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Más de un centenar de compañeros cayeron, pero
nunca olvidé aquella carta que Fidel me envió aquel 24 de abril de
1958: "Tengo la más firme
esperanza de que en menos tiempo de los que muchos son capaces de
imaginar habremos convertido la derrota en victoria”
Luchador
desde muy temprana edad, en determinado momento uno de los
combatientes clandestinos más buscados por la fuerza de la tiranía,
integrante de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio desde
que este se fundó, expedicionario del Granma, Comandante de la
Sierra, Faustino Pérez Hernández (hoy miembro del Comité Central del
Partido), se hallaba en los días de la huelga del 9 de Abril de 1958
entre los principales dirigentes del M-26-7. Los que le conocieron
en aquella época le llamaban Ariel, su nombre de guerra. Su relato,
pues tiene ese valor excepcional.
ALGUNOS ANTECEDENTES
La situación del país a la etapa que precede a la huelga del 9 de
Abril, era de franco auge revolucionario.
El proceso iniciado con la clarinada heroica del Moncada quedó
abierto de nuevo con el levantamiento de Santiago de Cuba y el
Desembarco del Granma, tras la tregua turbulenta y fecunda de la
prisión y el exilio.
Todo el año 1957 fue pródigo en hechos, combates y
acontecimientos que, si bien muchos no lograron los objetivos
inmediatos propuestos, sí contribuyeron a elevar la marea
revolucionaria. Fueron incontables las tareas y múltiples las formas
que fue adquiriendo la participación popular en la lucha, bajo el
influjo y la orientación de la vanguardia que con el Granma y desde
la Sierra Maestra seguía consecuentemente el sendero iniciado en el
Moncada.
En el año 1958 comienza con el movimiento revolucionario en plena
efervescencia. La situación militar de la Sierra Maestra muestra una
creciente consolidación, se domina ya un amplio territorio. La
solidez política y el prestigio del Movimiento 26 de Julio y de su
jefe, Fidel, eran indiscutibles. Ciudades, poblados y campos del
país eran escenario de febril actividad y espíritu de lucha contra
la tiranía.
A mediados de enero fue apresado, al bajar de la Sierra, junto a
otros compañeros, Armando Hart Dávalos, quien fungía como
Coordinador Nacional del Movimiento. Personalmente el tirano dictó
la orden de "matarlo como a un perro", pero la rápida y amplia
movilización de los distintos sectores de opinión, incluyendo el
asalto a emisoras para alertar al pueblo sobre el crimen que se
proyectaba, impidieron la consumación del tenebroso plan y
constituyó una victoria más para el Movimiento.
El régimen inicia distintos sondeos de paz valiéndose de algunos
legisladores, representantes eclesiásticos, de la prensa, etc. A
esos fines levanta la censura de prensa y anuncia la intención
electorera.
El levantamiento parcial de la censura fue bien aprovechado por
Fidel y por el Movimiento. En esas circunstancias se produce, el 16
de febrero, el 2do. Combate de Pino del Agua (dirigido personalmente
por el Jefe de la Revolución). El 24 se inaugura Radio Rebelde. En
La Habana tenía lugar el secuestro del campeón profesional de autos
de carrera, Juan Manuel Fangio, con una gran repercusión nacional e
internacional.
A principios de marzo se organizan las nuevas columnas que
comandadas por Raúl y Almeida dieron lugar al establecimiento del II
Frente Frank País y al III Frente Mario Muñoz, hechos ambos de
extraordinaria significación.
En ese ambiente de franco auge de las acciones revolucionarias,
de creación de frentes, de solidez política, de desarrollo de la
organización de los obreros, de las milicias, de la resistencia
cívica, etc., tiene lugar la reunión de la Dirección Nacional del
Movimiento en la Sierra Maestra, presidida por Fidel, donde se
acuerda la convocatoria a la huelga general revolucionaria.
LA IDEA DE LA HUELGA
La idea de la huelga general apoyada por la acción armada está
presente desde el primer momento como culminación lógica de una
estrategia de lucha basada enteramente en el pueblo. Diríamos que
desde el Moncada esa concepción se expresó en la idea de "arrancar
el motor pequeño para echar a andar el motor grande". Esa idea está
presente en todo el proceso mediante las consignas que se
enarbolaban por nuestros medios de divulgación y de propaganda, y en
propia estructura organizativa del Movimiento 26 de Julio.
