A disposición de las 63 familias de la comunidad El Serrucho
estaban la escuela primaria, la unidad comercial, el círculo social,
la nueva sala de video, el Médico de la Familia¼
, pero faltaba la luz. No la del saber, sino esa que llega por los
tendidos y conductores, ofrece bienestar y eleva la calidad de vida en
los hogares.
Pablo Manuel Samper Borroto, director de la Organización Básica
Eléctrica (OBE) avileña, me lo había comentado. Hubo algunos
incrédulos, pero la mayoría creyó en las profecías, que no tardaron
mucho en hacerse realidad.
El doctor Reinaldo Pina Pérez, pediatra en la sala de Terapia
Intensiva del Hospital Provincial Doctor Antonio Luaces Iraola, no
puede creer lo que ven sus ojos.
Desde hacía unos días no visitaba la comunidad y el cambio se
presentaba a la primera mirada. "Hasta en la cara de los pobladores",
comentó. "Ahora la estancia es más placentera. Da gusto venir a este
remanso de paz. Hasta los mosquitos huyeron al monte."
La
comunidad con sus postes eléctricos.
A diferencia del médico, Félix Acosta Ulloa, productor de tabaco e
integrante de la Cooperativa de Crédito y Servicios El Vaquerito,
nació y creció en el lugar, pero jamás mostró tanta alegría como
cuando por el camino irrumpieron aquellos carros extraños, el
tractor-alzadora, la barrenadora, la grúa y hombres con la alegría de
oreja a oreja.
Ahora podemos planificar mejor el riego. Claro, que no sea en
horario pico. Y disponemos de más comodidades y beneficios para todos,
aseguró sentado en el portal de su hogar.
Pero sentarse debajo del bombillo ahorrador costó mucho esfuerzo.
Ello fue posible por la voluntad del Estado cubano, materializada en
la acción de una brigada de linieros del municipio y dos del vecino
territorio de Chambas, unido al aporte de los habitantes del lugar.
Antolín Cancio Reyes, jefe del Departamento de Inversiones de la
OBE de Morón, al frente de la obra, no imaginó el apoyo que recibieron
desde que llegaron a ese lugar de polvorientos caminos.
"Los niños clasificaban los tornillos, los adultos servían de guías
monte adentro, ayudaban a preparar y transportar los postes, abrían
las trochas. Las mujeres repartían la merienda, encendían los fogones
para las coladas de café y hasta apareció el cerdo asado en más de una
ocasión.
Fue un movimiento de masas gigantesco, difícil de describir con
palabras. La atención por parte de los nativos fue tan esmerada que no
sentimos el rigor del trabajo que, en ocasiones, se extendió a más de
10 y 12 horas, apunta.
En El Serrucho recibieron la electricidad 65 viviendas, la escuela,
la sala de video, la tienda de víveres y el círculo social. Además,
fueron colocados más de 200 postes de madera y nueve kilómetros de
conductores nuevos, desde el poblado de Guadalupe. La inversión superó
los 84 000 pesos en divisas y los 90 000 en moneda nacional.
Para que se tenga una idea de la intensidad de las labores, los
trabajadores del sector cumplieron con el compromiso en solo 12 días,
mucho antes de la fecha programada.
Como un "regalo de la Revolución" califica Raunel Hernández
González, de 58 años de edad, la llegada de la corriente eléctrica. Y
no le falta razón. Con urgencia, el Gobierno en el municipio cambió
los 27 refrigeradores de petróleo que funcionaban. A todas las
familias se les entregó el módulo de cocción de los alimentos y, según
precisiones de Raúl Morera Flores, secretario de la Asamblea del Poder
Popular, El Serrucho será uno de los lugares priorizados cuando se
inicie la sustitución de los televisores.
En Florencia, único territorio del Plan Turquino Bamburanao en la
provincia avileña, han concluido 23 proyectos de mejoras en zonas de
bajo voltaje, en lugares de difícil acceso como La Armenia,
Jagüeycito, Las Grullas...
Pudiera parecer insignificante, pero la historia de El Serrucho es
solo una entre las cientos de comunidades y miles de viviendas
electrificadas a lo largo y ancho del territorio nacional por la
Revolución.