Emilio Bacardí Moreau

Presente en la historia y la cultura cubanas

José Antonio Torres

Algunos avezados de las letras y la política en América han coincidido en que escribir sobre la historia nunca es un acto neutral, sobre todo si se intenta evocar a figuras que como Emilio Bacardí Moreau trascendieron por la extraordinaria dimensión intelectual y firmeza de principios que aquilataron su personalidad y dictaron los designios de su actuar.

Bacardí defendió a ultranza la independencia de Cuba y combatió todo tipo de supeditación imperial.

El legado de este insigne santiaguero —a veces manipulado a capricho y en oportunidades escamoteado a mansalva por quienes han intentado destruir a la Revolución por todos los medios— no admite tergiversaciones vanas. Su nombre está ligado irrevocablemente a la historia de la nación cubana.

Algunos atestiguan que su impronta pervive en la cultura y tradiciones de su ciudad natal, sobre todo por la marcada vocación independentista que en más de una oportunidad influyó en su detención y posterior deportación.

Otros confirman que su madurez intelectual adquirió una dimensión superior al contraer nupcias con la mujer que derivó fiel colaboradora de sus múltiples actividades: Elvira Cape, cuyo nombre rinde tributo e identifica en la actualidad a la biblioteca provincial de Santiago de Cuba.

Sin embargo, lo cierto es que ocupar en dos oportunidades la alcaldía de la hoy Ciudad Héroe de la República de Cuba le permitió materializar sus proyectos con una ética diferente y un credo renovador, que apuntaron hacia una postura nacional y en favor del mejoramiento espiritual de su pueblo.

Leal a sus ideas y contrario a cualquier variante de supeditación, enarboló y dejó testimonio literario sobre las atrocidades que se cometían, la libertad escamoteada a raíz de la intervención norteamericana y los principales acontecimientos que marcaron la historia de la ciudad.

Precursor de que la cultura emerge como respuesta y resistencia fundó el 12 de febrero de 1899 el primer museo–biblioteca de carácter público en el país, que hoy lleva su nombre y atesora las principales piezas, obras y documentos de valor patrimonial que se conservan en Santiago de Cuba.

Allí permanecen objetos que él pudo proteger, y luego donar para la historia, como pertenencias de varios jefes mambises, una momia que trajo de Egipto y colecciones de importantes pintores de Europa y América.

Emilio Bacardí dio un considerable impulsó a la educación y la cultura, fomentó la urbanización, trabajó en el rescate de la casa del poeta José María Heredia y priorizó el saneamiento de la ciudad, para entonces tema de urgente reforma.

A su amor por la patria debemos la idea de izar la bandera cubana a las 12 de la noche de cada 31 de diciembre, tradición que se conserva y coincide con los aniversarios del triunfo de la Revolución, anunciado por Fidel Castro desde los balcones del ayuntamiento donde él tuvo su gobierno.

Él creó la banda municipal, fundó la Escuela de Arte, instituyó el cuerpo de bomberos, pavimentó un número importante de calles, sustituyó el sistema de alumbrado de parte de la ciudad y hasta proclamó leyes contra el alcoholismo por los males que acarreaba contra la sociedad.

Aunque incursionó en la pintura y la escultura, como escritor sobresalió más. Dentro de su vasta producción literaria figuran Crónicas de Santiago de Cuba, una suerte de compendio desde la fundación de la ciudad, el incremento de la esclavitud y la conquista de otros territorios como el de México, hasta las labores conspirativas, la participación de los santiagueros en las gestas libertadoras y los acontecimientos de la primera guerra imperialista a escala global.

Cuentos de toda la noche fue su legado para los niños y de hecho una obra poco divulgada, al tiempo que en Vía Crucis reflejó la vida y tradiciones de los cafetales franco-haitianos enclavados en la cordillera de la Gran Piedra, que devienen testigos de la esclavitud en América y fueron declarados por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Por su catadura moral y elevado prestigio popular fue electo senador de la república, hasta que el 28 de agosto de 1922, con 82 años de edad, falleció este patriota que dejó escrito en su testamento: "Si me cabe alguna deuda por esta vida será por mi único pecado: haber amado demasiado, hasta la exageración, a mi Patria¼ ".

 

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