Luis Herrera, director del CIGB, declaró que hasta la fecha más de
35 000 cubanos han sido tratados desde que en 1993 comenzó el uso
generalizado de la estreptoquinasa para reducir la principal causa de
muerte en el país.
Anualmente esta institución produce miles de dosis del medicamento
que se distribuyen a las salas de terapia intensiva y cardiología de
la red hospitalaria de la nación.
El énfasis se pone en los cardiocentros de Santiago de Cuba y Villa
Clara, que atienden a la población del oriente y el centro del país; y
en el pediátrico William Soler y el Instituto de Cirugía
Cardiovascular, de Ciudad de la Habana.
En estos momentos, aseguró el científico, el tratamiento se
extiende a los cerca de 500 policlínicos que brindan servicios en
todas las provincias, con el objetivo de acercarlo a la población,
reducir el tiempo de aplicación, mantener la tendencia decreciente de
la mortalidad y casi duplicar la cifra de los asistidos con este
medicamento.
Estudios realizados por expertos del polo científico y el sistema
de salud corroboran que este fármaco favorece la reducción de la tasa
de mortalidad en un 28% y, de utilizarse a tiempo, elimina en gran
medida los peligros del infarto.
En Cuba la estreptoquinasa recombinante también se utiliza en casos
de trombosis venosa profunda, obstrucciones de las válvulas cardiacas
y problemas de acceso vascular en hemodializados. Ahora prueban su
efectividad en el infarto cerebral isquémico.
Tanto este como otros productos del Centro de Ingeniería Genética y
Biotecnología se producen a pesar del criminal bloqueo que mantienen
los gobernantes estadounidenses hace casi medio siglo sobre la nación
cubana.