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Las Elecciones en Estados Unidos

¿A quien beneficiará la intervención de los "patricios"?

RAMÓN SÁNCHEZ-PARODI MONTOTO

La atención en esta etapa de primarias se concentra en conocer cual será, entre Hillary Clinton y Barack Obama, el nominado por el Partido Demócrata.

Obama ganó las primarias del sábado 8 en Wyoming (61% vs 38%) y sumó a su haber 7 de los 12 delegados en disputa. También triunfo el martes 12 en Mississippi con igual porcentaje y ganó al menos 17 delegados frente a 11 sumados por Hillary Clinton. El cómputo del Washington Post arroja 1596 delegados (de ellos 202 superdelegados) para Obama y 1484 delegados (incluyendo 233 superdelegados) para Hillary Clinton. (Debido a lo complejo del método de asignación de los delegados demócratas, las cifras definitivas pueden tener ligeras variaciones según la fuente empleada).

Quedan por celebrarse 9 elecciones de delegados y el proceso concluirá el 7 de junio con los caucuses de Puerto Rico, cuyos 63 delegados, en caso único entre los demócratas, se asignarán en su totalidad al ganador del caucus.

En los últimos enfrentamientos se decidirán 478 delegados. El 57% de ellos (273) serán elegidos en las primarias de Pennsylvania el 22 de abril (158) y de North Carolina el 6 de mayo (115). Se pronóstica que el primer evento sería ganado por Clinton y el segundo por Obama. Hay que tomar en cuenta que en ambos casos los delegados se repartirán proporcionalmente de acuerdo al porcentaje de votos alcanzados por cada cual y cualquiera de los aspirantes podría ganar cerca de 150 de esos delegados.

En las siete contiendas restantes se asignarán 205 delegados y ninguno de los aspirantes aún ganándolos todos (cosa prácticamente imposible según las reglas establecidas por el Partido Demócrata), lograría alcanzar la cifra necesaria para asegurar lo nominación. Requerirían además, sobre todo Hillary Clinton, del voto de la mayor parte de los aproximadamente 360 superdelegados aún no comprometidos. La AP estima que hay 282 superdelegados ya designados que no han comprometido su voto con ninguno de los dos aspirantes y se completa la cifra con 75 a ser designados en la primavera en las convenciones estaduales de los partidos.

Preocupados por el efecto negativo de una escisión en sus filas, los líderes del Partido Demócrata tratan de evitar la imagen de una solución impuesta por los delegados votando en contradicción con la voluntad expresada en primarias y caucuses y ya están activamente involucrados en una "mediación" para que uno de los aspirantes ceda a favor del otro.

Otra acción destinada a mantener la unidad de los demócratas es buscar una salida para restaurar la participación de los delegados de Michigan y Florida (dos estados que los demócratas aspiran a ganar en noviembre para lograr la presidencia) en la Convención Nacional. Las organizaciones demócratas de esos estados fueron sancionadas por el Comité Nacional Demócrata (CND) a la pérdida del derecho a participar en la Convención cuando fijaron sus primarias en una fecha adelantada no permitida por el CND.

El problema radica en qué tipo de elección hacer, cuándo tendría lugar, cómo se asignarían los delegados y, sobre todo, quién las financiaría. Howard Dean, presidente del CND, declaró que para admitir a esos delegados se requeriría de una nueva elección, pero no dispone de los fondos para costearla. Los gobernadores de Michigan y Florida, la demócrata Jennifer M. Granholm y el republicano Charlie Crist, respectivamente, han expresado que tampoco financiarían los eventos. El costo, que puede ser millonario, tendría que ser asumido por los respectivos comités partidistas estaduales o por las campañas de Obama y de Clinton, pero aún se está lejos de llegar a un acuerdo.

Hillary Clinton reclama que se acepten los resultados de las primarias ya realizadas, lo que le daría a ella un buen número de delegados porque fue la única que tuvo alguna forma activa de participación en esos eventos (cuestión también prohibida por el CND), mientras que Obama ha propuesto que se dividan los delegados a partes iguales entre él y Hillary.

