Tuvieron lugar las primarias del 4 de marzo en Texas, Ohio,
Vermont y Rhode Island sin que Barack Obama, como era su intención,
lograse poner a Hillary Clinton fuera de combate en la disputa por
la nominación demócrata a la presidencia de Estados Unidos. Como
consecuencia la nominación del candidato demócrata está aún por
decidir. La candidatura de Hillary Clinton se mantiene con vida y
queda un largo camino por recorrer para decidir el candidato del
partido que se identifica con un burro.
Los cálculos sobre los delegados que Hillary y Obama pueden
lograr en los eventos que se celebrarán a partir de ahora hasta el
último en las primarias de Puerto Rico el próximo 7 de junio,
apuntan a que ninguno alcanzará el número de delegados comprometidos
que le permitan acumular los 2 025 necesarios para asegurar su
nominación en la Convención Nacional Demócrata a finales de agosto.
Hillary Clinton se repuso del mal momento que atravesaba desde el
"Gigamartes" del 5 de febrero y consiguió parar la ofensiva de
Barack Obama, quien solamente logró ganar el voto popular en las
primarias de Vermont. La Clinton se impuso por un amplio margen en
Ohio y Rhode Island y por un resultado más estrecho en Texas. Pero
las victorias se tradujeron en términos de delegados en un botín
magro; solo obtuvo en los cuatro estados un total de 12 delegados
más que Obama, con 12 aún por asignar: 10 en Texas y 2 en Ohio.
Según el estimado de la AP, Obama acumula 1 562 delegados y
Clinton 1 461, sin contar los 12 aún por decidir. De estas cifras,
Obama cuenta con 202 superdelegados y Clinton con 241. Aún hay algo
más de 350 superdelegados que no han decidido a quién apoyar.
El senador afroamericano debió enfrentarse en las dos últimas
semanas a una propaganda negativa, caracterizada por ataques
constantes tanto de su contraparte demócrata como del bando
republicano. También tenía una gran desventaja inicial que logró
neutralizar en gran medida en Texas (perdió 47% vs. 51%) donde
Clinton cuenta con fuertes y profundas relaciones. Ahora Obama se
convertirá en el blanco de ataques combinados de sus rivales
republicanos y demócratas.
Los líderes demócratas se preocupan por que sean los
superdelegados de designación automática y no los delegados electos
quienes jueguen el papel decisivo en la nominación del candidato
demócrata (lo cual sería tildado de antidemocrático) o que la
determinación del nominado concluyese tardíamente en un debate en la
propia Convención Nacional.
Por tanto, ya de hecho está planteada la necesidad de que los
"patricios" demócratas, entre los cuales se mencionan a Albert Gore,
John Edwards, Nancy Pelosi y Bill Richardson, entre otros,
intermedien entre Obama y Clinton para alcanzar un compromiso: la
llamada "convención negociada". Adelantándose a los acontecimientos
y para "arrimar la brasa a su sartén", Hillary Clinton ha declarado
su disposición a llevar a Obama como su vicepresidente. Sobre el
tema, Obama consideró que "es prematuro hablar acerca de una
candidatura conjunta".
Quedan largos meses para esta negociación. Salvo que uno de los
aspirantes cometa un grave error político, no es previsible que se
alcance por ahora un compromiso, al menos hasta dentro de dos meses,
después de las primarias de Pennsylvania, en dependencia de cómo les
vaya la fortuna electoral.
En el lado republicano el resultado fue el previsto. John McCain
sobrepasó el número de delegados necesarios para garantizar su
nominación, triunfando ampliamente en todos los estados.
McCain tiene fuertes desafíos por delante. En primer lugar,
deshacer las dudas de los conservadores, especialmente de los
elementos más recalcitrantes, acerca de que como eventual presidente
se mantendrá fiel a los principios políticos conservadores.
No menos importante y difícil resultará convencer a un electorado
que se manifiesta a favor de un cambio en las políticas
gubernamentales en cuanto a la guerra en Iraq y a la situación
económica del país. El candidato fijó sus prioridades en
declaraciones públicas señalando que como presidente sus objetivos
serían "asegurar (al país) contra el extremismo islámico, ser
victorioso en Iraq, confiar en el comercio y una economía sólida".
Sin ánimos de suscribirnos a una teoría de "conspiración" en las
altas esferas del gobierno norteamericano, llama la atención que en
los últimos dias se han producido acciones bélicas, que caen dentro
de la categoría de "conflictos de baja intensidad", puesta en boga
por la administración Reagan en los años ochenta del pasado siglo,
en los cuales está presente la mano oficial norteamericana, ya sea
en un ataque desde Colombia contra un campamento de las FARC en
Ecuador, la masacre cometida por Israel en Gaza, o el bombardeo del
Pentágono contra un "conocido terrorista" de Al Qaeda en Somalia
(días después de que circulara una foto de Obama vestido con ropas
tradicionales somalíes).
Cabe la sospecha de que sectores en la administración Bush se han
decidido a "batir los tambores de la guerra", reforzando el espíritu
belicista de la guerra en Iraq y en Afganistán y las amenazas contra
Irán, cuando se define como candidato republicano a la presidencia
un personaje cuya mayor credencial es precisamente el apoyo a la
política belicista del gobierno de Bush.
Nada más beneficioso para McCain que la creación de un clima que
promueva la actitud patriotera y que pueda hacer caer a la oposición
demócrata en la trampa de una política continuista, como ya les
sucedió en las elecciones del 2000 y del 2004.
*El autor fue jefe de la Sección de Intereses de Cuba en
Washington, D.C., de septiembre de 1977 a abril de 1989.