SANATIAGO DE CUBA. — El Presidente de Venezuela Hugo Rafael
Chávez Frías, estampa y semejanza contemporánea del libertador Simón
Bolívar, estuvo este sábado frente al ejemplo imperecedero de José
Martí, ante el cual más de una vez lo evocó, trayendo al presente el
profundo bolivarianismo del Héroe Nacional cubano.
Con un sentido de la historia profundamente anclado en él se
mantuvo atento de cada detalle del mausoleo que guarda los restos
del hombre que se adelantó al ALBA con su concepto de Nuestra
América.
Visiblemente emocionado y acompañado en todo momento por el
General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Vicepresidente de los
Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, escuchó la explicación
del sagrado sitió, ubicado en el cementerio de Santa Ifigenia, de la
ciudad de Santiago de Cuba.
Allí conoció que la forma hexagonal del mausoleo se corresponde
con la antigua cantidad de provincias cubanas, representadas
armónicamente por sus atributos. En el interior se observan los
escudos de las naciones americanas y el emblema patrio.
Los mármoles del piso conforman una estrella como expresión de
los rasgos fundamentales de su pensamiento: Independencia,
soberanía, unidad, libertad y coraje.
Las piedras de Jaimanitas con las que fue construido hacen
referencia a la parte occidental del país que lo vio nacer y los
mármoles de Isla de Pinos, actual Isla de la Juventud, a su
prematuro cautiverio.
Los 28 monolitos de piedras recuerdan algunos de los campamentos
martianos desde su desembarco en Playita de Cajobabo hasta Dos Ríos,
sitio donde cayó en combate el 19 de mayo de 1895.
Particular interés despertó en Chávez conocer que desde la
llegada del cadáver de Martí al cementerio de la ciudad de Santiago
de Cuba su tumba siempre se mantuvo en la misma área, que era la
designada a las personas más pobres, cumpliéndose así su deseo "Con
los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar".
El mausoleo comenzó a construirse a finales de 1947, y se
concluyó en junio de 1951. Por su importancia es uno de los sitios
más visitados de la ciudad y permanece rodeado de rosas blancas.
Sin embargo, para los cubanos adquiere una connotación especial
porque aquí reposa el prócer que amó a la América, le sirvió
incondicionalmente a su patria y proclamó ante el mundo que luchar
por la esperanza donde cristaliza el sueño el hombre es crecer,
vencer y multiplicarse en la vida.
Sin lugar a dudas el mandatario de la República Bolivariana de
Venezuela salió conmovido, dejando entrever las miles de razones que
existen para volver una y otra vez a rendirle homenaje a Martí.
Cuando se marchó —junto a Raúl— iba respetuoso, altivo, acortando
la distancia entre los pueblos, restañando las heridas con el fuego
sordo del camino al que no está dispuesto a renunciar, buscando
raíces y contactos vitales, interesado en la singularidad de
Santiago dentro de la Revolución Cubana, convencido de que la
historia puede ser ejemplar, consecuente, honesta .
En lo adelante el pueblo, que es también el suyo, acudió a
recibirlo en masa. Trabajadores con sus hijos; combatientes y
estudiantes; campesinos, obreros y federadas; cederistas y pioneros;
personas que tienen la gloria de vivir el legado de su genio y de su
audacia; nadie escondió su alegría y hasta sus lágrimas. Así vimos
los santiagueros al Chávez que desde su altura, guía, arroja luz,
batalla.