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La ingobernabilidad y la violencia marcan hoy el panorama iraquí en
medio de una gran ofensiva de las tropas conjuntas nacionales y
extranjeras.
La operación Ataque de Pantera se lleva a cabo de manera escalonada
en varias regiones del país árabe para detener los ataques y el primer
ministro, Nuri al Maliki, intenta solucionar la crisis política por la
que atraviesa su gobierno.
Maliki alcanzó este martes un acuerdo con el jefe de la región
autónoma kurda, Massud Barzani, con vista a las reuniones que se
realizarán esta semana para encauzar el gabinete ministerial,
informaron fuentes oficiales.
Las contradicciones en el gobierno iraquí llegaron al paroxismo
luego que en las últimas semanas varios ministros renunciaran y otro
grupo decidiera boicotear las sesiones.
Mientras, un comando de hombres armados secuestró en esta capital
al inspector general del Ministerio de Petróleo, Abdul Karim Nahed
Luaiby, y a dos de sus guardaespaldas, informaron fuentes policiales.
La explosión de un camión bomba causó 10 muertos, seis heridos y
graves daños en un importante puente en el norte de Bagdad, según la
policía.
Las fuerzas de ocupación, por su parte, traspasaron a la policía
iraquí el control de la seguridad de Faluya en un intento por lograr
la estabilidad de la zona, informó la agencia de noticias Aswat al
Irak.
Esa convulsa ciudad es la más grande de la provincia de Al Anbar,
donde regularmente las tropas de ocupación sufren los ataques de la
resistencia.
El mando estadounidense confirmó este martes la muerte de cuatro
soldados en Niniveh, en el norte, y con ello ascendió a 36 el número
de víctimas mortales en lo que va de mes para esas fuerzas, según
cifras del Pentágono.
Los militares pertenecían a las tropas de intervención rápida
Relámpago, que opera contra los insurgentes en esa región
septentrional como parte de la gran ofensiva de los últimos días,
anunciada por el mando castrense.