Se trata de la casa —marcada con número 664 entre D y E— que el
comerciante Manuel Campa obsequió a su hija Ángela por su matrimonio.
En la actualidad, lo que fue hasta 1998 el hogar de Ángela, quien
murió sin herederos, ha sido convertido por iniciativa de la Oficina
del Historiador de la Ciudad en una peculiar institución: la Casa del
Vedado, cuya singularidad radica en su estructura, que no responde a
un diseño propiamente museográfico, pues en esta mansión ambientada no
hay ningún espacio delimitado y ninguna vitrina como en cualquier
museo.
Abrió sus puertas al público el pasado julio como parte del
programa Rutas y andares para este verano y su objetivo es
mostrar la cotidianidad de una familia de clase media alta de la
época, como si aún estuviera habitada. La atmósfera recreada es tan
eficaz que sienten las notables diferencias con la modernidad. Revivir
una época mediante una estrategia sustentada en el rescate de las
rutinas decorativas de esos años y de sus tendencias estilísticas ha
sido el reto de sus especialistas.
Sobre el interés de la Oficina del Historiador de la Ciudad en
rescatar una vivienda cuya ubicación se aleja del Centro Histórico,
María Elena Roche, directora de la flamante institución, explica que
"durante la segunda mitad del siglo XIX, las familias más pudientes
abandonaron La Habana de intramuros por la falta de espacio y el
ambiente derivado de la actividad comercial y el asentamiento de
humildes pobladores, para instalarse en las inmediaciones de la Zanja
Real del Cerro, donde establecen sus casas quintas y en la zona
conocida como El Carmelo. Más tarde se inició la urbanización del
Vedado, con un trazado regular de sus calles y avenidas, por lo que
esta zona se convierte en la de mayor interés social por sus
características y comienza a poblarse vertiginosamente".
El notable arquitecto Mario Coyula ha definido el Vedado como "la
pieza mayor y más importante del urbanismo republicano, en tamaño y en
posición de vanguardia en su momento, a la par con lo mejor del
mundo", la cual "guarda muchas pautas para los profesionales de la
arquitectura y el urbanismo, no para copiarlo, sino para
reinterpretarlo".
Quienes visiten este típico exponente de la arquitectura ecléctica
podrán apreciar el excelente y conservado mobiliario perteneciente a
varias de las acaudaladas familias del país del pasado siglo, piezas
únicas, raras y valiosas, obras de importantes retratistas y hasta
vestimentas femeninas de aquellos años. Todo ello recuperado
felizmente para el patrimonio nacional, accesible al pueblo.