Impactados aún por su histórico mensaje anunciado este martes, hemos celebrado nuestra periódica reunión de Presidentes que contó varias veces con su presencia y siempre con su atención e interés, incluso en estos últimos meses de convalecencia.

No podríamos negarle nuestra tristeza porque como cuadros formados en su extraordinario magisterio a lo largo de más de medio siglo, no le mentiríamos jamás. Pero tampoco le ocultamos el infinito orgullo que sentimos ante esta nueva lección de sabiduría y altruismo de quien no ha tenido "ni una hora de descanso en la tarea de fomentar la patria", como escribió Martí.

Hemos puesto todo el empeño en dirigir nuestras actividades siguiendo sus orientaciones, atendiendo sus frecuentes, oportunos y justos señalamientos, tratando cada día de ser mejores en el cumplimiento de las tareas de dirección que nos ha tocado desempeñar en esta época gloriosa de la nación que tuvimos la suerte de compartir bajo su guía al frente de la generación fundadora que hizo posible la continuidad de la heroica lucha de nuestro pueblo iniciada en La Demajagua y coronarla en victoria.

A su lado, más que nunca, el honor y la dignidad de los cubanos escalaron las cimas más elevadas en cientos de batallas frente a nuestro ancestral enemigo.

Y a nuestro lado seguirá Usted, como Comandante en Jefe de la Revolución, como el más consagrado soldado de las ideas que ha decidido ser en los próximos tiempos, multiplicando con ellas el arsenal con que contaremos en los nuevos combates difíciles y complejos que tenemos por delante.

Con nuestro cariño y admiración, llegue a Usted el eterno agradecimiento por su ejemplo y por la obra que nos lega, y nuestro compromiso irrevocable de que, junto al compañero Raúl y las varias generaciones de cuadros con que hoy contamos, mantendremos enhiestas, con prudencia y firmeza, las banderas de la Revolución y el Socialismo.

Tampoco nos despedimos.

Reciba el más cálido de los abrazos.