|
Invasores de Bahía de Cochinos participaron en acto
de canibalismo
JEAN-GUY
ALLARD
No me siento avergonzado", afirma
Julio Pestonit, hoy brazo derecho del cabecilla terrorista miamense
José Basulto, al confesar haber participado en un acto de
canibalismo, en abril de 1961, mientras huía en una embarcación de
pesca, después de la derrota de la invasión organizada por la CIA en
las arenas de Playa Girón, Bahía de Cochinos.
“Si
tengo que hacerlo de nuevo, lo haré”, confesó Pestonit, viejo
colaborador de la CIA.
Un reportaje que relata la horrorosa confesión de Pestonit y de
varios otros participantes de ese suceso, fue presentado este
domingo por la televisión cubana, en el popular programa "Pasaje a
lo desconocido", conducido por el periodista Reinaldo Taladrid.
Los acontecimientos ocurrieron a partir del 19 de abril de 1961
cuando un grupo de 22 invasores, al darse cuenta que les quedaba la
fuga como única opción, robaron un barco de pesca llamado La Celia
que se encontraba anclado próximo a la costa. La embarcación los
llevó a la deriva por 16 días hasta que otro barco los rescatara
cerca de Nueva Orleans, aunque en un inicio pensaron dirigirse hacia
Yucatán.
Después de varios días sin agua ni alimentos los mercenarios se
desesperaban por no ver aparecer costa alguna.
Cuando algunos murieron sucesivamente, varios de sus compañeros
resolvieron, en una suerte de delirio colectivo, ingerir el cuerpo y
la sangre de uno de ellos.
De la quincena de hombres que seguían navegando entonces a bordo
de la embarcación, solo cuatro se negaron a proceder a los actos de
canibalismo, relata el documental realizado por la cadena televisiva
History Channel.
Al presentar el asombroso material, Taladrid subrayó el carácter
repugnante del acto revelado por primera vez por Pestonit al Miami
Herald, en 1998, en una primera confesión. "Lugarteniente de Basulto",
el individuo se encuentra hoy de socio de este en la bien llamada
firma Underground Works.
"CERRÉ LOS OJOS Y ME LA COMÍ"
En el documental, Pestonit insiste para afirmar que no solo no
tiene remordimiento, sino que: "Si tengo que hacerlo de nuevo, lo
haré".
"Cuando me dieron la carne, cerré los ojos y me la comí", contó
con un sorprendente candor este viejo colaborador de la CIA, al
describir su consumo de carne humana.
Ángel Hernández, otro pasajero del barco, no comparte la macabra
franqueza de Pestonit y negó rotundamente haber tenido conocimiento
de los hechos, a pesar de todos los testimonios.
"Yo no los vi ni sé nada de eso", declaró a los entrevistadores.
"El problema es de ellos y no sé nada de eso", insistió con una
característica cobardía.
"Es algo terriblemente inhumano", admitió por su parte Roberto
Pérez San Román, jefe de la artillería de la operación mercenaria y
hermano de José Pérez San Román quien dirigió la invasión en el
terreno.
"Me sorprendió", cuenta Roberto San Román al pretender también
hacer creer que no participó en el consumo del cuerpo. "Yo estaba
durmiendo cuando esto sucedió".
Y añade, como si fuera pidiendo una disculpa, refiriéndose a la
víctima del monstruoso acto: "Él ya había muerto".
Una vez a bordo del barco que los rescató, el también mercenario
José Dausa, jugando aparentemente a los jefes, resolvió asegurarse
del silencio de sus compañeros.
Cuenta en el documental: "Pedí al capitán que nos facilitara un
lugar donde pudiéramos estar solos. Una vez ahí, yo hice jurar no
decir nunca el nombre" del individuo ingerido.
Nunca se ha revelado la identidad del infeliz. |