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Detalles sobre el empleo de gases lacrimógenos en Iraq por parte de la
empresa estadounidense Blackwater resucitan hoy el debate sobre los
métodos de esa compañía, encausada legalmente por crímenes de guerra.
La entidad paramilitar, acusada por la muerte de al menos 17
civiles iraquíes durante una operación ejecutada en septiembre del año
pasado, lanzó en mayo de 2005 sustancias antidisturbios en una zona de
Bagdad densamente transitada y en aparente calma, reflejó el diario
The New York Times.
Según la versión digital del periódico neoyorquino, un helicóptero
y un vehículo de combate de Blackwater arrojaron el llamado gas CS con
la intención de despejar el tráfico al paso de uno de sus convoyes.
Estos productos químicos provocan dificultades respiratorias,
vómitos y quemaduras, al tiempo que su empleo está sujeto a severas
restricciones por el Derecho Internacional Humanitario, explicó
Michael Schmitt, profesor del Colegio de Guerra Naval de Newport.
Por su parte, Scott Silliman, directivo de la Universidad de Duke,
insistió en que ya resulta reiterativo que Blackwater actúe al margen
de la legalidad.
Una portavoz de la empresa alegó que se trató de un error y explicó
que tienen autorización para usar estas sustancias, según el contrato
firmado con sus empleadores del Departamento de Estado, cuyos
funcionarios negaron la existencia de tal cláusula.
La propia vocera declaró que personal de la embajada norteamericana
en Iraq y del Pentágono conducen una investigación al respecto, sin
embargo fuentes militares y del gobierno estadounidense aseguran
desconocer que estén en marcha las supuestas pesquisas.