Taguasco bien vale un soneto

MANUEL ECHEVARRÍA GÓMEZ

De estructura más sólida que la Capilla Sixtina y tan dulce como los canales venecianos calificó una audaz cronista a los 14 versos —dos cuartetas y dos tercetos— que componen ese "amoroso grillete" llamado soneto. Ni siquiera la moda literaria con su implacable devenir ha podido relegarlo a la sombra del olvido desde que surgiera en pleno siglo XIII, y más tarde, el genial Petrarca lo convirtiera en el subterfugio métrico más conocido de las lenguas modernas.

Endecasílabo por excelencia fue la carta de presentación del Siglo de Oro en España y también en América. Recuérdese si no la atrevida lira de Sor Juana Inés de la Cruz: Esta tarde mi bien, cuando te hablaba, / como en tu rostro y tus facciones vía / que con palabras no te persuadía / que el corazón me vieses, deseaba.

Lope de Vega escribió mil y tantos sonetos, Góngora y Quevedo pelearon a "sonetazo limpio". No solo la pasión amatoria tuvo cabida en la estructura formal del soneto, sino también la sátira, lo místico y lo épico; llegó a ser dialogado, además de descriptivo, y aceptó lo humano y lo divino entre sus referentes. Con el modernismo las rimas se tomaron licencias novedosas en los famosos alejandrinos de Rubén Darío y sus seguidores. Ni siquiera la asonada revisionista de la posmodernidad pudo marginar la ascendencia del género. Neruda lo compuso sin rima, Guillén le dedicó buena parte de su energía creadora, y en fin, no hubo poeta o poetisa que al amparo del verso blanco soportara la idílica tentación de escribir un soneto.

A pesar de tanta contingencia librada a lo largo de ocho siglos, lo que realmente llama al asombro y abre un paréntesis de admiración es que en Taguasco, uno de los municipios más pequeños de la provincia de Sancti Spíritus, se celebre un Festival Nacional del Soneto, que este año arriba a su novena edición, que se desarrollará desde hoy hasta el 30 de este septiembre.

Organizar con todo éxito el Cuba Soneto y aprovechar la coyuntura para convertirlo en un motivo más de celebración y festejo con un sinnúmero de actividades que marcaron la huella de la identidad en aquella comarca, merecen sin duda el justo reconocimiento a la Dirección Municipal de Cultura.

Motivaciones sobran para justificar el empeño: Antonio Rodríguez Castro (Chicho) fue un connotado sonetista de aquellas tierras, por eso el evento lleva su nombre.

 

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