Compañeras y compañeros diputados:
El pequeño incidente de la página perdida me convino para poder
terminar de escribir estas breves notas —eso es en ayuda de María
Esther (Risas y aplausos)— que, como es natural, no han sido
improvisadas en este momento y han sido profundamente meditadas y
colegiadas en los lugares correspondientes.
Después de lo expresado por el presidente de la Asamblea, compañero
Alarcón, en referencia al Artículo 75 de la Constitución, inciso ll),
sobre la responsabilidad de la Asamblea en sus atribuciones, de
designar, a propuesta del Presidente del Consejo de Estado al primer
vicepresidente, a los vicepresidentes y demás miembros del Consejo de
Ministros, haciendo uso, por lo tanto, del Artículo 93 sobre las
atribuciones del Presidente del Consejo de Estado y Jefe de Gobierno,
entre las que se encuentran el inciso d), leo: "Proponer a la Asamblea
Nacional del Poder Popular, una vez elegidos por esta, los miembros
del Consejo de Ministros." Sobre este aspecto haré tres proposiciones,
que previamente fueron colegiadas con el Buró Político y el
Secretariado del Comité Central, incluyendo la opinión del compañero
Fidel.
La primera de estas proposiciones, que es muy importante, es en
cuanto a lo expresado en el artículo que acabo de leer, respecto a la
presentación del gobierno ante esta Asamblea Nacional del Poder
Popular.
Los compañeros anteriormente mencionados y yo, consideramos que
este paso no debe constituir un simple acto formal de nombramiento o
ratificación de uno u otro compañero en estos precisos momentos.
Pensamos que lo más importante es disponer de más tiempo para
estudiar, con profundidad, no solo los compañeros que compongan el
gobierno, su trabajo, sus resultados, etcétera, sino lo más
importante: que podamos disponer de tiempo para estudiar con
profundidad la actual estructura y funciones de los organismos de la
Administración Central del Estado y, una vez concluidos, hacer la
propuesta o presentación del nuevo gobierno y los demás cambios que se
decidan sobre estructuras y funcionamiento, etcétera, en otra sesión
de la Asamblea en el transcurso del presente año. Ni siquiera en
julio, pedimos el año completo para estudiar con profundidad estos
aspectos, y en una asamblea ordinaria, cabe que sea la de fin de año,
o en una extraordinaria, si es necesario citarla, tratemos con más
profundidad este tema. Es la aprobación del gobierno de la república.
A este tema me referiré más ampliamente en la clausura de esta
solemne sesión dentro de unos minutos.
No obstante esta primera proposición, es necesario hacer dos
excepciones: la primera es que debo abandonar inmediatamente el cargo
de Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que he desempeñado
desde el mes de octubre de 1959. Desde luego, me considero con el
derecho de ponerme de vez en cuando mi uniforme, como lo tiene mi
amigo Juancito, Guillermo, Ramiro y demás compañeros de las Fuerzas
Armadas; y también tengo, por razones del cargo por el cual ustedes me
acaban de elegir, la máxima responsabilidad en las cuestiones de la
defensa del país. Y para ese cargo, los mismos compañeros
anteriormente mencionados, que fueron partícipes de la primera
proposición que acabo de hacerles, proponemos al General de Cuerpo de
Ejército Viceministro Primero del MINFAR, Julio Casas Regueiro
(Aplausos).
Se ve que ustedes lo conocen, vieron su biografía:
Fue fundador del Segundo Frente Oriental "Frank País".
En 1959, fundador, junto con otros compañeros de la Columna 6 de
ese frente, de la Policía Nacional Revolucionaria. Con dicha
institución participó en los combates de Playa Girón.
Pasó a las FAR, donde ocupó diferentes y ascendentes
responsabilidades: fue sustituto, entre otros, del Ministro para la
actividad económica y logística, en la cual trabajó brillantemente;
jefe en una etapa de la Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea
Revolucionaria, cuando teníamos un vacío y no había a quien poner, y
trabajó igualmente bien en ese complicado tipo de fuerzas armadas;
jefe de un ejército, del Ejército Oriental; viceministro primero
cuando existían tres viceministros primeros —hoy existe uno solo y es
suficiente.
Cumplió misión combativa en la República de Etiopía en África.
