Corte a las tendederas

En Las Tunas se trabaja, de manera integral y organizada, para eliminar gradualmente las más de 26 000 viviendas que reciben electricidad por esa vía

Pastor Batista Valdés

La entrega de eficientes medios de cocción a la población se complementa con la eliminación de las llamadas tenderas eléctricas.

El programa ayuda a terminar el desorden y a prestar un servicio más justo y de calidad.

En zonas rurales de Las Tunas como El Uno, La Guarachita o El Guanábano, e incluso para muchas familias asentadas en áreas urbanas (tal es el caso del norteño poblado de Manatí), ha comenzado progresivamente este proceso.

El uso de los modernos equipos electrodomésticos no hubiera sido posible por todos los peligros e inconvenientes derivados de esas redes.

El asunto preocupaba desde mucho antes a especialistas y autoridades políticas y administrativas del territorio.

Estos trabajos no solo significan mayor seguridad para el Sistema Electroenergético Nacional, sino también para miles de familias.

Como explica el ingeniero William Meléndez Corrochado, director provincial de inversiones en la empresa eléctrica, no se trataba de un puñado de viviendas "mal colgadas" a la red, sino de 26 384 hogares, en 381 barrios, con más de 80 000 habitantes sujetos a esa delicada situación.

Indisciplinas expresadas en la determinación inconsulta de tender el primer cable a mano para bajar la corriente, habían complicado mucho más el panorama creado durante décadas, mediante cientos de casas "prendidas" a los ingenios, centros de acopio, plantas y otras instalaciones de la industria azucarera.

Sólidos argumentos y la voluntad del territorio para acometer trabajos de manera integrada y organizada, contribuyeron a que "una comisión política y económica que funciona a instancia de país adelantara el inicio de la ayuda prevista para la eliminación de tendederas", según explica Mario Patiño, director de la empresa eléctrica tunera.

La tendedera eléctrica impide comodidades como esta, a las que tienen total derecho todas las familias del país.

UNA LLAGA DE AÑOS

El inicio de esa ayuda para revertir poco a poco la situación en territorios como Las Tunas, Guantánamo y Holguín les permite a numerosas familias comparar realidades y comprender mejor los serios problemas que prevalecieron por años en torno a las "famosas" tendederas.

Una de las dificultades es el negativo efecto que deja en la economía nacional esa red difusa de cables fuera de control.

"En primer lugar —explica William— al no tener instalado un metro contador y pagar, por tanto, una cuota fija cada mes, el usuario consume o gasta toda la electricidad que se le antoja, sin límite alguno.

"Otro inconveniente está dado por la gran cantidad de energía que se pierde antes de llegar a esos hogares, como consecuencia de la diversidad de cables, e incluso de alambres, que muchas personas emplean.

"A todo eso se añaden los perjuicios que sufre el Sistema Electroenergético Nacional (SEN) cuando esas tendederas provocan la quema o inhabilitación total de transformadores."

La familia, desde luego, tampoco está exenta de riesgos. La posibilidad de un accidente eléctrico en el hogar es constante, por la inseguridad de todos los "inventos" puestos en práctica tendederas abajo.

En el feliz caso de que nunca ocurra uno de esos lamentables incidentes, el voltaje suele ser tan pobre e inestable que es imposible el funcionamiento de algunos equipos electrodomésticos, o lo que es peor, puede provocar su rotura.

GRATITUD EN ALTO VOLTAJE

Del mismo modo que Eva García González, en Manatí, numerosas personas no hallan la palabra exacta para expresar la gratitud porque "el bajo voltaje ha dejado de ser un contratiempo y podemos conectar cualquier equipo, sin temor a que se nos dañe".

En opinión de su coterráneo Leonardo Ávila, "la eliminación de estas tendederas provocan un cambio de mentalidad dentro de los barrios y comunidades".

Por eso, como norma, los vecinos no solo asumen la tarea de abrir los hoyos para el tendido eléctrico, sino que buscan el modo de atender a los linieros y demás trabajadores de la empresa eléctrica y de la rama azucarera que intervienen en la eliminación de las viejas redes.

Es la gratitud de mujeres como Leonor García (allá en el litoral norte) porque, entre otras cosas, "mi cocina ya no es la misma y ahora a mis niños casi no les da asma".

Erradicar las tendederas significa "tejer" cientos, tal vez miles, de kilómetros de cable, sembrar postes, ubicar nuevos transformadores, acometidas, metros contadores... Y eso es dinero, recursos, mano de obra, inteligencia.

Estimados preliminares indican que tal proyecto, aquí, supera con creces los cinco millones de pesos en CUC, monto que, por cierto, no demandará ni un solo centavo para la economía familiar de los núcleos beneficiados, aun cuando el grueso de esos componentes, equipos e insumos son adquiridos en el mercado exterior o producidos nacionalmente con materias primas importadas.

Este proceso busca incrementar el nivel y las condiciones de vida en la población urbana y también entre quienes habitan en alejados bateyes, caseríos y comunidades rurales de la vasta geografía cubana.

 

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