|
Al mal tiempo, buena salina
RONALD SUÁREZ RIVAS Y ALBERTO
BORREGO ÁVILA (Foto), enviados especiales.
FALCÓN.— Los habitantes de Santa Rosa, Campechano y Sauca saben lo
que es tener un mal clima. En las últimas semanas no ha llovido sobre
estos tres caseríos venezolanos, mientras el termómetro ha llegado a
marcar 39 grados centígrados.
Los
especialistas cubanos Rafael Carnero y Froilán Trujillo (de izquierda
a derecha) participan en la ejecución de la salina.
En muchos kilómetros a la redonda no se ve un solo sembrado, porque
muy pocos cultivos soportan la temperatura, combinada con un régimen
de precipitaciones de apenas 500 milímetros anuales.
Cuentan que de la pesca y de recoger cocos se ha vivido aquí
siempre; por ello el desempleo es alto, y también el índice de quienes
emigran buscando trabajo.
Tanto es el calor, que en lugares próximos a la playa, cuando
penetra la marea, se crean capas de sal debido a la alta evaporación.
Santa Rosa, Campechano y Sauca, en el estado de Falcón, son pueblos
salados, literalmente.
AL MAL TIEMPO...
Sin embargo, esa misma hostilidad de la naturaleza comienza a
revertirse en beneficio para la comunidad, cumpliendo la máxima
popular de oponer al mal tiempo buena cara.
Eso es lo que hacen especialistas de Venezuela y Cuba, quienes
construyen aquí una de las mayores salinas del país.
Falcón, 450 kilómetros al este de Caracas, posee una vasta zona
costera, y conforma, junto a los estados de Sucre y Zulia, el eje
salinero venezolano.
Pero, hasta ahora, la producción se ha desarrollado a través de
métodos artesanales, con escaso dominio tecnológico y pobres
resultados que obligan a importar cada año unas 500 000 toneladas del
condimento más antiguo del mundo.
"Con esta obra cubriremos casi la mitad de ese volumen", asegura
Jesús Montilla, gobernador del estado. Falcón es el mayor productor
nacional de ese rubro, y apenas alcanza 80 000 toneladas, de modo que
puede afirmase que en materia de sal este es el principal proyecto
hasta el momento.
El complejo Salinas de Sauca, como lo han bautizado, tendrá una
capacidad de alrededor de 200 000 toneladas y estará dotado de una
planta de tratamiento para el consumo humano.
El ingeniero cubano Rafael Carnero, jefe técnico de la obra,
explica que aunque clasifica entre las de mediano tamaño, es más
grande que la de Caimanera, Guantánamo, la mayor de la Isla.
Junto a Rafael, otros ingenieros, arquitectos, tecnólogos,
mecánicos y topógrafos de nuestro país, han tenido o tendrán
participación en las diferentes fases del diseño y la ejecución del
sistema de lagunas, y la zona industrial.
SABOR A SAL
Salinas de Sauca es uno de los diez programas que sostienen Cuba y
Venezuela en materia geominera.
El gobernador Montilla comenta sobre el origen de la participación
de la Isla: "Nosotros teníamos la voluntad y los recursos, pero no
había personal con experiencia en la producción de sal por evaporación
solar a quien confiarle el proyecto.
"Los cubanos, que se han especializado en esa tecnología, nos están
transfiriendo sus conocimientos."
Durante años, los habitantes de la zona recogieron el mineral bruto
y contaminado, que sedimentaba de manera natural. El nuevo complejo,
en cambio, estará dotado de la más moderna tecnología para lograr
altos rendimientos. Al valor económico se une el impacto social para
los tres poblados que rodean el valle de Sauca.
"Esta experiencia marca un punto de partida en el desarrollo de
empresas estatales junto con las comunidades, para el manejo de
salinas y el desarrollo de ese sector", asegura el ingeniero
venezolano Jonathan Neves, coordinador del proyecto.
De hecho, decenas de lugareños participan en la construcción y
esperan encargarse en el futuro de toda la fase productiva.
Dioslavo Romero es uno de ellos, nació en Campechano 58 años atrás
y lleva mucho tiempo "rodando hacia donde esté el trabajo". Pero desde
hace diez meses volvió a casa con su familia y asegura que no es malo
decir que hoy su vida tiene sabor a sal. |