Ahora su trabajo final es un regalo a los jóvenes. A ellos dedicó
sus consejos cargados de sabiduría y experiencia. No se propuso hacer
un manual de referencia, pero sus conocimientos y vivencias van en él.
Con una voz precisa, sin tartamudeos, dialoga con sus compañeros de
aula y hogar. Yo no esperaba esto —dice— y con una sonrisa confiesa
que está muy contento. Sus amigos comprenden porque saben también de
alegrías. Juntos vivieron jornadas de ejercicios físicos, de trabajo
en la cerámica, de Historia de Cuba, de Ciencias Naturales¼
de vida.
Eusebio Celestino González añade a su felicidad el nerviosismo de
un momento irrepetible. Por su silla de ruedas pudieran atribuírsele
impedimentos físicos. Luce delgado y se reconocen en él las huellas
indetenible del paso del tiempo. Mas, en el inicio de la ceremonia que
lo acreditaba como graduado lanzó un ¡Viva Cuba Libre! que sorprendió
a todos.
Él tampoco esperaba que a los 83 años, su convivencia en el Hogar
de Ancianos 28 de Enero, de 10 de Octubre, se mezclara con intelecto y
patriotismo. "Esto es inmenso, no sé cómo agradecer tanta alegría".
Eusebio lleva internamente el vigor de su juventud, aunque todavía
posee un poco de fuerzas para retomar sus pasajes, asegura. De esas
historias que lo hicieron fuerte, extrajo la voluntad para imponerse
ante el aula.
La instrucción de sus profesores le ayudó a contar sus memorias
sobre Girón en las que narra su cercanía con la muerte. Es su mejor
forma de graduarse, pues van en ella orgullo y aprendizaje.
Otros longevos del Hogar como Rafael Santiuste, Santiago Eloy,
Evaristo Rojas o Nila Victoria también consideran que su graduación
les devuelve la utilidad de los años. Mediante sus consejos, sonrisas
o esperanzas, ellos hacen lo suyo, miran al futuro y saben que les
queda mucho por vivir.