Su
estampa no llama la atención. Enfundado en una talla de pantalón
ligeramente superior a la suya, el matancero Yadil Mujica no da
pelotero a simple vista. Pero esa ausencia de gracia la compensa con
la virtud de hacerlo casi todo bien en el campo corto.
Al guante no es segundo de nadie y batea como pocos torpederos.
Ya en su quinta temporada, con un juego más sólido en las dos
últimas campañas, este muchacho suscita la admiración de los
aficionados y muchos creen que está listo para empeños mayores.
Mujica tiene 23 años de edad y mide 1.84 de estatura, con 74
kilogramos de peso corporal. Es oriundo de la pequeña comunidad
Favorito, en el municipio de Martí. Dice que en el caserío lo
quieren con el alma. Allí vive con su mamá y su hermano menor,
bendecido por el afecto de los vecinos y de los buenos amigos.
Confiesa que su primer embullo por la pelota comenzó a la edad de
9 años, bajo las riendas de su papá, quien integró equipos de la
provincia en los años 70. "Entrenábamos en el patio de la casa. El
viejo se tomó el trabajo de enseñarme en aquel pequeño espacio,
donde aprendí el abecé de la pelota: fildear y batear".
Militaba en la categoría 9-10 años cuando salió del anonimato.
"Fui junto a otros cuatro niños a un entrenamiento a Japón. Resultó
mi primera gran experiencia. Luego, en el 11-12, representé a Cuba
en un centroamericano y un panamericano, siempre como segunda base.
No tuve igual suerte en las categorías inmediatas superiores".
—¿Influencias de algún torpedero en especial?
—Germán Mesa es mi ídolo. Me llamaba la atención que a pesar de
sus jugadas de lujo nunca quedaba conforme, sino ansioso por hacer
otra de sus maravillas. Por mi condición de zurdo, me sentí atraído
por el excelente sistema de bateo de Eduardo Cárdenas, quien
acostumbraba a conectarles con cierta facilidad a los lanzadores de
la llamada mano equivocada.
—¿Alguna enseñanza de los más consagrados?
—Rosique y Urquiola depositaron confianza en mí, sin dejar de
reprocharme las fallas. También me ayuda Eduardo Paret, consejero
sobre cómo mejorar ciertos aspectos, un buen amigo y un gran
pelotero.
—De los más jóvenes, ¿a quiénes ves con mayores posibilidades?
—Candelita y Echevarría son formidables a la defensiva. El
primero parece mejor bateador, pero el santiaguero no es nulo ni
mucho menos, solo que descuida la ofensiva.
—¿A qué le das más importancia?
—Suelo hacer hincapié en el aspecto defensivo, pues cometía
muchos errores en tiros a la inicial. Me presionaba por batear más,
sobre todo en el comienzo de la temporada. Sigo insistiendo en
perfeccionar el tiro desde las posiciones más incómodas.
—¿Cuál es tu peor recuerdo?
—Frente a Industriales, con bases llenas, se me fue la bola por
debajo del guante y entre las piernas. Llegué llorando al banco.
Mayito Bonet, director entonces, me dio aliento y logró con
ejercicios que corrigiera la mala costumbre de fildear demasiado
parado.
Mujica, de carácter sereno y no muy conversador, piensa que
cumple con su misión de capitán del Matanzas, equipo, asegura, que
mejorará en los próximos años. En su incursión del 2007 por Italia
bateó para 435 y dejó muy grata impresión. Despunta en el ataque
yumurino en la actual Serie, al promediar por encima de los 350.
Habla con fervor sobre su futuro en la pelota y quiere, como el
mismísimo Germán Mesa, hacerlo mejor en cada salida al terreno.