Las ansiedades de Fassbinder

Ciclo del gran director alemán en la Cinemateca de Cuba

Pedro de la Hoz
pedro.hg@granma.cip.cu

Diez de las más de 40 películas filmadas por Rainer Werner Fassbinder pasan desde el pasado fin de semana y hasta el 31 de marzo por la pantalla de la sala Chaplin de la Cinemateca de Cuba. Fruto de la colaboración del Instituto Goethe de Cultura Alemana, la Fundación Fassbinder y la empresa Kinowelt Internacional con el ICAIC, este ciclo permite al espectador cubano acercarse a uno de los más perturbadores y radicales pensamientos estéticos de la cinematografía europea de la segunda mitad del siglo pasado.

Fassbinder en pleno rodaje.

Mucho se ha especulado acerca de cuál habría sido el desarrollo de la filmografía de Fassbinder si la muerte no hubiera tronchado su carrera en 1982, cuando apenas contaba con 42 años de edad. Al menos en el tiempo que le tocó vivir supo ser irreverente y lúcido, transgresor y responsable a la vez.

La Alemania de la postguerra y de la guerra fría, la que se movió entre la culpa del pasado y la falta de memoria hacia el porvenir, la del publicitado "milagro" y los conflictos con los inmigrantes, encuentra una de sus más controvertidas y lacerantes explicaciones en las películas de este director.

En tal sentido resultan elocuentes algunos de los títulos que se exhiben en La Habana: El matrimonio de María Braun (1978), donde la vida de una mujer que se prostituye en la Alemania ocupada por los Aliados se nos presenta como una alegoría de los primeros años de la RFA; La ansiedad de Verónica Voss (1982, Oso de Oro en la Berlinale), en la que se hacen irreconciliables los destinos de una antigua estrella de los tiempos de Hitler, abrumada por la nostalgia, y de la sociedad amnésica del "milagro económico"; Lili Marleen (1980), conmovedora historia sobre los avatares de una canción y su intérprete en medio de la guerra; El miedo devora el alma (1972), extraordinario alegato contra el racismo padecido por no pocos gastarbeiter (trabajador invitado) de origen árabe; y Lola (1981), parábola mordaz sobre el optimismo propagandístico de la era Adenauer.

El público vuelve a disfrutar de las actuaciones de una de las actrices-fetiches de Fassbinder, muy querida entre nosotros, Hanna Schygulla, y tiene la posibilidad de descubrir detalles de la biografía y del ideario estético del director con la exposición abierta en el Centro Cultural ICAIC, frente a la sala Chaplin.

 

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