Mucho se ha especulado acerca de cuál habría sido el desarrollo de
la filmografía de Fassbinder si la muerte no hubiera tronchado su
carrera en 1982, cuando apenas contaba con 42 años de edad. Al menos
en el tiempo que le tocó vivir supo ser irreverente y lúcido,
transgresor y responsable a la vez.
La Alemania de la postguerra y de la guerra fría, la que se movió
entre la culpa del pasado y la falta de memoria hacia el porvenir, la
del publicitado "milagro" y los conflictos con los inmigrantes,
encuentra una de sus más controvertidas y lacerantes explicaciones en
las películas de este director.
En tal sentido resultan elocuentes algunos de los títulos que se
exhiben en La Habana: El matrimonio de María Braun (1978),
donde la vida de una mujer que se prostituye en la Alemania ocupada
por los Aliados se nos presenta como una alegoría de los primeros años
de la RFA; La ansiedad de Verónica Voss (1982, Oso de Oro en la
Berlinale), en la que se hacen irreconciliables los destinos de una
antigua estrella de los tiempos de Hitler, abrumada por la nostalgia,
y de la sociedad amnésica del "milagro económico"; Lili Marleen
(1980), conmovedora historia sobre los avatares de una canción y su
intérprete en medio de la guerra; El miedo devora el alma
(1972), extraordinario alegato contra el racismo padecido por no pocos
gastarbeiter (trabajador invitado) de origen árabe; y Lola
(1981), parábola mordaz sobre el optimismo propagandístico de la era
Adenauer.
El público vuelve a disfrutar de las actuaciones de una de las
actrices-fetiches de Fassbinder, muy querida entre nosotros, Hanna
Schygulla, y tiene la posibilidad de descubrir detalles de la
biografía y del ideario estético del director con la exposición
abierta en el Centro Cultural ICAIC, frente a la sala Chaplin.