La otra cara de la guerra
Iraq muere todos los días
ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ
elson.cp@granma.cip.cu
Bush ordenó la guerra, bajo las banderas de la mentira, hace
exactamente cinco años. Hacia la nación árabe, cuna de la cultura y
la civilización en la región mesopotámica, el presidente guerrerista
envió metralla y muerte.
La
muerte como constante de cada día en el Iraq ocupado.
Esta vez se invadió y ocupó el país. Antes, en 1991, en la
denominada Guerra del Golfo, Estados Unidos había lanzado contra
Iraq 110 000 ataques aéreos desde sus aviones A-10 Warthog que
vomitaron 940 000 bombas cubiertas de uranio empobrecido, mientras
que de sus tanques M60, M1 y M1A1, se disparaban otros 4 000
proyectiles igualmente letales.
Era el uranio empobrecido cuyo uso está prohibido por las
convenciones y otras regulaciones internacionales. Pero Washington
lo usó en Iraq con el silencio cómplice de los gobiernos que han
apoyado estas contiendas.
El
paseo triunfal se convirtió en pesadilla.
De los 47 días que duró la Guerra del Golfo, más las sanciones
posteriores impuestas a la nación árabe, queda en la memoria la
inhumana política de exterminio para con toda una nación.
En el 2002, un año antes de la invasión, la revista especializada
Medicina Holística, así como informes de instituciones médicas
internacionales, se hacían eco del aumento de las malformaciones en
niños iraquíes afectados por el uranio empobrecido. Un solo ejemplo
aplastaría cualquier justificación para tratar de obviar el
genocidio: en Iraq, ese año, estaban naciendo niños sin ojos en una
proporción de 20 infantes por cada 4 000 partos, cuando la media
mundial es de un caso por cada 50 millones de nacimientos.

RECUENTO INCONCLUSO
No se puede olvidar que Estados Unidos está en año electoral, y
en ese festín mediático vale todo.
De esa forma, el candidato republicano, John McCain —ya con el
apoyo abierto del actual mandatario— ha dicho y reiterado que no
solo deben mantenerse las tropas norteamericanas en Iraq, sino que
deben incrementarse. En sus últimos discursos electorales afirmó que
Estados Unidos está ganando la guerra.
Pero los hechos y los datos dicen otra cosa.
En un reciente artículo publicado en el sitio digital español
WSWS, se afirma que, tras cinco años de invasión y ocupación, Iraq
quedó convertido en una tierra baldía de ciudades devastadas e
infraestructuras destrozadas.
De acuerdo con varias fuentes (estudio realizado por la Escuela
de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins de
Baltimore, Estados Unidos; textos publicados en la revista médica
The Lancet, y otros) más de un millón de personas murieron y otros
más quedaron mutiladas y traumatizadas, mientras dos millones de
iraquíes fueron obligados por la guerra a abandonar el país y otros
dos millones se han convertido en desplazados o refugiados internos.
De la economía ni hablar. ¿Qué podría argumentarse al respecto
dentro de ese gran caos, inseguridad, corrupción importada e
inestabilidad de todo tipo?
Agencias especializadas de la ONU señalan que el desempleo
fluctúa entre un 60 y un 70% de la población laboral; y que solo
para estabilizar la producción petrolera son necesarios no menos de
20 000 millones de dólares.
La pobreza extrema afecta al 43% de los iraquíes, mientras seis
millones de personas precisan de ayuda humanitaria. La mitad de la
población infantil de hasta cinco años padece desnutrición y el 11%
de los recién nacidos llegan al mundo con bajo peso.
Actualmente, el 70% de sus habitantes no tiene acceso garantizado
al agua potable y el 80% carece de servicios de saneamiento.
Otro "aporte" de la ocupación es que unos 2 000 médicos fueron
asesinados en estos cinco años, y la mitad de los 34 000 galenos
registrados en el año 2003 —al inicio de la guerra— abandonó el
país.
Súmase a esta crítica situación que el 90% de los 180 hospitales
carece de los recursos esenciales y algunos de ellos —según
denuncias—, se han convertido en centros clandestinos de detención,
tortura y asesinatos.
Casi un millón de niños en edad escolar abandonaron las escuelas
y solo la mitad de los que terminan los estudios primarios,
continúan en la secundaria. Hay, según censo reciente, 220 000
menores refugiados en países vecinos, que han tenido que interrumpir
sus estudios.
RECONSTRUCCIÓN = CORRUPCIÓN
Tanto para analistas internacionales como para fuentes asentadas
en Bagdad, la llamada reconstrucción del país es sinónimo de fraude
en el que están vinculados las autoridades locales y el mando
norteamericano, y, por supuesto, sus transnacionales instaladas allí
con la mirada puesta en la riqueza petrolera.
Del dinero que supuestamente debe ser empleado en reconstruir lo
destruido —sacado del petróleo que se exporta— el pasado año solo se
utilizó el 4,4%. Cinco años después, Iraq produce medio millón de
barriles de petróleo menos que los producidos un día antes de la
invasión.
UNA GRAN CÁRCEL
Además de un gran cementerio, Iraq es también —gracias a la
ocupación foránea— una gran cárcel donde se estima que hay más de
400 000 reclusos en 36 instalaciones, controladas en su gran mayoría
por el ejército de Estados Unidos, de acuerdo con un informe de la
abogada Sahar al-Yaseri, portavoz de la Unión de Prisioneros y
Detenidos de Iraq.
Según esa institución, 6 500 de los reos son niños y decenas de
miles, mujeres, y en casi todos los casos no se les ha formulado
acusación alguna.
La Unión de Prisioneros y Detenidos, en su informe de comienzos
del 2008 señala que en esas cárceles se cometen torturas y
violaciones que comparativamente hacen de Abu Ghraib un lugar
placentero.
CAOS E INESTABILIDaD
Uno de los mayores fiascos de la política de Bush desde la
ocupación tiene que ver con la necesidad de estabilizar un gobierno
creíble. Desde el interventor Paul Bremen, nombrado apenas iniciada
la ocupación, hasta las figuras iraquíes que aparecen como
autoridades gubernamentales, todos han fracasado.
¿Cómo gobernar en un país ocupado por un ejército extranjero de
unos 200 000 soldados; una cifra similar de fuerzas de seguridad o
mercenarios, foráneos también.
Al caos y la inestabilidad los acompaña la pesadilla que resulta
para los agresores sentirse atacados por una resistencia con apoyo
popular y logístico.
En ese contexto, el ejército norteamericano ha reclutado a
personas a las que paga 300 dólares al mes por no atacar a sus
militares. Se estima que el pasado año fueron formados 192 grupos
armados con más de 77 000 integrantes pagados, a los que, además, se
les exige que informen de la existencia de algún grupo contrario a
la ocupación.
Una reciente encuesta realizada en Iraq por las cadenas ABC-BBC,
refleja que el 98% de los sunitas y el 84% de los chiitas piden que
el ejército de Estados Unidos se vaya de su país.
Otro elemento que tiene que ver con el gran caos existente es
que, según se ha comprobado, desde el año 2004 las autoridades de
ocupación, el gobierno impuesto y las compañías transnacionales
llevadas allí por Washington, se han apropiado de 18 000 millones de
dólares de los fondos gubernamentales, que debieron dedicarse a la
reconstrucción.
En fin, este balance inconcluso de cinco años de ocupación que la
Casa Blanca insiste en presentar como victoria, no ha sido otra cosa
que un desastre humano en el que Iraq muere todos los días. |