El
18 de febrero de 1958 fue asesinado Ramón Pando Ferrer, luego de ser
torturado de manera despiadada por sus captores, quienes lo apresaron
cuando se disponía a viajar hacia el llano en busca de pertrechos para
el Frente Guerrillero recién creado en el lomerío del Escambray.
Pando era uno de los jóvenes más valerosos de aquella generación
que integró las filas del Directorio Revolucionario 13 de Marzo,
inspirados en el ejemplo de José Antonio Echeverría. Prueba de ello
resultó que sus captores no lograron arrancar de sus labios una sola
confesión que comprometiera el destino de sus compañeros y de la causa
defendida por él.
Ferrer, quien había sido nombrado anteriormente, a propuesta de
Agustín Gómez Lubián, al frente del Directorio en la provincia de Las
Villas, se consagró al apoyo de los expedicionarios de la embarcación
Scapade, la que arribó a Cuba al mando de Faure Chomón para crear un
nuevo frente guerrillero.
Para esa fecha el joven ya era conocido y buscado por los sicarios
de la tiranía por su participación en varias actividades
revolucionarias contra la dictadura en Santa Clara, entre ellas, las
realizadas como presidente del grupo pro-FEU de la Universidad Central
de Las Villas.
Luego de establecer las coordinaciones necesarias con Piro Abreu,
dirigente de la organización en Sancti Spíritus, Pando preparó las
bases para el establecimiento del futuro frente guerrillero.
Tras la llegada de las nuevas fuerzas revolucionarias al territorio
montañoso del Escambray el 13 de febrero, el destacado revolucionario
se dio a la tarea de lograr la unidad con otros grupos asentados en el
lugar, sin que pudiera lograr sus objetivos debido a los malsanos
propósitos de aquellos hombres.
A mediados de febrero, mientras regresaba al llano, como parte de
los riesgosos trajines de la clandestinidad, el joven de 24 años
resultó sorprendido junto a Clodomira Acosta, quien afortunadamente
logró escapar.
Tras sufrir atroces castigos y vejaciones y ante la impotencia de
los sicarios por la falta de colaboración del detenido, lo mataron y
desaparecieron su cadáver en los intrincados parajes del lomerío.
Pretendían así los esbirros borrar su ejemplo imperecedero y
amedrentar a los jóvenes que apoyaban la causa liderada por Fidel.
Pero la dictadura no pudo impedir que se hicieran realidad los sueños
de los jóvenes que como Ramón Pando Ferrer lo dieron todo por la
Revolución.