SANTA
CLARA.— Desde su proclamación como campeón nacional de ajedrez, el
teléfono de la casa de Yuniesky Quesada no para de sonar. De todas
partes lo llaman para felicitarlo por el éxito. A sus 23 abriles,
prefiere ver este momento como un punto de partida para la
materialización de otros sueños. Con él compartimos este rapid
transit, en el que revela desvelos y aspiraciones de un monarca
que estrena su corona.
—¿A qué edad moviste las primeras piezas?
—A los cinco años, en mi natal Quemado de Güines. Motivado por mi
papá, Frank, y por Román, su hermano; ellos me llevaron a casa de
Nelson Trui, el primer entrenador que tuve, a quien agradezco sus
lecciones.
—¿El primer resultado de consideración?
—Lo recuerdo como si fuera hoy. Fue en 1999 en los Juegos
Juveniles de Camagüey. Allí escolté a Leinier y Bruzón en el podio.
A este último incluso lo vencí y gané la increíble cifra de 100
puntos ELO.
—¿Cuándo alcanzas la condición de Gran Maestro?
—En el 2005 durante el Torneo Internacional Capablanca in
Memóriam. Antes, a los 18 años, fui Maestro Internacional, y la
primera media norma de GM la gané en el Carlos Torre Repetto, de
México, torneo que conquisté al ganarles a figuras de la talla de
los GM Boris Gelfand, el rumano Nisipeanu y el ruso Filippov, entre
otros encumbrados ajedrecistas.
—¿Consideras ese el torneo de tu vida?
—Desde el punto de vista de los resultados sí; sin embargo, este
campeonato que acabo de ganar, espiritualmente ha sido lo máximo
para mí.
—¿La partida que nunca olvidas?
—Precisamente la que le gané a Filippov en el Repetto del 2003.
—¿Y la que quisieras borrar de tu mente?
—La que perdí con Luis Manuel Pérez ahora en Camajuaní, y las
jugadas en el Capablanca del 2005, donde quedé en penúltimo lugar.
—¿Qué sientes cuando ganas?
—Soy el más feliz del mundo. No sabes cuánto agradecí el aplauso
de la afición santaclareña cuando Lelys extendió su mano y reconoció
su derrota. Cuando pierdo me afecto mucho psicológicamente, aunque
trato de recuperarme rápido, y lo logro.
—¿A quiénes admiras más como jugadores?
—En Cuba, Capablanca es un referente. Guillermito García fue mi
ídolo por la forma en que jugaba. Leinier y Bruzón también son muy
buenos. Internacionalmente considero que Fischer no tuvo rival,
aunque Kasparov es genial, al igual que Kramnik.
—¿Te consideras un jugador táctico o posicional?
—Lo último, aunque no rehuyo las complicaciones.
—¿Qué te falta para estar en la elite del ajedrez mundial?
—Jugar muchos torneos de nivel y codearme con los mejores, solo
así se puede avanzar más allá de mi actual ELO de 2 546.
—¿Próximos compromisos?
—Estaré en el grupo principal del Capablanca, en el Abierto de
México, y en noviembre iré a la Olimpiada de Alemania, donde trataré
de desempeñar un buen papel.
—¿Sueños?
—Por ahora uno solo: llegar a los 2 600 ELO.