Fue elegido miembro del Buró Político en el IV y V Congresos del
Partido; diputado desde 1981, y miembro del Comité Central y del
Consejo de Estado desde 1998.
General de Cuerpo de Ejército, como dijimos, desde el 2001, y en
ese mismo año se le confirió el título honorífico de Héroe de la
República de Cuba y la Orden Playa Girón.
Yo, que he criticado a casi todos los generales de las Fuerzas
Armadas, y en las reuniones también me he criticado yo, no recuerdo
haberle hecho durante estos últimos 50 años ninguna crítica de
consideración al compañero Julio Casas (Aplausos), salvo la de —como
decimos los cubanos— ser muy tacaño (Risas); pero de ahí se derivan
sus éxitos en el frente económico, entre otras actividades, en el
Ministerio de las Fuerzas Armadas.
Es contador, fue bancario en Santiago de Cuba antes de alzarse,
tiene alguna experiencia, y una de sus grandes virtudes ha sido la
fama que tiene entre todos los generales de un sentido práctico del
ahorro, a tal extremo que por ahí existe una orden mía, firmada y
legalizada, donde es al único que yo le daba facultades para vetar por
una vez mis decisiones económicas, sobre todo en los primeros tiempos
de él ocupar esta última responsabilidad.
Eso mucha gente no lo creía, y es que, como suele suceder en los
recorridos por ahí, después del período especial sobre todo, los jefes
de ejércitos y otros jefes de grandes unidades, como suelen hacer los
subordinados, ver el momento de alegría o de satisfacción, el estado
de ánimo del jefe, aprovechaban un instante, se acercaban a uno y me
decían: "Jefe, Ministro, por el período especial se me quedó tal obra
parada, o tengo tal y cual problema, etcétera", y yo ordenaba a un
ayudante: "Anota eso ahí para resolverlo." Después resultaba que
cuando daba la orden, le llegaba a Julio Casas, él muchas veces me
venía a ver y decía: "Ministro, problemas como este tenemos 17 en el
resto del país y algunos más importantes, ¿a quién le quitamos el
dinero para dárselo a esta solicitud suya?" Y es así cómo le di el
derecho. Llegué a la conclusión, está escrito y circulado a los jefes
correspondientes, de que tenía derecho a vetar cualquier decisión mía
que estuviera fuera del plan. Y por eso muchos jefes, algunos de los
cuales veo sus rostros sonrientes aquí, comentaban, entre ellos, que
había que hacer una campaña para echar abajo el veto (Risas), cosa que
no lograron, se acostumbraron, yo me quité bastantes presiones de
encima y después se las pasé a él, que dice: "Sí o no", dentro de los
marcos establecidos de sus facultades.
Creo que no hace falta decir más nada de él, solo que está bien
experimentado. Baste decir que desde la Proclama del Comandante en
Jefe el 31 de julio de 2006, hace 18 meses, aproximadamente, desde
entonces él tiene el peso principal del Ministerio de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias. Eso es todo.
Si ustedes están de acuerdo, el Consejo de Estado incluido,
procederemos a firmar los documentos correspondientes. Pero yo
prefiero que en vez de votar por este caso, sea el Presidente de la
Asamblea el que decida cómo hacerlo, pero pido primero que me dejen
hablar.
El segundo tema o segunda excepción que consideramos que debemos
hacer a la principal proposición, que fue la primera que les expresé,
es el nombramiento del Primer Vicepresidente del Consejo de Ministros.
Como ustedes saben, los cargos de Primer Vicepresidente del Consejo
de Estado y del Consejo de Ministros, que hasta ahora yo los
representaba, se ha decidido, por razones obvias, y muy esencialmente
en las condiciones en que se encuentra nuestro país y se ha encontrado
durante casi medio siglo, garantizar en la cúspide del poder la unidad
—me refiero a la unidad ejecutiva, no a la unidad política, que
sabemos es magnífica—; frente a cualquier eventualidad, en uno de sus
máximos dirigentes, de accidentes, atentados, o lo que sea, que se
mantenga esa continuidad sin interrupción de ningún tipo. Y, por lo
tanto, proponemos que el actual Primer Vicepresidente del Consejo de
Estado sea a su vez el Vicepresidente del Consejo de Ministros, y ese,
como ya se sabe, no es otro que el compañero José Ramón Machado
Ventura (Aplausos).
