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Luis y Sergio Saíz Montes de Oca
La dignidad como bandera
Ronal Suárez Ramos
Un día como hoy, hace 50 años, el país se conmovió por el asesinato
en plena calle, en San Juan y Martínez, Pinar del Río, de los hermanos
Luis y Sergio Saíz Montes de Oca.

Luis Saíz Montes de Oca.
Sergio Saíz Montes de Oca.
Sabedores del peligro que corrían, los jóvenes le habían dicho a
Esther, su mamá: si mañana nos matan y contribuimos con ello a que
Cuba sea libre, para nosotros será como si hubiéramos sido eternos.
Revolucionarios de pensamiento y acción, Luis cursaba el segundo
año de Derecho y a la vez el primero de Filosofía, en la Universidad
de La Habana. Sergio terminó el bachillerato en el único Instituto de
Segunda Enseñanza de Pinar del Río, y se preparaba para optar por la
carrera de Medicina.
Esther
Montes de Oca
El día anterior a su asesinato, una mujer que viajó de Pinar del
Río a San Juan y Martínez en un auto de alquiler, alertó a Esther que
en el propio vehículo iban dos hombres vestidos de civil, al parecer
soldados, quienes al pasar frente a la casa de los Saíz, uno le
comentó al otro: Ahí es donde viven los hijos del juez.
Enseguida salió en busca de los muchachos, que a esa hora
participaban en una reunión del Movimiento 26 de Julio a bordo de un
barco pesquero en Boca de Galafre. Les contó lo sucedido y les pidió
que no volvieran a salir de la casa.
Iban a celebrar el
cumpleaños de Fidel
Ellos accedieron, pero le argumentaron que al día siguiente no
podrían complacerla, pues era el cumpleaños de Fidel.
En la noche del 13 de agosto de 1957, tras ayudar a Esther a fregar
los cubiertos, la besan y se despiden diciéndole: No temas, algún día
te vas a sentir orgullosa de nosotros.
Entre
las camas, el busto de Martí, su inspirador, que siempre les acompañó.
No habían transcurrido cinco minutos cuando vi personas que
corrían. Pensé que se trataba, recuerda Esther, de un incendio y salí
a la calle, entonces escuché a una mujer que decía: ¡pobrecita, no
sabe que son sus hijos!...
En la casa de socorro el médico de guardia, cuñado de ella, le
apretó las manos y le dijo: Esther, tus hijos están muertos.
Los hechos
El cine de San Juan y Martínez, situado en una céntrica esquina,
era lugar de gran concurrencia de personas, con predominio de jóvenes.
Apenas llegaron, el esbirro de la tiranía la emprendió contra Sergio,
al que trató de registrar. La provocación formaba parte del complot.
Al percatarse de ello, desde la acera opuesta salió Luis increpando
al sicario, quien sin mediar palabra lo abatió de un disparo.
¡Si mataste a mi hermano, mátame a mí también!, exclamó Sergio
mientras se abría la camisa y mostraba el pecho desnudo al asesino.
Más no hacía falta, esa era su encomienda. Una segunda bala, a boca de
jarro, terminó con la vida del más joven.
Aunque integrantes de una familia de clase media, desde niños
estuvieron muy vinculados a los sanjuaneros más pobres. En una ocasión
manifestaron a sus padres que si morían por la Revolución no hubiera
en sus funerales sarcófagos de lujo ni flores.
Su voluntad fue respetada y, a pesar de que se recibieron muchas
ofrendas florales, no se colocaron en el recinto donde tenía lugar el
velorio. Un busto de Martí que siempre les acompañó en su cuarto, y la
bandera cubana, presidieron la ceremonia fúnebre.
Flores de desagravio
La excepción fue un ramo de rosas, símbolo de los principios y la
firmeza de carácter de los inolvidables mártires.
En cierta ocasión Sergio visitó a un médico del pueblo para pedirle
un libro de medicina que necesitaba, y aquel se lo negó, pero al
enterarse de quién se trataba, trató de rectificar. ¡Si usted no es
capaz de prestarle un libro a un simple estudiante, yo no puedo
aceptarlo!, fue su respuesta.
Tan profundo caló aquella actitud en los sentimientos del
profesional, que al conocer el horrendo crimen se presentó en la casa
de los Saíz Montes de Oca y logró que aceptaran su ofrenda floral a
manera de desagravio.
Jóvenes de pensamiento
avanzado
No obstante contar con solo 18 y 17 años de edad, respectivamente,
Luis y Sergio tenían una amplia cultura, dada tanto por lo mucho que
leían, como por lo observadores que eran de la realidad.
Dejaron una fructífera obra literaria y política que combinaron con
la acción revolucionaria y sus características de estudiantes
ejemplares. Llegaron a la conclusión de que en Cuba era necesaria una
revolución martiana y socialista, cuya proyección quedó plasmada en el
manifiesto Por qué luchamos, escrito tres meses antes de su
desaparición física y considerado su testamento político.
En él analizan la situación imperante, plantean la lucha contra la
desigualdad; diseñan sistemas de educación y salud estatales, donde
escuela y médico estuvieran al alcance de todos, y se pronuncian por
una profunda reforma agraria.
Atacan al vicio, y particularmente al juego que, con la complicidad
del régimen dictatorial se extendía por el país, y auguran una prensa
revolucionaria "trinchera decidida de las causas populares".
Vislumbran la reacción imperialista, por lo cual abogan por la
necesaria nacionalización de las riquezas: ... si la Revolución está
bien adentrada al pueblo, como lo estará, pueden lograrse los fines
sin más contratiempos¼ ".
Casi al concluir el documento, dejan constancia de su
inquebrantable decisión: "No tenemos más que nuestras vidas, avaladas
con la honradez de un pensamiento justo y una obra inmensa que
realizar, y como ofrenda de devoción y desprendimiento la hemos
depositado en los brazos de la Revolución Cubana —justa, grande,
renovadora, honrada, socialista— sin más esperanzas que ver algún día
cumplidos estos sueños que hoy, en plena juventud y calor de lucha,
llevamos a estas cuartillas".
Sueños hechos realidad
Pregunté a Esther —ya con 97 años cumplidos— cómo concebiría a sus
hijos hoy y respondió sin dilación: "Conocí sus pensamientos y tengo
la tranquilidad de que la Revolución ha cumplido en todo momento los
ideales por los que dieron sus vidas.
"Ellos estarían, como entonces, con la misma fuerza de sus
principios, junto a la Revolución y en el lugar que se les hubiera
asignado. Luisito dijo que los días más difíciles vendrían después del
triunfo, para evitar que las conquistas se perdieran." |