Altura para la vida

Katia Siberia García

A los 96 años de edad, Luis Gonzalo Pedraza continúa sorprendiéndose. Lo aparentemente inalcanzable está en sus manos "a estas alturas de la vida". Solo él sabe cuánto ha tenido que esperar, cuán difícil se le ha tornado el camino.

Foto: RAÚL LÓPEZLuis Gonzalo todavía tiene mucho que decirles a los jóvenes.

Sus maestros lo consintieron quizás en demasía. Sabían de su lento andar, de su agarre impreciso y de la escasa visión. Aun así pusieron su empeño y cada semana en el hogar de ancianos donde vive, le entregaron una mezcla de cariño y enseñanza.

Así pasó un año y hace algunos días Luis Gonzalo recibió su certificado de graduado de la Cátedra del Adulto Mayor.

Foto: RAÚL LÓPEZEusebio Celestino aún conserva su uniforme de miliciano “para por si acaso”.

Ahora su trabajo final es un regalo a los jóvenes. A ellos dedicó sus consejos cargados de sabiduría y experiencia. No se propuso hacer un manual de referencia, pero sus conocimientos y vivencias van en él.

Con una voz precisa, sin tartamudeos, dialoga con sus compañeros de aula y hogar. Yo no esperaba esto —dice— y con una sonrisa confiesa que está muy contento. Sus amigos comprenden porque saben también de alegrías. Juntos vivieron jornadas de ejercicios físicos, de trabajo en la cerámica, de Historia de Cuba, de Ciencias Naturales¼ de vida.

Eusebio Celestino González añade a su felicidad el nerviosismo de un momento irrepetible. Por su silla de ruedas pudieran atribuírsele impedimentos físicos. Luce delgado y se reconocen en él las huellas indetenible del paso del tiempo. Mas, en el inicio de la ceremonia que lo acreditaba como graduado lanzó un ¡Viva Cuba Libre! que sorprendió a todos.

Él tampoco esperaba que a los 83 años, su convivencia en el Hogar de Ancianos 28 de Enero, de 10 de Octubre, se mezclara con intelecto y patriotismo. "Esto es inmenso, no sé cómo agradecer tanta alegría".

Eusebio lleva internamente el vigor de su juventud, aunque todavía posee un poco de fuerzas para retomar sus pasajes, asegura. De esas historias que lo hicieron fuerte, extrajo la voluntad para imponerse ante el aula.

La instrucción de sus profesores le ayudó a contar sus memorias sobre Girón en las que narra su cercanía con la muerte. Es su mejor forma de graduarse, pues van en ella orgullo y aprendizaje.

Otros longevos del Hogar como Rafael Santiuste, Santiago Eloy, Evaristo Rojas o Nila Victoria también consideran que su graduación les devuelve la utilidad de los años. Mediante sus consejos, sonrisas o esperanzas, ellos hacen lo suyo, miran al futuro y saben que les queda mucho por vivir.

 

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