Me llena de satisfacción pensar que el legendario pueblo chino,
de milenaria cultura, tendrá a su alcance las modestas ideas
contenidas en este libro. Ello se debe a la gentileza del Instituto
de Estudios Latinoamericanos y la Editorial de Ciencias Sociales,
adscritos a la Academia de Ciencias Sociales de China, al traducir a
ese rico idioma el volumen Cien Horas con Fidel, en las que
respondo las preguntas del periodista francés Ignacio Ramonet.
José Martí, nuestro Héroe Nacional, mientras se enfrentaba al
dominio colonial español, hace casi 120 años en un libro dirigido a
niños y adolescentes, habló de un emperador chino que al proclamar
su victoria exclamó: "¡Cuando no hay libertad en la tierra, todo el
mundo debe salir a buscarla a caballo!"
La historia de Cuba es testigo de la firme convicción con que los
chinos tenían arraigado el sentido de la libertad. La participación
heroica en nuestra guerra de independencia de muchos ciudadanos
chinos —que llegaron engañados a la colonia española en Cuba bajo la
forma de contratos promovidos por Inglaterra, que entonces por
razones mercantilistas y de competencia quería sustituir la
esclavitud africana por la esclavitud china— se sumó a los elevados
conceptos que teníamos de China los cubanos, que derramamos nuestra
propia sangre desde 1868. Gonzalo de Quesada, amigo entrañable de
Martí, lo afirmó en una breve y rotunda expresión: "No hubo un chino
cubano desertor. No hubo un chino cubano traidor".
A mediados del siglo XX, las revoluciones sociales que tuvieron
lugar, primero en China y más tarde en Cuba, hermanaron para el
futuro a nuestros dos pueblos en la misma trinchera de lucha por el
socialismo.
A sólo 86 años de la fundación de su Partido Comunista y 57 de la
proclamación de la República Popular, China se ha convertido en el
principal motor de la economía mundial.
Cuba, por su parte, en una distante latitud, ha resistido sin
doblegarse casi 50 años de agresiones y férreo bloqueo económico de
los Estados Unidos, la más poderosa potencia imperialista que conoce
la historia. Si Cuba ha sido capaz de organizar su resistencia, ello
se debe no sólo a su patriotismo, sino también a la amplia
solidaridad y el apoyo que recibió de otros pueblos revolucionarios
del mundo, entre ellos la entrañable República Popular China.
Nuestros destinos se entrelazan en un mundo en que la fuerza y la
unipolaridad habrá que enfrentarlas con sabiduría y multipolaridad.
Con China hay que contar en el panorama mundial del siglo XXI, y
muchos de los grandes desafíos de la humanidad no tendrán solución
sin su activa y cardinal participación.
Por esas razones esenciales, concedemos excepcional importancia a
esta entrega editorial, que permitirá a lectores y estudiosos dentro
de la gran nación china disponer de una mayor información sobre la
historia de nuestra región latinoamericana y los acontecimientos de
gran repercusión internacional que se desarrollaron o tienen lugar
hoy en este hemisferio. Numerosos y complejos son los temas que
abarcan las preguntas formuladas por el periodista francés durante
largas conversaciones sostenidas entre 2003 y 2005, sin tener idea
de que mis respuestas engendrarían este libro.
Ramonet, activista y militante del movimiento mundial de lucha
contra la globalización neoliberal, plantea con transparencia en su
introducción aquellas cosas con las que, desde su punto de vista de
intelectual europeo, puede no estar de acuerdo con nosotros los
cubanos. Esos señalamientos aparecen textualmente en la edición
española y en la primera edición cubana.
Publicadas ya la edición española y la primera cubana en idioma
español, que habían visto la luz sin que antes dispusiera yo de la
oportunidad de revisar la transcripción de la entrevista, me hice el
compromiso de realizar con el propio Ramonet una completa y
minuciosa revisión del extenso material, parte del cual estaba
grabado o filmado y otra procedía de breves notas tomadas
rápidamente a mano en largos viajes aéreos o utilizando otros medios
de transporte por tierra. Me encontraba inmerso en esa ineludible e
importante tarea y en otras actividades de las múltiples que exige
nuestra lucha cuando enfermé, a fines de julio del 2006. Mientras me
atendían en el hospital, y durante semanas enteras, dediqué el
tiempo a revisar todas las respuestas, párrafo por párrafo, acerca
de los principales episodios señalados en ellas.
La segunda edición cubana fue publicada un mes y algunos días
después con motivo de la celebración en La Habana de la Décimocuarta
Cumbre de Países No Alineados, en septiembre. El texto entregado a
Ramonet aumentó 80 páginas, entre ellas las dedicadas a las cartas
intercambiadas con el Primer Ministro soviético Nikita Jruschov
durante la Crisis de Octubre de 1962 y con el Presidente iraquí
Saddam Hussein a raíz de la ocupación de Kuwait en 1990, y el relato
dramático de los pasos dados por Cuba durante el fallido golpe de
Estado en Venezuela en abril de 2002.
En la perenne búsqueda de ofrecer una información más amplia y
exacta, ya convaleciente, dediqué varias semanas a la preparación de
la tercera edición, a fin de obsequiarla a muchos amigos que el 2 de
diciembre de 2006 vendrían a Cuba para celebrar mi 80 cumpleaños,
ocurrido casi cuatro meses antes, el 13 de agosto de ese año. Al
texto se incorporaron nuevas precisiones de estilo y contenido, y
respuestas a nuevas preguntas especialmente formuladas por el
periodista Ignacio Ramonet para la edición francesa del libro.
El lector chino podrá apreciar que algunas de las ideas expuestas
estaban en pleno desarrollo cuando a lo largo de varios años me
hicieron las preguntas, ninguna de las cuales eludí responder. En la
actualidad cuento con mucha más información y he dispuesto de tiempo
para meditar y profundizar sobre aquellos temas.
Es un honor adicional que la publicación se realice en fecha
próxima al Primero de Octubre, con motivo del Aniversario 58 de la
Proclamación de la Revolución y la Independencia chinas, fruto de la
extraordinaria proeza militar y revolucionaria de un pueblo al que
siempre admiré por su laboriosidad, inteligencia y heroísmo.
