Pero no hubo claudicaciones. Cuba existe, es socialista y no está
en coma, recuerdo que proclamó por esa época el arquitecto argentino
Rodolfo Livinsgton y fue así como seguimos, agobiados por lo especial
y duro de un periodo, pero luchando por la existencia, la
sobrevivencia, en medio de tuercas apretadas a un bloqueo genocida y
por encima de pronósticos de malos agoreros.
Jordi Mata Solanes, catalán de nacimiento, hijo de España y por qué
no también de Cuba, se hallaba entre aquellos que nos acompañaron en
el I Encuentro de Solidaridad. Vino —como hoy— con la mochila que
jamás le abandona, una camiseta de mangas cortas y un Che pegado a su
pecho.
"Desde siempre los he amado", confiesa a Granma, "tienen una
Revolución que les sobrepasa", expresa, por eso nos defiende y por esa
militancia solidaria con la mayor de la Antillas es por lo cual el
Consejo de Estado, a propuesta del Instituto Cubano de Amistad con los
Pueblos (ICAP), le concedió la víspera la Medalla de la Amistad. "Una
distinción que no creo merecer", dice.
Sin embargo, Jordi es uno de los fundadores de la Plataforma
catalana de Solidaridad Defensem Cuba; ha puesto en jaque, más de una
vez, a los enemigos de la Revolución.
También las publicaciones periódicas de artículos en medios de
prensa españoles; su programa radial "para hablar la verdad", según
comenta y el desvelo actual a través de la Asociación de Amistad
Camilo Cienfuegos, de Marina Alta, en Alicante, para tratar de traer
de vuelta a casa a los Cinco, "hombres que trascendieron las fronteras
de su Patria", apunta.
"¿La Medalla?, la agradezco. Un motivo que engrandece mi compromiso
en la causa por esta hermosa Isla", sonríe y concluye: "Mientras
existan injusticias que combatir y bloqueos que derrumbar, pues no
dudéis jamás que allí estaremos".