Nominación y poder popular

Un vínculo trascendente

María Julia Mayoral
ma.julia@granma.cip.cu

Foto: Arnaldo SantosLa promoción popular de candidatos a delegados municipales, con la mira puesta en el mérito y la capacidad, vuelve a llevarse a cabo como uno de lo procesos políticos más importantes de la vida nacional.

Al ser expresión cabal de los rasgos distintivos de los comicios en Cuba, su alcance rebasa la posibilidad cíclica de cambiar y mantener dirigentes mediante la elección de representantes a los órganos estatales.

Organizada esta vez en más de 50 700 asambleas generales de electores a escala local, la nominación deviene punto de partida para el vínculo sistémico y sistemático entre representantes y representados, entre los mecanismos de democracia directa e indirecta, dentro del proyecto nacional de construcción del socialismo.

Lo anterior presupone la intervención cada vez más consciente y eficaz del pueblo en la gestión estatal y de gobierno, en un camino de lucha y aprendizaje no exento de dificultades.

Así pueden entenderse las elevadas exigencias y expectativas de los electores en relación con los delegados; pues esperan, entre otras cosas, que estos últimos actúen como portavoces de necesidades, demandas y propuestas.

Proponer candidatos y ejercer el sufragio en las urnas son derechos altamente valorados por la mayoría de los cubanos; de ahí el interés por promover a personas con aptitudes y suficientes méritos, y la masiva asistencia a las reuniones de nominación.

Pero la selección de "los mejores y más capaces" en cada momento no constituye un fin. Es apenas el decisivo momento de escoger compañeras y compañeros responsables, decididos a trabajar para garantizar que se sumen cada vez más cubanos de manera plena y efectiva a las tareas del Poder Popular.

Desde su creación, los órganos representativos del Estado socialista en nuestro país conciben que los delegados sean capaces de analizar con la población la gestión de gobierno y a partir de ahí contribuir al funcionamiento del sistema.

Compete a los delegados mantener informados a sus electores y examinar con ellos, en primer lugar, la labor de la Asamblea del municipio para cumplir con las responsabilidades que le confiere la Constitución de la República. Esto incluye la atención dada a los planteamientos de los electores y el debate sobre la situación del barrio, la localidad, el municipio, la provincia y el país en aquellas cuestiones de mayor preocupación popular.

Vivimos ahora un momento crucial para ese ejercicio de gobierno: la nominación de candidatos, como antesala indispensable de las reuniones de rendición de cuenta que luego desarrollaremos con los delegados que resulten electos.

Esos encuentros periódicos con los electores han sido empleados fundamentalmente para "recoger" planteamientos de los ciudadanos e intercambiar informaciones y, en menor medida, para organizar la intervención de los vecinos en el control y fiscalización popular de las actividades estatal y administrativa dentro de su demarcación.

En muchas ocasiones, incluso, se pasa por alto que tales espacios deben ser también para la discusión de asuntos de la vida local y nacional, en aras de que los puntos de vista de la población sean tenidos en cuenta, cada vez con mayor riqueza, a la hora de tomar decisiones en las asambleas del Poder Popular de las distintas instancias y, a partir de ello, en el proceso de dirección de nuestra sociedad como un todo.

Visto así el asunto, la nominación en curso resulta clave. De sus resultados dependerá en buena medida la calidad de las Asambleas del Poder Popular, la posibilidad de seguir contando con delegados como representantes en un proceso de construcción socialista, aptos cada vez más para actuar como facilitadores y garantes efectivos de la más amplia y sistemática participación del pueblo en la dirección del Estado.

 

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