De estructura más sólida que la Capilla Sixtina y tan dulce como
los canales venecianos calificó una audaz cronista a los 14 versos
—dos cuartetas y dos tercetos— que componen ese "amoroso grillete"
llamado soneto. Ni siquiera la moda literaria con su implacable
devenir ha podido relegarlo a la sombra del olvido desde que
surgiera en pleno siglo XIII, y más tarde, el genial Petrarca lo
convirtiera en el subterfugio métrico más conocido de las lenguas
modernas.
Endecasílabo por excelencia fue la carta de presentación del
Siglo de Oro en España y también en América. Recuérdese si no la
atrevida lira de Sor Juana Inés de la Cruz: Esta tarde mi bien,
cuando te hablaba, / como en tu rostro y tus facciones vía / que con
palabras no te persuadía / que el corazón me vieses, deseaba.
Lope de Vega escribió mil y tantos sonetos, Góngora y Quevedo
pelearon a "sonetazo limpio". No solo la pasión amatoria tuvo cabida
en la estructura formal del soneto, sino también la sátira, lo
místico y lo épico; llegó a ser dialogado, además de descriptivo, y
aceptó lo humano y lo divino entre sus referentes. Con el modernismo
las rimas se tomaron licencias novedosas en los famosos alejandrinos
de Rubén Darío y sus seguidores. Ni siquiera la asonada revisionista
de la posmodernidad pudo marginar la ascendencia del género. Neruda
lo compuso sin rima, Guillén le dedicó buena parte de su energía
creadora, y en fin, no hubo poeta o poetisa que al amparo del verso
blanco soportara la idílica tentación de escribir un soneto.
A pesar de tanta contingencia librada a lo largo de ocho siglos,
lo que realmente llama al asombro y abre un paréntesis de admiración
es que en Taguasco, uno de los municipios más pequeños de la
provincia de Sancti Spíritus, se celebre un Festival Nacional del
Soneto, que este año arriba a su novena edición, que se desarrollará
desde hoy hasta el 30 de este septiembre.
Organizar con todo éxito el Cuba Soneto y aprovechar la coyuntura
para convertirlo en un motivo más de celebración y festejo con un
sinnúmero de actividades que marcaron la huella de la identidad en
aquella comarca, merecen sin duda el justo reconocimiento a la
Dirección Municipal de Cultura.
Motivaciones sobran para justificar el empeño: Antonio Rodríguez
Castro (Chicho) fue un connotado sonetista de aquellas tierras, por
eso el evento lleva su nombre.