Al conmemorarse el XII aniversario del asalto al Moncada Fidel
dijo: "Nosotros éramos un puñado de hombres, no pensábamos con un
puñado de hombres derrotar a la tiranía batistiana, derrotar a sus
ejércitos, no. Pero pensábamos que aquel puñado de hombres podía
ocupar las primeras armas para empezar a armar al pueblo, sabíamos
que un puñado de hombres podía bastar, no para derrotar aquel
régimen, pero sí para desatar esa fuerza, esa inmensa energía del
pueblo que sí era capaz de derrotar a aquel régimen".
En nuestra historia teníamos el antecedente del derrocamiento de
la tiranía de Machado por medio de una huelga general
revolucionaria. Y más cerca la huelga general espontánea de los
primeros días de agosto del 57, respuesta del pueblo al asesinato de
Frank País. Ello nos indicó que ya existían las condiciones
subjetivas y políticas suficientes, por lo que deberíamos madurar
las condiciones organizativas y militares que coadyuvaran al
desencadenamiento y al mantenimiento del paro general, hasta
provocar la caída definitiva del tirano.
Exactamente un mes después de la huelga con motivo del asesinato
de Frank, con vistas a apoyar los hechos de insurrección militar que
habrían de producirse en distintos puntos del país (especialmente
por parte de la Marina de Guerra) que solo tuvieron lugar en
Cienfuegos, el Movimiento se planteó como uno de sus objetivos
inmediatos la toma de la más potente emisora de la capital, con el
fin de hacer el llamamiento a la huelga y a la insurrección general.
En los meses posteriores, junto al desarrollo y consolidación de
la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, se fue logrando
desarrollar también la organización obrera y clandestina y la
agitación general. Todo eso, y el gran prestigio político que había
ido ganando el movimiento encabezado por Fidel, nos hicieron pensar
que las condiciones mínimas estaban dadas para la acometida final.
LA
REUNIóN EN LA SIERRA
La reunión de la Dirección Nacional del Movimiento, presidida por
Fidel, donde se acordó la convocatoria a la huelga, tuvo lugar
aproximadamente entre el 10 y el 11 de marzo en las zonas de Santo
Domingo y el Naranjo, Sierra Maestra.
Allí informamos a Fidel de la situación en las ciudades,
expusimos el criterio de que ya las condiciones estaban creadas, y
en general —seguramente con el exceso de optimismo—, dimos nuestra
visión en cuanto a la posibilidad de dar el golpe final a la
tiranía.
El alto grado de tensión que vivía el país en esos días como
consecuencia de las acciones revolucionarias en la Sierra y en el
llano, y de la criminal represión de la tiranía, era recogido de una
manera u otra por la prensa nacional, debido a que el régimen
—mostrando una vez más su inconsecuencia y su debilidad—quería
ofrecer la receta de la demagogia electorera y, por ello, levantó
parcialmente la censura. Es así, que por ejemplo, hechos como el
2do. Combate de Pino del Agua en la Sierra Maestra y el secuestro
patriótico de Fangio, en La Habana, alcanzaron una gran repercusión
dentro y fuera de Cuba.
Aquel clima de tensión seguramente influyó en la evaluación que
hicimos de nuestras posibilidades.
Nuestros planteamientos fueron considerados por Fidel y se acordó
llamar a la lucha final mediante el Manifiesto de los 21 Puntos.
Este documento se redactó con fecha 12 de marzo. Posteriormente, a
finales del mismo mes, Fidel leyó un llamamiento por Radio Rebelde,
el cual nos envió con la heroica Clodomira. Este venía a ser un
complemento del anterior, pero hacía énfasis especial en el problema
de la unidad revolucionaria.
EN LA VíSPERA
En realidad el momento en que se decide la huelga era, sin duda,
de auge y tensión revolucionarios. Simultáneamente se constituyen el
II y III Frentes, por aquellos días Fidel desbarata la maniobra
"pacificadora" de la tiranía, pues invita a subir a la Sierra a
representantes de la prensa y el régimen niega el permiso a los
periodistas. La actividad insurreccional estremecía al país. Por
otro lado, los crímenes del régimen colmaban de indignación al
pueblo. El asesinato de dos estudiantes adolescentes en Santiago de
Cuba, Antonio Fernández León y Ángel Espino Sarmiento, provocó una
huelga estudiantil que se extendió a todo el país.
