Desamparo en Estados Unidos

El drama que se avecina

PEDRO PULGAR

CALIFORNIA.— Ocurrió en Studio City. Una familia desahuciada por el banco prendió fuego a la vivienda al abandonarla. Dicen que fue la rabia provocada por la errónea información que recibieron del banco al firmar la hipoteca.

Un diario de la ciudad publicaba hace unos días la historia de la familia de Soledad Avilés, inmigrantes mexicanos hispanohablantes. En su caso fue un "compadre" quien dicen les escatimó para, entre otras cosas, rellenar unos papeles donde decía que los ingresos familiares anuales superaban los 150 000 dólares, cuando en realidad y entre toda la familia, apenas llegan a los 60 000.

La tragedia que viven algunas familias latinas por la pérdida de sus casas es tan real como la vida misma. Y a decir de los expertos, el torrente de desahucios aún está por llegar.

La agencia Moody destaca que durante la actual administración (2001-2009) el índice de propietarios de viviendas en el país disminuirá en 700 000, algo que no ocurre desde los tiempos de James Carter.

Hace dos semanas escribí que en parte la culpa no es solo de esos intermediarios —muchos de ellos latinos— que se ofrecen a "vender" lo inalcanzable, o de las agencias inmobiliarias involucradas en el "guiso" y falsificación de documentos, o de los bancos, cuya sola preocupación era y es engordar la cartera prestamista; incluso a la propia autoridad monetaria federal (léase el Fed), por acudir rauda al rescate de inversionistas y empresas financieras limitándose solo a "aconsejar" medidas para evitar que algo así vuelva a ocurrir.

¿Quién no ha oído el dicho que reza "Si algo suena demasiado bueno para ser cierto, seguramente lo sea"? Circula de boca en boca en cualquier barrio hispano de la ciudad.

Llegó la hora no de culpar a nadie, sino de ofrecer soluciones a quienes seguramente por desconocimiento y alguna dosis de incredulidad ahora destrozan casas o se hunden en la miseria, como es el caso de la familia Avilés.

La reforma de la ley prestamista debe implicar una reducción en el pago de intereses, un balance o una extensión en sus términos. O una combinación de los tres. En estos momentos hay dos propuestas de ley en el Congreso y en el Senado que sugieren una modificación en la ley de bancarrota, que deje tratar estos préstamos hipotecarios como cualquier otra deuda contraída que permita a la parte perjudicada reestructurar la deuda y cumplir con los plazos acordados.

Habría que añadir alguna medida que impida la práctica de concesión de esos préstamos abusivos que tanto daño hacen a muchas familias hispanas, de California a la Florida o de Texas a Michigan. De lo contrario, la tendencia anunciada por Moody no hará más que agravarse, y ese es el drama que se avecina que a todas luces hay que tratar de evitar. Usted dirá.
(Tomado de La Opinión)

 

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