Persona honesta y sensible, la reconocida actriz norteamericana
Sally Field evitó las frases de ocasión y los lugares comunes que
suelen aderezar los discursos de agradecimiento en las ceremonias de
premiación para compartir una idea sencilla pero contundente: "Si las
madres dirigieran las guerras, en primer lugar no habrían más guerras
malditas".
Esto aconteció el último domingo en la entrega de los Premios Emmy
a las mejores realizaciones y actuaciones de la televisión de Estados
Unidos, donde la Field se alzó con la distinción a la Mejor Actuación
Protagónica Femenina por su trabajo en la serie Cinco hermanos.
Pero el público que siguió por la cadena Fox la transmisión
exclusiva de la ceremonia nunca pudo escuchar el final de la frase. Un
molesto ruido opacó la voz de la Field. Directivos del gigante
mediático ahora dicen que la censura fue ejercida por el uso de la
palabra "maldita" en inglés fucking y para muchos un vocablo
soez, que por cierto se dice cuatro veces por minuto en la serie
Deadwood con toda naturalidad y pertinencia.
Puro cuento de camino. Hablar de guerra en EE.UU. es hablar de Iraq,
y como lo hizo la actriz, del dolor de las madres que reciben a sus
hijos muertos o mutilados por involucrarse en una innoble causa. Y
hablar de la agresión y el empantanamiento de los agresores señala a
la cadena Fox. Esa es su guerra, la que ayudó a propiciar aliándose a
Bush en sus mentiras sobre la posesión iraquí de armas de destrucción
masiva. Una guerra de agresión de la que uno de sus corresponsales en
Bagdad proclamó: "Mis crónicas no son profesionales, ni
objetivas...Me
encanta acompañar a nuestros marines".
¿Cómo la Field, por muy buena actriz que sea, con su frase
"políticamente incorrecta", iba a atreverse a poner en peligro el
perfil neoconservador y republicano de una corporación que facturó el
último año nada menos que 71 430 millones de millones de dólares, el
70% en unos Estados Unidos donde cuentan con el compadrazgo de la Casa
Blanca?