Ciro Redondo García:

“A nuestra generación le tocó el sacrificio…”

Ciro Redondo participó en todas las etapas fundamentales de la lucha contra la tiranía batistiana, hasta su muerte. Su corta vida fue una permanente prueba de valor, de clara conciencia de la causa que defendía.

Fidel, Raúl, Almeida, Ramiro y Ciro Redondo en la Sierra Maestra, meses después del desembarco.

Formó parte del grupo de jóvenes artemiseños que se incorporaron a las células del Movimiento dirigido por Fidel y que el 26 de julio de 1953 combatieron en el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Al salir de la cárcel reinició las tareas revolucionarias dentro del Movimiento 26 de Julio, primero en la Isla y luego en el exilio. Expedicionario del Granma, fue uno de los pocos sobrevivientes que lograron reagruparse en la Sierra Maestra para fundar el Ejército Rebelde. Fue ascendido, por su valor y capacidad, a jefe de pelotón, con el grado de capitán, destacándose en los combates de Bueycito, Pino del Agua y Marverde, donde finalizó heroicamente su vida.

Ciro Redondo nació el 9 de diciembre de 1931, en Artemisa. Estudió en una escuelita particular la enseñanza primaria. Para ayudar a su familia comenzó a trabajar, a los 14 años, en la tienda La Revolución, y a la par continuó sus estudios en la Academia Pitman, por las noches. A principios de 1951 pasó a laborar a otra tienda: La Casa Cabrera.

Era un muchacho alegre y jovial. Militaba en las filas de la Juventud Ortodoxa. Cuando se produjo el cuartelazo del 10 de marzo de 1952, nadie sospecharía el impacto que este hecho le produjo, pues solamente hizo algunos comentarios con sus compañeros de estudio de la Academia. A partir de entonces los amigos que participaban de sus mismos sentimientos y criterios se identificaron más con él, viéndoseles juntos con mayor frecuencia.

Ciro Redondo se graduó de mecanógrafo y tenedor de libros. Con el pretexto de mejorar de ocupación, pidió a su padre que le comprara un automóvil para trabajar por cuenta propia como comisionista. En realidad, lo que se proponía Ciro era tener mayores facilidades para desenvolver las actividades del Movimiento, en el que ya participaba.

Compañeros inseparables de él, por aquel entonces, eran Ismael Ricondo, quien vivía en una finca entre Artemisa y Guanajay, Julito Díaz, José Ponce y otros futuros combatientes del Moncada.

El 24 de julio de 1953, Ciro partió de su casa con el pretexto de que se iba a pasar unos días en la finca de los padres de Ricondo.

A los dos días al llegar la noticia del asalto al cuartel Moncada, los padres sospecharon que Ciro se encontraba en el asalto y fueron a buscar información a la finca de Ricondo. Al saber que Ismael se había ido el día 24, diciendo que iba con Ciro a Varadero, ya no les quedó duda de que el hijo era uno de los combatientes.

Luego del asalto Ciro fue apresado y escapó milagrosamente de ser asesinado; el hecho fue narrado por Fidel en La Historia me Absolverá con las siguientes palabras: "El último joven que asesinaron en la zona de Santiago de Cuba fue Marcos Martí. Lo habían detenido en una cueva de Siboney el jueves 30 por la mañana junto con el compañero Ciro Redondo. Cuando los llevaban caminando por la carretera con los brazos en alto le dispararon al primero un tiro por la espalda y ya en el suelo lo remataron con varias descargas más. Al segundo lo condujeron hasta el campamento; cuando lo vio el comandante Pérez Chaumont exclamó: "¡Y a este para qué me lo han traído!". El tribunal pudo escuchar la narración del hecho por boca de este joven que sobrevivió gracias a lo que Pérez Chaumont llamó "una estupidez de los soldados".

Al salir de la cárcel en mayo de 1955, Ciro Redondo reinició las actividades revolucionarias dentro del Movimiento 26 de julio. Antes de partir hacia México, en marzo del año siguiente, había sido detenido tres veces consecutivas.

Ciro fue uno de los expedicionarios que sobrevivieron al desembarco y lograron reagruparse en la Sierra Maestra para fundar el Ejército Rebelde.

En la Sierra, Ciro Redondo fue ascendido a jefe de pelotón y posteriormente a capitán por su capacidad y espíritu de lucha. Se destacó en los combates de Bueycito y Pino del Agua.

El 29 de noviembre de 1957, cayó heroicamente en el combate de Marverde, en la Sierra Maestra. Al comunicar la muerte de Ciro a Fidel, el comandante Ernesto Guevara escribió: "Supongo que te habrás enterado por radio de la triste noticia. Ciro murió de un balazo en la cabeza peleando al frente de la gente, en una actitud realmente heroica. Ciro había conseguido que su tropa lo admirara y lo quisiera. Fue un buen compañero y sobre todo, uno de tus inconmovibles puntales en cuanto a obsesión de lucha." En esta misma carta el Che propuso a Fidel que Ciro Redondo fuera ascendido póstumamente al grado de comandante.

El decreto mediante el cual fue ascendido póstumamente a comandante, dice textualmente: "El Comandante General del Ejército Revolucionario, en su carácter de tal, considerando las virtudes de valor, disciplina y capacidad de mando del Capitán Ciro Redondo y su heroica muerte en combate, ocurrida el 29 de noviembre de 1957, DECRETA: su ascenso póstumo al grado de Comandante del Ejército Revolucionario, desde esta fecha que marca el primer aniversario de la gesta liberadora. Firmado: Fidel Castro, Comandante General de las Fuerzas Revolucionarias. Sierra Maestra, Diciembre 2 de 1957".

Posteriormente, como homenaje a quien fuera guerrillero de aptitudes singulares y combatiente que estuvo presente en los más importantes hechos que dieron su verdadero cariz a la lucha por la liberación nacional, llevó el nombre de Ciro Redondo la columna invasora que encabezaba el comandante Ernesto Guevara. En la Orden Militar que Fidel dirigió al Che, asignándole esta responsabilidad, se explicaba el nombre de la columna con estas palabras: "La Columna No. 8 que se destina a ese objetivo llevará el nombre de "Ciro Redondo" en homenaje al heroico Capitán Rebelde muerto en acción ascendido póstumamente a Comandante".

La corta vida de Ciro Redondo, —al morir tenía 26 años— fue una permanente prueba de valor, de clara conciencia de la causa que defendía y sobre la que expresó en una ocasión: "¼ en la Cuba que se espera, solo tendrán oportunidad los que estudien y comprendan por qué estamos haciendo esto. Los beneficios de nuestros sacrificios los recibirán solo los niños. A nuestra generación le tocó el sacrificio, a ellos los beneficios."

 

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