Ya todo aquello era demasiado para la tiranía. De nuevo implantó
la censura y suspendió las "garantías" que oficialmente había
levantado antes, también como parte de la maniobra electorera.
Aplicó la más bestial represión.
Al regresar a la capital, el 14 de marzo, la primera noticia que
recibo es sobre el asesinato del revolucionario Elcires Pérez y
otros tres compañeros, cazados ferozmente en plena calle Porvenir,
en Lawton.
El 16 me reúno con Sergio González (El Curita), responsable de
acción en La Habana, quien nos informó de la posibilidad de volar
las plantas de electricidad de Tallapiedra y de Regla, lo cual
dejaría sin fluido a la capital por tiempo indefinido. Analizamos la
conveniencia de acercar ese hecho lo más posible a la fecha de la
huelga, cuestión que quedó en verificar. Esta fue la última vez que
vi al Curita. El 18 Sergio y numerosos compañeros caen en las garras
de los esbirros de la tiranía y su cadáver aparece al día siguiente
en Alta-Habana, junto a los de Juan Borrell y Bernardino García.
Al día siguiente, Arístides Viera, jefe del M-27-7 en Marianao, y
Elpidio Aguilar, se ven obligados a entablar desigual combate en
plena 5ta. Avenida de Miramar, y caen heroicamente. Poco después
caen los revolucionarios Pepe Prieto y Cheché Alfonso. Téngase en
cuenta que pocas semanas atrás había sido capturado y asesinado
Gerardo Abreu (Fontán).
De manera que el Movimiento en La Habana, en vísperas de la
huelga, sufrió sensibles pérdidas entre sus mejores cuadros. Por lo
pronto, el necesario incremento de las acciones previas para elevar
el clima de tensión no se logró.
En aquellas circunstancias recayó sobre Marcelo Salado y Oscar
Lucero, la tarea de suplir en lo posible el enorme quebranto sufrido
por el Movimiento en La Habana en las vísperas mismas de la huelga.
Esta fue prevista primero para el 3 de marzo y aplazada después para
el 9 de abril, en aras de recibir equipos, parque y dinamita que
esperaríamos por distintas vías, pero que en definitiva no llegaron
o llegaron después de la fecha indicada.
Estaba proyectado recibir armas por tres vías fundamentales.
Desde México por Pinar del Río. Esta expedición, en la que entre
otros compañeros vino Jesús Suárez Gayol, llegó el 10 de abril a las
costas pinareñas. Otro alijo debió entrar por Boca de Jaruco, desde
Miami. Pero fue interceptado y confiscado por el gobierno
norteamericano. También mediante una operación clandestina, a
espaldas de autoridades yanquis, esperábamos tener algunas armas a
través de la Base Naval Yanqui de Guantánamo.
El factor de movilización del pueblo se supeditó excesivamente a
las acciones de sabotajes, que —por otra parte— resultaron
insuficientes.
LA HUELGA
La huelga estalló. Sería imposible no solo enumerar, sino ni
siquiera conocer la cantidad de paros, de intentos de paros, los
sabotajes, las acciones y combates realizados ese día, cuya suma (a
pesar de su gran cantidad), sincronización y alcance no fueron
suficientes para producir el salto hacia la huelga general
revolucionaria que desembocara en la victoria.
