"Lo del viejo era más bien la cría de puercos —explicó— y cuando
murió en 1995 yo heredé la finca. Primero cambié la masa completa
porque eran vacas de dos litros y pico como promedio. Toda la tierra
estaba perdida en marabú, y mire ahora."
El entonces muchacho, que hoy tiene 47 años, dejó su puesto de
inseminador para llegar y encontrarse a sí mismo como un ganadero
extraordinario. En el 2001 integró el grupo de los grandes de Cuba al
aportar 110 000 litros, pero siguió creciendo hasta cerrar el 2007 con
237 492 litros entregados a la industria, con lo cual ratificó cuánto
ganamos con la pérdida del inseminador.
"Nunca me propuse ser el mejor, solo quise ser un gran productor y
dar lo que pudiera. Si he llegado a ser el mejor, bienvenido sea, pero
no es lo principal".
Muchos ojos le acechan y Abilio lo sabe. En el propio municipio de
Camagüey, Héctor Martínez González y Lorenzo González Esquivel
—quienes cerraron el año pasado con 153 112 y 101 122 litros,
respectivamente— completan un respetable trío de productores de leche.
Hay rivalidad, mas no celos ni envidias: "Somos amigos y hasta nos
ayudamos. A veces Héctor me dice: ‘aprieta, que voy que chiflo’, pero
ya usted ve, me ofreció toda la semilla de caña que necesite. Ese es
un gesto bonito".
Abilio no se deja impresionar y mantiene sus fórmulas, más que
probadas: rotación, king grass para la seca, molinos, pozos y
depósitos para tener agua en todos los potreros, buen manejo, y siete
días de trabajo a la semana, sin diferencias entre lunes, miércoles o
domingos. Con ese "librito", sus vacas siboneyes mestizas promediaron
el año pasado 9, 86 litros en doble ordeño.
"También tengo —agrega— mis vacas ‘elites’, un grupo con promedio
entre 12 y 15 litros en doble ordeño. Por ejemplo, Muñeca da 20 litros
en la primavera y ahora está en 13; esa vaca no cree en secas."
Abilio no permite confusiones: "Son resultados de muchos años, el
nuevo sistema de pago no tiene que ver. Yo siempre le entregué todo a
la industria, este año aporté el 98% de la leche que produje",
sostiene el destacado campesino.
Hay cosas obvias: la nueva forma de pago a la producción lechera
beneficia a los ganaderos cubanos. En el mejor mes del 2007, Conde que
nació campesino, no cree que para hacer un gran trabajo haga falta el
dinero. "Casi todo lo que recibo lo uso para mejorar mi finca, limpia
desde una punta hasta la otra".
El entrevistado es Vanguardia Nacional desde el 2001. no se le
puede hablar si se obvia a su hijo Yunier, a Dunys, a los ordeñadores
Yoan y Reinier, y a Orlando, el custodio que suple eventuales
ausencias en el ordeño. "Ese es mi equipo, no quiero otro. Trabajamos
13 ó 14 horas diarias y nadie se cansa".
Con tal respaldo, el vaquero de la CCS José Antonio Echeverría mira
hacia una meta típica de él: "Yo quiero llegar a entregar algún año
250 000 litros de leche", dice como quien pide revancha a una cifra
que se le escapó por escaso margen en el 2007.
Defensor de las esencias de la tierra, tiene una teoría singular:
"hay que estudiar y volver al monte". Él mismo lo hizo y luego lo
repitió su hijo, quien se graduó de veterinario y regresó. "Yunier
trabaja a la par conmigo —dice orgulloso—, sabe desde ordeñar una vaca
hasta montarla en un rodeo. El relevo de la Santa Beatriz está
asegurado".