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Iraq: muertes y desintegración de un Estado

BAGDAD, 20 de marzo (PL).— El desmontaje premeditado del Estado iraquí por Estados Unidos provocó una tragedia humana sin precedentes, a un lustro hoy de aquel fatídico 20 de marzo de 2003, y nada vaticina un cambio en esa fracasada estrategia de dominación.

Esa terrible realidad es bien poco divulgada por los grandes medios de comunicación que transmitieron al mundo, en un primer momento, imágenes de las inteligentes bombas cayendo sobre Bagdad, sin importar que los blancos fueran centros culturales valiosos, hospitales y escuelas.

Cinco años después todo agravó, con la intransigente política de Washington de querer doblegar a ese pueblo, y la complicidad y silencio de la gran prensa, que lejos de informar, tergiversan y ocultan la verdad sin conocerse a ciencia cierta la parte más oscura de la guerra.

Son muy pocos los que dudan ya que la razón de la invasión y posterior ocupación del país mesopotámico es el control geopolítico del Oriente Medio y de sus reservas energéticas.

El país que contribuyó hace miles de años al progreso con el desarrollo de la escritura, la literatura y las artes, y atesoraba invaluables reliquias del devenir histórico pasó a ser la antítesis del adelanto humano bajo los proyectiles estadounidenses y británicos.

La responsabilidad absoluta de la catástrofe humanitaria corresponde -sin lugar a dudas- al gobierno de Estados Unidos, que junto al Reino Unido, y con el apoyo genuflexo del entonces presidente español José María Aznar, concibieron la invasión y posterior ocupación en las islas Azores.

Los más de un millón 200 mil iraquíes muertos de manera violenta desde el 2003 según encuesta de septiembre de 2007 de la organización británica Opinión Research Business (ORB)- ha sido el saldo más trágico de la guerra, unido a la destrucción de la infraestructura y deterioro de los derechos y condiciones de vida.

El sondeo de la ORB (auxiliada por una institución iraquí independiente) revalidó los datos publicados a finales de 2006 por la prestigiosa revista médica de The Lance, obtenidos de una investigación procesada en el terreno por la Universidad John Hopkins, de Baltimore.

La encuesta reveló que el índice más alto de mortandad se registró en Bagdad, donde más del 40 por ciento de los hogares perdieron algún familiar, con un promedio en todo el país de 1,26 personas por vivienda.

El uso excesivo de la violencia de las fuerzas ocupantes y la validación de los enfrentamientos sectarios para destruir la base social de la resistencia condujeron a la emigración forzada interna y externa de más de 4,5 millones de iraquíes, estimada en noviembre de 2007 en 27,5 millones de habitantes.

Algunos datos de fuentes fidedignas ilustran las infaustas consecuencias del conflicto al cabo del lustro: 43 por ciento de los iraquíes vive en la extrema pobreza; el 50 está desempleado; el 70 carece de agua potable y en el 90 por ciento de los hospitales faltan recursos básicos.

En todo este tiempo ha sido Iraq también laboratorio de numerosas prácticas de crímenes de guerra contra la población civil como el uso indiscriminado de armas prohibidas, la aplicación de la tortura en las cárceles (recordar Abu Ghraib), y el asesinato y violación de personas inocentes.

Pero lo peor del caso, es que experiencias como la tortura y la creación de reclusorios secretos han sido extendidos por todo el mundo, como el centro de martirio del territorio ocupado de la base naval de Guantánamo, Cuba.

La Unión de Prisioneros y Detenidos de Iraq reveló que el número de presos iraquíes bajo control estadounidense se duplicó en el último año al ascender a 24 mil los detenidos, muchos de ellos menores, y otros 400 mil están recluidos en 36 centros controlados por las autoridades locales.

Washington impuso bajo la ocupación gobiernos serviles para imponer su estrategia de dominación mediante leyes aprobadas por el Parlamento iraquí, dirigidas a fragmentar el estado árabe y apoderarse de los importantes recursos energéticos.

Un buen ejemplo es la incorporación a la nueva Carta Magna aprobada en el 2005 mediante fraude- de la Ley de hidrocarburos, aún sin aprobarse, que abre la puerta a la privatización y pone en manos de compañías extranjeras el 78 por ciento de todas las reservas aún sin explotarse.

Es conocido que esa ley fue redactada por expertos norteamericanos y británicos, de conjunto con nueve compañías petroleras internacionales, y luego fue refrendada por el Fondo Monetario Internacional.

Este país árabe se convirtió, además, en una fuente de enriquecimiento ilícito para muchos de sus promotores y aliados, que a trasvés de la llamada reconstrucción, se han apoderado de miles de millones de dólares aportados por el contribuyente estadounidense.

Transcurridos cinco años del inicio de la invasión, el mayor dilema de la Casa Blanca es cómo intentar sacar buena parte de las tropas de Iraq y mantener el control del país, metas estas probables, pero hasta ahora imposibles por la resistencia del sufrido pueblo iraquí.

 

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