Con aparente rigurosidad, el Tribunal Supremo de ese país favorece
mantener el requisito de que los votantes muestren una tarjeta de
identidad con foto antes de emitir el sufragio en las elecciones de
noviembre.
El tema surgió luego que los jueces oyeron argumentos de quienes
proponen anular esa ley en el estado de Indiana, suscrita en el año
2005 con el auspicio del Partido Republicano "para impedir fraudes".
Defensores de los derechos civiles consideran esa ley
anticonstitucional, pues, indican, desalienta el voto de los pobres,
de integrantes de las minorías y de muchos ancianos carentes de
tarjetas de identidad apropiadas y que, por lo general, respaldan a
los demócratas.
Un vocero de los opuestos a la mencionada disposición, Paul Smith,
manifestó ante los jueces que esa medida es una forma sutil "de
alterar el resultado en días de elecciones".
Pero, según dijo en Miami el periodista Mark Sherman, el Tribunal
Supremo de Estados Unidos parece inclinado a ratificar la maquinación.
Ese solemne tribunal fue mucho menos riguroso cuando en las
conocidas elecciones generales del 2000, y frente a sus ojos, se
cometieron en Florida y otros lugares de ese país los más sucios y
escandalosos fraudes electorales.
Por ejemplo, en su edición del 22 de enero del 2001, el periódico
The Miami Herald subrayó que más de 2 000 electores del referido
estado votaron ilegalmente, mientras Bush ganó allí por 537 sufragios
de diferencia entre los aproximadamente seis millones emitidos.
Según el periódico, hubo casos de personas que concurrieron a las
urnas sin estar sus nombres para hacerlo, ancianos que aparecían
votando dos veces y presos carentes de derecho.
Un periodista de la BBC de Londres, Greg Palast, realizó una
investigación sobre anormalidades que caracterizaron aquellos comicios
estadounidenses, sobre todo en Florida.
Greg, también periodista del diario británico The Guardian, llevó
los resultados de su indagación a un libro, The Best Democracy
Money Can Buy (La Mejor Democracia que el Dinero Puede Comprar)
publicado también en español.
La obra describe cómo desde la oficina del gobernador de ese
estado, Jeb Bush, lograron incluir fraudulentamente 94 000 votos a
favor del candidato presidencial republicano.
Durante una sesión del Congreso, los integrantes del Caucus negro
de ese cuerpo legislativo se retiraron al no ser tomadas en cuenta las
20 objeciones presentadas porque en Florida impidieron votar a muchos
afronorteamericanos.
La Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color informó
que recogieron más de 450 quejas de personas a quienes allí se les
obstaculizó asistir a las urnas.
Cinco importantes órganos periodísticos de Estados Unidos
solicitaron entonces la revisión de las 180 000 boletas usadas en los
67 condados de Florida, rechazadas por perforación defectuosa o
incorrecta.
Entre quienes pidieron esa medida estaban The Washington Post, The
New York Times, The Wall Street Journal, la televisora CNN y la
agencia noticiosa AP.
Sin embargo, la jefatura del Partido Republicano no aceptó la
iniciativa, porque, adujo, el resultado podía minar la autoridad del
Jefe de la Casa Blanca.
El ex presidente norteamericano James Carter declaró el 10 de enero
del 2001 que se sentía muy disgustado con hechos reportados en Florida
durante esos comicios.
Al ser entrevistado en Miami por la National Public Radio
manifestó: "¼ realmente estuve
desconcertado y avergonzado con lo sucedido en Florida".
Como es sabido, el Plan Bush establece que, si alguna vez lograran
derrocar a la Revolución cubana, impondrían aquí un sistema electoral
como el que existe en los Estados Unidos.