En realidad la cuestión no radica tanto en los delegados que sumaría uno u otro aspirante (implicaría aumentar el número de delegados necesarios para la nominación), sino en evitar excluir de la Convención a los representantes de dos importantes estados, cuando está en juego la posibilidad de que sea en las deliberaciones de la propia Convención cuando se decida quién será el nominado y es necesario contar con todos los factores para alcanzar una decisión con la opinión de todos.

Es imperativo para el Partido Demócrata encontrar una solución a la participación de las delegaciones de Michigan y Florida en la Convención Nacional.

Como hay una corriente entre los delegados aún no comprometidos de reservar su decisión hasta que la situación esté mejor definida, se ha abierto un espacio para la "mediación", pero también parece que tomará largos meses poner de acuerdo a ambos candidatos. Por el momento, tanto Clinton como Obama han declarado estar abiertos a un compromiso, pero siempre que estén a la cabeza de la candidatura.

El asunto es harto complicado y no depende sólo de la voluntad de los candidatos. Como tanto el Partido Demócrata como el Republicano son en la práctica etiquetas bajo las cuales se agrupan con fines electorales una coalición de diversos grupos de poder con alguna afinidad política e ideológica y que el sistema de elección presidencial determina que la decisión descanse en la suma de los llamados "votos electorales" que aporta al candidato cada estado donde obtiene la mayoría del voto popular, se requiere un acuerdo que garantice a los demócratas la victoria en los estados que tradicionalmente votan por el candidato de ese partido, que abra la posibilidad de ganar en los estados que votan a veces por uno y a veces por otros (los llamados "swing states" o pendulares) y que los fortalezca en el propósito de arrancar al contrario algunos de los estados de tradición republicana. El objetivo ulterior es que la suma de todos esos votos electorales llegue a 270, el número "mágico" que le daría la victoria en la elección general del próximo noviembre. Como se comprende, la "mediación" es una tarea difícil, pero inevitable en las actuales circunstancias.

Del lado republicano, aunque aparentemente la situación de John McCain es más sólida, no estará exenta de retos y desafios. Tiene que convencer al electorado de apoyar la continuación de las tropas norteamericanas en Iraq y de mantener las políticas económicas de la Administración Bush, en medio de la impopularidad de la guerra y de una economía en descenso. Paralelamente, debe aplacar la irritación entre los conservadores más ortodoxos por su historial en el Senado de hacer causa común con demócratas liberales. Debe disipar las dudas sobre su futuro ya que sería el presidente de más edad en la historia de Estados Unidos y queda la duda de una recurrencia del cáncer que lo ha afectado.

Y más importante aún, en opinión de este autor, tiene que lograr una coalición que agrupe a su alrededor todas los sectores republicanos que apoyaron a los otros candidatos que se retiraron de la contienda. Hay que tener en cuenta que McCain logró una temprana victoria debido al sistema republicano donde al ganador de la elección estadual se le otorgan todos los delegados. En las primeras elecciones, McCain ganó, pero sus contendientes obtuvieron en conjunto una mayor cantidad de votos, y fue cuando se enfrentó solo a Michael Huckabee, un candidato que surgió a última hora, que logró sus más amplias victorias.

El martes 12, McCain anunció que ya ha comenzado el proceso para la selección de un vicepresidente de su candidatura, pero tradicionalmente la designación del candidato se hace pública unas semanas antes de la Convención Nacional, que en el caso republicano será a principios de septiembre.

De todas formas, debe tomarse en cuenta que el proceso electoral presidencial en Estados Unidos está sólo concluyendo una de las primeras etapas: la definición de los candidatos a la presidencia. Quedan aún más de siete largos meses de campaña electoral y mucho puede ocurrir en ese período. Si no, pregúntarle al gobernador de New York, el demócrata Eliot Spitzer, forzado a renunciar al aparecer involucrado en alquilar los servicios de una prostituta.

 

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