Sin contar las numerosas acciones de los frentes guerrilleros,
incluyendo la presencia de Camilo en los llanos del Cauto, podemos
mencionar como hechos más sobresalientes en las ciudades: el asalto
a las emisoras de la capital y de varias provinciales, la
transmisión por sus canales del llamamiento a la huelga y su
posterior interrupción por sabotajes; el conocido y valeroso asalto
a La Armería en que caen 4 compañeros; la caída del querido
compañero Marcelo Salado en la calle 25 y G, y de más de un centenar
de valiosos revolucionarios de todo el país; la voladura de los
registros de electricidad en Prado y Ánimas, y en Estrella y
Lealtad; paros y sabotajes en varias terminales de ómnibus,
especialmente la ruta 4, la 43, la 5, la 58, la 22 y otras; la quema
de garajes, gasolineras, guaguas y otros objetivos; cierre del
tráfico hasta la capital o viceversa por la zona del puente Alcoy,
sabotajes, paros y acciones diversas en Guanabacoa, con dominio de
la ciudad durante varias horas por grupos de acción bajo el mando de
René de los Santos; paros y sabotajes en fábricas del Cotorro, donde
caen Guido Pérez y otros compañeros; interrupción de la carretera
central en Madruga; asalto a la emisora provincial de Matanzas,
acción dirigida por Enrique Hart, así como sabotajes diversos; el
descarrilamiento del tren en Jovellanos; interrupción del tráfico
por la carretera en Manacas por las guerrillas de Víctor Bordón,
quien la noche anterior atacó al cuartel de Quemado de Güines; paro
completo en Sagua La Grande con dominio de la ciudad hasta el día
siguiente y numerosos combates y compañeros caídos; paralización del
transporte y ferrocarril en Camagüey; sabotaje en la planta
eléctrica de Vicente, en Ciego de Ávila y combate también con la
caída de varios compañeros; en Oriente la acción combinada de las
fuerzas guerrilleras y de la clandestinidad paralizan prácticamente
la provincia. Los compañeros de Santiago bajo el mando de René Ramos
Latour (Daniel) atacan el cuartel de Puerto Boniato y se establece
así una nueva columna guerrillera que, tras atacar victoriosamente
el cuartel de Ramón de las Yaguas, se unió —bajo la jefatura de
Belarmino Castilla— a las fuerzas de Raúl Castro en el II Frente "Frank
País".
CONVERTIR LA DERROTA EN VICTORIA
La derrota dejó el tremendo saldo de más de un centenar de
valiosos compañeros muertos, de cientos de presos, exiliados,
sumergidos en la clandestinidad o alzados y —como siempre— detrás de
todo revés, junto al dolor por los caídos el desaliento momentáneo
de las masas, y el injustificado y sangriento optimismo de las
fuerzas de la tiranía. Pero ambos sentimientos estaban llamados a
invertirse rápida y definitivamente.
El espíritu del Moncada y del Granma se erguía con toda su fuerza
desde los empinados picos de la Sierra Maestra. Apenas quince días
después de la huelga, Fidel Castro me envió una hermosa carta en la
que me decía:
"Tengo la más firme esperanza de que en menos tiempo de los que
muchos son capaces de imaginar habremos convertido la derrota en
victoria".
Y añadía el Jefe de la Revolución:
"Duros sacrificios tenemos por delante. Nuevos y sensibles claros
se harán en las filas de los mejores compañeros; golpes muy rudos
nos esperan en cada valor y cada afecto que se lleve la muerte: Ciro
Frías y Enrique Hart fueron los últimos en la heroica y larga lista.
Pero así serán más grandes también los frutos que la patria reciba
de una revolución abonada con tanta sangre generosa y más grande la
gloria de los que se han sacrificado.
"Aquí nos preparamos para afrontar en próximas semanas la
ofensiva de la Dictadura. Derrotarla es cuestión de vida o muerte.
El movimiento debe estar muy consciente de esta realidad y
concentrar su esfuerzo en defender esta trinchera. La moral de
nuestra tropa está altísima; estamos seguros de que resistiremos y
deseosos que comiencen el avance."
Todos conocemos lo que vino después: la más gigantesca ofensiva
de la tiranía se estrelló contra el baluarte invencible de la Sierra
Maestra. Las proezas militares del Ejército Rebelde se repetirán
después en la victoriosa ofensiva revolucionaria; en el I, II y III
Frentes, a lo largo de la gloriosa campaña de la invasión, que
protagonizaron las columnas de Camilo y Che, todo lo cual produce el
colapso final de la tiranía.
Cada combatiente caído fue como una semilla de fuego que germinó
y se multiplicó en nuevos combatientes dispuestos a morir por la
patria; cada revés evidenciaba la vitalidad y la razón histórica de
un proceso que siempre resurgió con nuevas fuerzas y mostró la
infalibilidad y la eficacia de una estrategia basada enteramente en
el pueblo. La victoria total estuvo hecha de la suma de victorias y
derrotas parciales. Esa suma produjo el gran salto histórico del
Primero de Enero de 1959. |