Si Bush pensara en los soldados caídos ya habría detenido el genocidio en Iraq

Para el presidente George W. Bush las muertes de 4 000 soldados estadounidenses en Iraq han "sentado las bases de la paz para generaciones venideras". El mandatario efectuó esas declaraciones después de reportarse el deceso de cuatro efectivos en la convulsa nación árabe, con las cuales se remontaron las estadísticas hasta una cifra que irá aumentando cada día si no se logra, al fin, la retirada de las tropas ocupantes.

Dicen que Bush, tras participar en una sesión informativa en el Departamento de Estado sobre la situación en el país del Golfo y los infructuosos empeños diplomáticos de la Casa Blanca a través del mundo, afirmó que se "esforzará en garantizar que la guerra se salde con un resultado digno del sacrificio de los caídos". ¡Increíble!

Pero la portavoz, Dana Perino, previamente dijo que no pasa un día sin que Bush recuerde a los fallecidos en la guerra. ¡Cuidado, Dana, la nariz puede crecerle! Si en realidad el jefe de la Oficina Oval pensara en los caídos ya habría mandado a detener el genocidio que ha cegado la vida de los 4 000 norteamericanos, ha dejado una cifra gigantesca de víctimas para el pueblo iraquí, y un saldo no menos incalculable de mutilados y afectados psíquicamente entre las huestes del Pentágono.

Actualmente 158 000 militares yankis están desplegados en el polvorín en que se ha convertido Iraq. Sin embargo, Bush insiste en la guerra. Cómo explicarles a los familiares que lloran a sus muertos estas barrabasadas de su presidente. Cómo pedirles que acepten su "más profunda compasión" si, sencillamente, no debió iniciar el conflicto. (SE)

 

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