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La producción de biocombustibles a partir de cultivos de plantas
alimenticias puede ser dañino para el medio ambiente, sostienen
científicos de la organización Nature Conservancy en la revista
Science.
Ese tipo de producción, explicó Joe Fargione, uno de los autores de
un artículo, contribuye además a la deforestación, relacionada con el
aumento del dióxido de carbono (CO2) atmosférico, uno de los
principales gases de efecto invernadero.
Todos los biocombustibles que utilizamos actualmente generan una
destrucción de la naturaleza directa o indirectamente. Si intentamos
limitar el calentamiento del planeta, es absurdo reconvertir suelos
para producir biocombustibles, especifica el texto.
La utilización de tierras para plantar maíz, soya o caña de azúcar,
materias primas de los principales biocombustibles etanol y biodiesel-,
incrementa las emisiones de CO2 entre 17 y 420 veces respecto a la
reducción lograda por sustitución de los combustibles fósiles.
Asimismo, agregan los expertos, el incremento del precio de varias
fuentes de alimentos destinadas a biocombustibles en un país puede
provocar un aumento de la superficie destinada a otros cultivos por
agricultores de otras naciones.
Como consecuencia, zonas enteras de bosques, sumideros naturales de
carbono, son destruidas para tornarlas en sembradíos.
Así, ejemplifica el texto, la disminución del cultivo de soya en
Estados Unidos para plantar maíz para etanol movió a los agricultores
brasileños a extender la producción de soya en detrimento de zonas de
selva virgen amazónica.
Sin embargo, apunta el artículo, la elaboración de biocombustibles
a partir de desechos agrícolas y forestales, y de plantas que crecen
en terrenos no útiles para cultivos alimenticios, sí puede contribuir
a luchar contra el cambio climático global.