La Casa del Vedado: cuestión de época

CECILIA CRESPO

Transcurría la década de los años veinte del pasado siglo cuando la hoy céntrica calle 23 del capitalino barrio del Vedado vio erguirse, en solo 204 días, una de sus más representativas construcciones.

Foto: Arnaldo SantosUna lección de estilo en el mobiliario y la decoración del gabinete de la casa-museo.

Se trata de la casa —marcada con número 664 entre D y E— que el comerciante Manuel Campa obsequió a su hija Ángela por su matrimonio. En la actualidad, lo que fue hasta 1998 el hogar de Ángela, quien murió sin herederos, ha sido convertido por iniciativa de la Oficina del Historiador de la Ciudad en una peculiar institución: la Casa del Vedado, cuya singularidad radica en su estructura, que no responde a un diseño propiamente museográfico, pues en esta mansión ambientada no hay ningún espacio delimitado y ninguna vitrina como en cualquier museo.

Abrió sus puertas al público el pasado julio como parte del programa Rutas y andares para este verano y su objetivo es mostrar la cotidianidad de una familia de clase media alta de la época, como si aún estuviera habitada. La atmósfera recreada es tan eficaz que sienten las notables diferencias con la modernidad. Revivir una época mediante una estrategia sustentada en el rescate de las rutinas decorativas de esos años y de sus tendencias estilísticas ha sido el reto de sus especialistas.

Sobre el interés de la Oficina del Historiador de la Ciudad en rescatar una vivienda cuya ubicación se aleja del Centro Histórico, María Elena Roche, directora de la flamante institución, explica que "durante la segunda mitad del siglo XIX, las familias más pudientes abandonaron La Habana de intramuros por la falta de espacio y el ambiente derivado de la actividad comercial y el asentamiento de humildes pobladores, para instalarse en las inmediaciones de la Zanja Real del Cerro, donde establecen sus casas quintas y en la zona conocida como El Carmelo. Más tarde se inició la urbanización del Vedado, con un trazado regular de sus calles y avenidas, por lo que esta zona se convierte en la de mayor interés social por sus características y comienza a poblarse vertiginosamente".

El notable arquitecto Mario Coyula ha definido el Vedado como "la pieza mayor y más importante del urbanismo republicano, en tamaño y en posición de vanguardia en su momento, a la par con lo mejor del mundo", la cual "guarda muchas pautas para los profesionales de la arquitectura y el urbanismo, no para copiarlo, sino para reinterpretarlo".

Quienes visiten este típico exponente de la arquitectura ecléctica podrán apreciar el excelente y conservado mobiliario perteneciente a varias de las acaudaladas familias del país del pasado siglo, piezas únicas, raras y valiosas, obras de importantes retratistas y hasta vestimentas femeninas de aquellos años. Todo ello recuperado felizmente para el patrimonio nacional, accesible al pueblo.

 

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