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Aumentan las dudas en EE.UU. tras renuncia de Rove

WASHINGTON, 14 de agosto (PL). — La anunciada dimisión de Karl Rove, el principal asesor político del presidente estadounidense George W. Bush, acrecentó las dudas sobre su participación en diferentes escándalos que aún hoy amenazan a La Casa Blanca.

Victoreado por los republicanos y en la mirilla de la oposición demócrata, el llamado gurú de Bush dijo el lunes que dejará el gobierno a finales de este mes para atender a su familia.

Rove fue considerado como el artífice de las dos campañas que llevaron a Bush a la presidencia del país en 2000 y 2004, y arquitecto de la avalancha republicana para alcanzar la mayoría en ambas cámaras del Congreso.

Aunque algunas figuras como el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, elogian su contribución al partido y al país, otros consideran que en sus años en La Casa Blanca fue el cerebro que dividió a los estadounidenses.

Al respecto, el senador demócrata Barack Obama, opinó que fue el arquitecto de una estrategia política que dejó al país más dividido, a los intereses especiales más poderosos y al pueblo más alejado de su gobierno que en ningún momento de la historia.

La renuncia del controvertido funcionario ocurre a pocas semanas de su negativa a comparecer ante el Congreso para aportar elementos de su participación en el escándalo por el despido de ocho fiscales federales.

Pese a que ya se aparta de La Casa Blanca, para el jefe del Comité Judicial del Senado, Patrick Leahy, este hecho no lo alejará de la mano de la justicia.

También medios de prensa estadounidense refieren este martes su presumible participación en la filtración a la prensa en julio de 2003 del nombre de la ex espía de la CIA Valerie Plame, un escándalo que pese a cobrar una víctima aún está presente.

El ex diplomático estadounidense Joseph Wilson, esposo de Plame, vinculó la salida de Rove como el capítulo final de la filtración, pues Bush había prometido despedir a cualquiera en su administración responsable de esta.

Para algunos analistas la marcha del asesor presidencial complicará los 17 meses de gobierno que le restan a Bush y no descartan que los demócratas aumenten las presiones para aclarar su participación en el despido de los fiscales.

 

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