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Secesión de Kosovo
Brindis peligroso
ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ
elson.cp@granma.cip.cu
Las imágenes lanzadas al espacio por la CNN lo decían todo:
millares de albaneses de Kosovo festejaban la declaración de
independencia de esa provincia serbia, y junto a las banderas locales
se levantaban las de Estados Unidos y la Unión Europea e, incluso,
algunos estandartes con la cara del instigador de la secesión: George
W. Bush.
La
bandera norteamericana identifica al instigador de la secesión de
Kosovo.
Fuegos artificiales en Prístina, la capital kosovar, y algún que
otro champán descorchado en capitales europeas, parecieran un avance
peligroso de una Caja de Pandora destapada allí, donde hay heridas
abiertas con similares diagnósticos.
Albania, por su parte, vive del recuerdo de la visita que hizo Bush
a Tirana el pasado año, y la acogida que se le brindó. Sin duda, desde
aquel momento ya existía el compromiso del mandatario norteamericano
de apoyar a las autoridades anfitrionas en el reclamo de un Kosovo
aliado o formando parte de lo que siempre fue la aspiración de la Gran
Albania.
El mandatario norteamericano, en fugaz visita africana, aplaudió la
separación de la provincia serbia, y países del Viejo Continente como
Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia, entre otros, ya alistan su
reconocimiento oficial.
Como para ponerse el parche antes de que le saliera la llaga, la
Unión Europea se felicitó ella misma por la posición común, e insiste
en que es un caso único que no sienta precedentes, y ahora será cada
país miembro el que decida si la reconoce.
NO POCAS INTERROGANTES
Dado por hecho que Kosovo se haya declarado independiente y que el
Consejo de Seguridad de la ONU —una vez más— no hará nada por
impedirlo, aun cuando Rusia, uno de sus miembros, se opone, valdría la
pena preguntarse ¿por qué y para qué esta secesión?
Los
tanques y demás fuerzas de la OTAN, garantes del “nuevo Estado” aupado
por Occidente.
La historia de los Balcanes, las Constituciones y otras normativas
nacionales, los tratados internacionales, todos, reconocen, desde la
fundación misma de Serbia y posteriormente de la República Yugoslava,
que Kosovo es una provincia de ese país.
La Resolución 1244, adoptada por el Consejo de Seguridad al
finalizar los bombardeos a Serbia en 1999, otorgó a la provincia
"autonomía sustancial" bajo soberanía serbia, y con presencia de una
misión de la ONU. Nunca se escribió un párrafo donde se hablara de
independencia.
No se trata para nada de una república, como lo eran Croacia,
Bosnia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y la propia Serbia, formando
parte todas de la entonces República Socialista Federativa de
Yugoslavia, y que se fueran desgajando en los años turbulentos que
sacudieron la región y el mundo con la caída del llamado campo
socialista y la desintegración de la Unión Soviética.
Kosovo siempre fue una provincia que, por tener la mayoría de sus
habitantes de origen albanés, tuvo potestades de cierta autonomía,
casi siempre usadas por los propios líderes albano-kosovares para
estimular el proceso secesionista concluido ahora.
En ese mismo, orden, la comunidad internacional carecería de
elementos para justificar una mutilación de un país —Serbia—, miembro
pleno de la ONU, del Movimiento No Alineado y de otras instancias y
organismos internacionales.
¿Por qué entonces usar a Kosovo como moneda de cambio para
facilitar a Serbia su entrada en la OTAN y en la Unión Europea?
Las propias autoridades de Belgrado han calificado tal actitud como
negativa y carente de ética política, porque se trata de despojar a
esa república de un 15% de su territorio.
GEOPOLÍTICA Y ALGO MÁS
En el ámbito internacional, cualquier explicación que se quiera dar
a esta acción debe ir acompañada del precedente que puede crear.
Kosovo está ubicada en un territorio de interés geopolítico, cruce
entre Europa y África del norte, y también punto de avanzada para
potencias militares como EE.UU. respecto a Rusia y otras repúblicas de
la antigua Unión Soviética.
No por gusto el Pentágono y la OTAN bombardearon durante 78 días y
noches a Serbia en el año 1999, usando para ello el pretexto de una
supuesta y mediática limpieza étnica, punto de partida para que los
serbios abandonaran Kosovo y los albano-kosovares se adueñaran de esa
provincia a la que ahora ellos han decidido convertir en Estado.
Hoy Kosovo existe como ente ocupado y militarizado por más de 17
000 soldados de la OTAN, instalados en grandes bases norteamericanas,
y con una cuenta social muy desfavorable, ya que durante los nueve
años de ocupación han crecido los índices de droga, el comercio
ilícito, la prostitución y el terrorismo.
Avalar la secesión por parte de muchos países de Europa, podría
animar a otras regiones a exigir lo mismo en Rusia, Georgia, Moldavia,
Sudán, Iraq, Turquía, España, entre otros.
Por ejemplo, ¿qué podría responder Bush —el arquitecto de esta
separación— a los kurdos que habitan entre Iraq y Turquía, y que suman
más de 10 veces el total de kosovares, y que siempre se han planteado
un Kurdistán independiente?
Y en los propios Balcanes ahora un Kosovo separado podría crear una
nueva expectativa de separación para los albaneses que son mayoría en
el oeste de Macedonia, los serbios que son mayoría en varias zonas de
Kosovo, y los propios serbios y los croatas dentro de Bosnia.
Estas y otras muchas interrogantes serían suficientes para
calificar lo que sucede hoy respecto a la independencia de Kosovo,
como un brindis peligroso, y de impredecibles consecuencias. |