Mujica confía en sus manos

Ventura de Jesús

Foto:Ricardo López HeviaSu estampa no llama la atención. Enfundado en una talla de pantalón ligeramente superior a la suya, el matancero Yadil Mujica no da pelotero a simple vista. Pero esa ausencia de gracia la compensa con la virtud de hacerlo casi todo bien en el campo corto.

Al guante no es segundo de nadie y batea como pocos torpederos. Ya en su quinta temporada, con un juego más sólido en las dos últimas campañas, este muchacho suscita la admiración de los aficionados y muchos creen que está listo para empeños mayores.

Mujica tiene 23 años de edad y mide 1.84 de estatura, con 74 kilogramos de peso corporal. Es oriundo de la pequeña comunidad Favorito, en el municipio de Martí. Dice que en el caserío lo quieren con el alma. Allí vive con su mamá y su hermano menor, bendecido por el afecto de los vecinos y de los buenos amigos.

Confiesa que su primer embullo por la pelota comenzó a la edad de 9 años, bajo las riendas de su papá, quien integró equipos de la provincia en los años 70. "Entrenábamos en el patio de la casa. El viejo se tomó el trabajo de enseñarme en aquel pequeño espacio, donde aprendí el abecé de la pelota: fildear y batear".

Militaba en la categoría 9-10 años cuando salió del anonimato. "Fui junto a otros cuatro niños a un entrenamiento a Japón. Resultó mi primera gran experiencia. Luego, en el 11-12, representé a Cuba en un centroamericano y un panamericano, siempre como segunda base. No tuve igual suerte en las categorías inmediatas superiores".

—¿Influencias de algún torpedero en especial?

—Germán Mesa es mi ídolo. Me llamaba la atención que a pesar de sus jugadas de lujo nunca quedaba conforme, sino ansioso por hacer otra de sus maravillas. Por mi condición de zurdo, me sentí atraído por el excelente sistema de bateo de Eduardo Cárdenas, quien acostumbraba a conectarles con cierta facilidad a los lanzadores de la llamada mano equivocada.

—¿Alguna enseñanza de los más consagrados?

—Rosique y Urquiola depositaron confianza en mí, sin dejar de reprocharme las fallas. También me ayuda Eduardo Paret, consejero sobre cómo mejorar ciertos aspectos, un buen amigo y un gran pelotero.

—De los más jóvenes, ¿a quiénes ves con mayores posibilidades?

—Candelita y Echevarría son formidables a la defensiva. El primero parece mejor bateador, pero el santiaguero no es nulo ni mucho menos, solo que descuida la ofensiva.

—¿A qué le das más importancia?

—Suelo hacer hincapié en el aspecto defensivo, pues cometía muchos errores en tiros a la inicial. Me presionaba por batear más, sobre todo en el comienzo de la temporada. Sigo insistiendo en perfeccionar el tiro desde las posiciones más incómodas.

—¿Cuál es tu peor recuerdo?

—Frente a Industriales, con bases llenas, se me fue la bola por debajo del guante y entre las piernas. Llegué llorando al banco. Mayito Bonet, director entonces, me dio aliento y logró con ejercicios que corrigiera la mala costumbre de fildear demasiado parado.

Mujica, de carácter sereno y no muy conversador, piensa que cumple con su misión de capitán del Matanzas, equipo, asegura, que mejorará en los próximos años. En su incursión del 2007 por Italia bateó para 435 y dejó muy grata impresión. Despunta en el ataque yumurino en la actual Serie, al promediar por encima de los 350. Habla con fervor sobre su futuro en la pelota y quiere, como el mismísimo Germán Mesa, hacerlo mejor en cada salida al terreno.

 

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