El presidente estadounidense, George W.
Bush, anunciará hoy el retiro de 30 mil soldados para el verano de
2008, en medio de fuertes críticas en el Congreso y la ciudadanía por
las consecuencias de la guerra.
En un mensaje televisado, el mandatario informará esta noche del
regreso a casa de ese contingente, enviado en enero último como
refuerzo para combatir a la resistencia en esa nación árabe.
La iniciativa es anunciada dos días después de la comparecencia
ante el Capitolio del jefe militar del Pentágono en Iraq, David,
Petraeus, y del embajador norteamericano allí, Ryan Crocker, quienes
fueron duramente cuestionados por la bancada demócrata y varios
republicanos.
Ya los liberales expresaron que el retorno parcial no les
satisface, y demandaron a la Casa Blanca un cambio de la estrategia
para Iraq.
Esto es inaceptable para mí y para el pueblo estadounidense, señaló
el líder de la Cámara alta, Harry Reid, quien consideró que el
supuesto nuevo plan presentado por Petraeus es "lo mismo que ya
tenemos".
Reid llamó a sus colegas conservadores a no respaldar las políticas
del gobierno, al tiempo que adelantó que su partido presentará varias
enmiendas sobre el tema.
En similar sentido se pronunció el senador Carl Levin, presidente
de la comisión de Servicios Armados, quien estimó que Bush "piensa
mantener el actual rumbo indefinidamente".
Ante las duras críticas, el portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow,
salió la víspera en defensa del proyecto de retirada parcial.
"Es bastante claro que no es una guerra sin final. Y de hecho, es
una guerra que tiene en su punto de mira la victoria", manifestó Snow,
un criterio no compartido por la opinión pública.