Títeres en Matanzas

El Taller volvió a dormir, pero siguen los sueños

Antonio Paneque Brizuela
paneque.b@granma.cip.cu

MATANZAS.— El VIII Taller Internacional de Teatro de Títeres de esta ciudad bajó sus cortinas hasta dentro de dos años, aunque deberá perdurar la actualidad de sus éxitos, reconocidos por invitados, anfitriones, y espectadores, quienes disfrutaron de obras como La mágica y probable historia de un cuento que se durmió, la cual cerró el encuentro y concedió un encanto de metáfora a la despedida.

Foto: CAROLINA VILCHESEscenarios en Cárdenas contaron con la actuación de grupos como EOS, de Venezuela, con su obra El día que llovieron sonrisas.

El aire mítico que sugiere ese título de Norge Espinosa, la interpretación del Grupo Retablo de Cienfuegos, la confección y elegancia de los muñecos, el colorido e ingeniosidad de la escenografía y la fastuosidad del ambiente cortesano lograda en general, pudieran ilustrar, en efecto, los atributos de luminosidad de un evento que devino escuela sin dejar de ser escenario.

La reunión fue, claro, un taller en el que se intercambiaron modos de hacer entre visitantes y locales, pero no dejó de tener un hálito de festival, en el que la diversidad de estilos de actuación, autores y personajes, formas de confección y de manipulación, tradición de naciones y continentes y hasta lenguas distintas, integraron, no obstante, un mismo idioma de entendimiento artístico.

Ese último día confirmó la dirección que siguió el encuentro al concluir la exposición de calificados interlocutores extranjeros y nacionales, comprendidos maestros italianos, franceses, cubanos y, en particular, yumurinos, estos últimos con mucho que mostrar en esta materia.

Durante el espectáculo La calle de los títeres, que se exhibe aquí normalmente los últimos domingos de cada mes frente a la sede del Teatro Papalote, el chileno Rolando Olmos caracterizó a esta provincia como "capital mundial de los títeres" y, acto seguido, él y sus hijos Rolando y Jonhatan, exhibieron sus afectuosos personajes, que recorrieron por estos días la ciudad junto a otros de Japón, Serbia, España (Zaragoza, Galicia), Italia, Francia, Inglaterra, Colombia, Nicaragua, Venezuela, junto a grupos de Guantánamo, Holguín, Granma, Cienfuegos, Villa Clara y Ciudad de La Habana.

El poder de convocatoria de esta plaza rebasa límites para asumir una dimensión universal, desde una óptica artística cuya fuerza radica en su integralidad cualitativa, llevada a actuaciones en cualquier escenario, acciones comunitarias con la población, y cualquier foro que permita trasladárselas a titiriteros "de la ciudad" o "del mundo".

En ello influye la concepción sobre el títere expresada por René Fernández, el artista que gestó este Taller en 1994, junto a Rubén Darío, que le dio apoyo en la estructura, y a Senén Calero en la imagen y diseño: "Ningún actor dramático puede tomar la magnitud, las escalas, muy grandes o muy chicas, de un títere. Y eso se ve en Olimpiadas y otros eventos en que el muñeco asume cualquier tamaño. Pueden ser así de grandes o así de pequeños y sin embargo creemos en ellos".

 

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