La noticia la trajo la agencia VNA, la cual informó también que
el presidente de la Asociación de Víctimas de Agente Naranja/Dioxina
(VAVA, por sus siglas en inglés), Tran Xuan Thu, dijo que seguirá la
lucha por la justicia hasta las últimas consecuencias.
Unos 4,8 millones de personas de la nación indochina fueron
expuestos a dioxina, de los cuales unos tres millones sufren
consecuencias, de acuerdo con datos oficiales de VAVA, lo cual será
tratado en un seminario temático en mayo entrante en Tokio.
A su vez, el jurista estadounidense Jonathan C. Moore afirmó que
los fallos del tribunal son erróneos tanto en lo legal como en lo
moral; dijo que los herbicidas que contenían dioxinas arrojadas por
las tropas norteamericanas durante la guerra de Vietnam causaron
daños a miles de veteranos estadounidenses y millones de
vietnamitas; y cree que ello debe importar también a la comunidad
internacional, porque es posible que ese crimen se repita.
La indignación ante la negativa estadounidense puede ser
comprendida sobre todo por quien haya visitado la provincia de Tay
Ninh y conversado con las víctimas, incluso algunas de ellas con
cáncer.
Este hecho indigna aún más, porque no es la primera vez que
tribunales norteamericanos se niegan a atender el reclamo al
respecto, así como por el fallecimiento de dos miembros de la
delegación que había viajado con anterioridad a Estados Unidos.
Nguyen Van Quy y Nguyen Thi Hong se encontraban entre los
millones de vietnamitas rociados por los aviones estadounidenses con
alrededor de 81 millones de litros del Agente Naranja.
Van Quy declaró a un tribunal neoyorquino que estaba allí, "como
prueba viviente para decir que la dioxina realmente tiene un impacto
negativo en los seres humanos, al igual que en el medio ambiente".
Padecía de cáncer y dos de sus hijos nacieron con malformaciones.
Thi Hong, a su vez, describió al semanario norteamericano
Democracy Now cómo el Agente Naranja afectó su vida. Fue expuesta a
esta toxina en 1964. Dio a luz en forma prematura a tres niños por
debajo del peso normal, y uno de ellos manifestó una insuficiencia
cardiaca congénita. Tuvo varias enfermedades en los huesos y la
piel. Le extirparon el bazo y recibió tratamiento de quimioterapia.
Pero esta guerra química contra Vietnam, todo un experimento para
hacer sufrir al ser humano, no es algo nuevo en la política
imperialista contra los pueblos.
Tanto en la guerra del Golfo como en la agresión para desmembrar
a Yugoslavia, las tropas estadounidenses usaron proyectiles
recubiertos de uranio empobrecido, que aumenta su poder de
destrucción.
El polvo de óxido de uranio —tóxico y radiactivo— que se produce
tras la detonación, envenena el medio ambiente de forma duradera,
causando numerosas muertes por leucemia y otros tipos de cáncer, así
como malformaciones congénitas. Estos efectos se han observado
después de 1991, en extensas zonas de Iraq, donde quedaron dispersas
unas 750 toneladas de uranio empobrecido cuya vida media es de 4 000
o 5 000 años—, así como en los cuerpos de los aproximadamente 80 000
soldados norteamericanos víctimas del "síndrome del Golfo Pérsico".
Se considera que han hecho aumentar entre 20 000 y 100 000 casos
la incidencia del cáncer entre los veteranos estadounidenses y los
ciudadanos iraquíes.
Algunos expedientes desclasificados en Estados Unidos ponen de
manifiesto la falta de escrúpulos impresa en la línea de
investigación y que debería avergonzar a la humanidad. Estos hechos
concretos, unidos a algunos ya públicos, conforman una larga lista,
fiel reflejo de la triste realidad.