelar
en sus días como juvenil, perdió 7 juegos con el conjunto que ganó
la medalla de bronce, con más de 6 limpias de promedio. Un zurdo,
Arleys Sánchez, mundialista en Taipei’07, laboró solo 62 capítulos y
bordeó las cinco limpias, disminuido por lesiones. Ninguno de ellos
ha cumplido los 28 años de edad.
¿Qué sucede? Falta de técnica, problemas en la mecánica (el paso
muy largo o muy corto, la pierna de ataque arrastrada, dificultades
con el impulso desde la tabla, con el agarre de la pelota), los
cuales degeneran en lesiones, muchas veces difíciles de solucionar,
la mayoría imposible a corto plazo.
Y falta de táctica. Ted Williams definía al bateo como una
ciencia y al pitcheo como un arte. Y Greg Maddux completó el
concepto: el pitcheo es el arte de lanzar bolas que parezcan strikes
y strikes que parezcan bolas.
Lamentablemente, muchos de nuestros tiradores desconocen esto y
siguen insistiendo en trabajar por el centro de la zona de strike,
en buena medida debido a la falta de control para aprovechar las 17
pulgadas que tiene la zona de un lado al otro.
Ahora se ha puesto de moda el que los mentores dirijan el pitcheo
—a veces lanzamiento por lanzamiento—, desde el banco. No recuerdo a
una batería como la integrada por Juan Castro y Julio Romero
recibiendo instrucciones de cómo trabajar a cada bateador. Ellos se
bastaban para hacerlo. Pero los pitchers de hoy (y muchos de los
receptores) carecen de pensamiento táctico. Han olvidado el arte de
lanzar y se comportan como robots, repitiendo un esquema, sin la
necesaria dedicación a las características de los bateadores
contrarios.
Estoy convencido de que nuestros técnicos no desconocen estas
realidades. Pero hace falta unificar criterios, retomar aquella
Escuela de Pitcheo de años atrás, con la Dirección Nacional de
Béisbol como coordinadora y rectora, intensificar los cursos para
los entrenadores de pitcheo en provincias, recopilar información de
todo el mundo —existen nuevos métodos, nuevas técnicas, nuevos
conceptos—, y buscar talentos por doquier. Solo así podremos avanzar
en esta área, decisiva a la hora de cosechar triunfos.
BEIJING, UN RETO
A menos de 100 días del inicio del torneo beisbolero de los
Juegos Olímpicos de Beijing, con sede en el novedoso campo de
Wukesong, desde el 13 hasta el 23 de agosto, todo el mundo se
deshace en conjeturas sobre quiénes integrarán la preselección de la
cual saldrán los 24 jugadores que nos representarán.
Pero, conjeturas aparte, lo cierto es que esta será la más
difícil de las competencias olímpicas en este deporte, con tres
representantes por América y tres fuertes equipos asiáticos, además
de los anfitriones chinos —que ya tienen jugadores contratados en
ligas menores de Estados Unidos—, y la selección holandesa,
vencedora sobre Cuba en la última Copa del Mundo.
Todo un reto para los actuales monarcas olímpicos, cuya única
meta será la de volver a ganar. El pitcheo, ese 75% indispensable
para salir airosos, tendrá que superarse a sí mismo. |