Machado tampoco necesita presentación, pero no todos conocen a
plenitud su vida, su historia, aunque ustedes vieron un resumen que
leyeron en la mañana de hoy.
A Machado lo conocí también hace más de 50 años en la Sierra
Maestra, los dos pertenecíamos a la Columna 1 del Comandante en Jefe;
médico de profesión. Cruzamos juntos para abrir el Segundo Frente y
van a cumplirse en estos días 50 años, el 11 de marzo llegamos, y el
día 27 se cumplirán 50 años de que nos ascendieran a Comandante a
Almeida y a mí, y como comentamos a veces: "¡Qué trabajo nos costó
llegar a Comandante y cuántos años!"
En el Segundo Frente, Machado era jefe de los servicios médicos,
fue médico y combatiente; combatiente y herido, hay quien es herido de
casualidad porque una bala perdida le dio en la retaguardia, o una
bomba de aviación... En la última ofensiva de Batista, en el frente de
Guantánamo curaba a los heridos en el borde delantero; enviaba a los
heridos hacia la retaguardia, les quitaba el fusil y se pegaba a tirar
tiros, lo hirieron y le prohibí que continuara haciendo esas
actividades fuera de su función principal que era la de cuidar a los
heridos, curarlos y sobre todo atender a la población que residía en
los numerosos hospitales que hizo en campaña, algunos hasta con rayos
X, a pesar de que en los lugares en que nos encontrábamos
prácticamente la mayoría de la población nunca había visto
personalmente a un médico.
Después del triunfo fue Ministro de Salud Pública, y como yo dije
en el Buró Político —con perdón de los que fueron o del que está, que
es el propio Balaguer—, según mi opinión, la de Fidel y la de muchos
otros compañeros, fue el mejor Ministro de Salud Pública que ha tenido
este país (Aplausos). Ahí estuvo siete años, de 1960 a 1967.
En 1968 había una situación muy complicada en Matanzas, el Partido
estaba muy débil, como decíamos en aquella ocasión vulgarmente, era un
ripio de Partido, y Fidel le dijo: "Deja este ministerio y vete para
allá", porque ya se empezaba a preparar la zafra de 1970. Fue para
allá, y bajo su dirección la provincia de Matanzas fue la única que
cumplió su plan de zafra, un millón de toneladas de azúcar; eran seis
provincias en aquel momento, le sobró caña que tuvo que mandar para
Villa Clara y para la provincia de La Habana, que era una sola.
Incluso recuerdo la consigna que tenía la población matancera:
"¡Matanzas un millón, Henequeneros campeón!", que era el nombre que
tenía entonces el equipo de pelota de dicha provincia. Cumplieron las
dos.
Creo que estando Lazo por allá, en una o dos ocasiones
posteriormente, llegaron al millón. Eso fue por la caña que te dejó
Machado sembrada ahí seguro (Risas). Eran otros tiempos.
Allí estuvo nuestro amigo Machado, y en 1971 se nos presentó la
misma situación con el Partido en la provincia de La Habana, que era
las dos provincias actuales. Si vista por separado cada una es
bastante difícil, una porque es la capital, con sus características;
otra, porque es una de las que tiene más municipios, 19 municipios,
imagínense las dos juntas, y Fidel le pidió que viniera a ocuparse del
Partido, que tenía una situación similar a la de Matanzas. Yo llegué a
pensar, y se lo comenté un día: "Oye, Machado, tú eres un remendador
de partidos o de comités provinciales." Pero hizo bien esas dos
tareas.
Es miembro del Buró Político desde el Primer Congreso y organizador
del Partido desde 1974. Diputado y miembro del Consejo de Estado desde
la primera legislatura.
Como lo conocen la mayoría de ustedes, es exigente, ¡es muy
exigente! A fuer de sincero a veces le he dicho personalmente que
exige no con los mejores métodos, a veces. Pero es exigente como solía
—sin pretender ni mucho menos compararlo— exigir el Che, que empiezan
por exigirse a ellos mismos más que lo que les exigen a los demás
(Aplausos).
Y a la exigencia también le tengo dedicado un pequeño párrafo en
mis próximas palabras, en esta sesión.
Yo he concluido, compañero Presidente.