Durante dos semanas, quienes miren
al cielo en la noche o en horas de la madrugada podrán disfrutar una
lluvia de perseidas, que no por ocurrir cada verano deja de asombrar a
cuantos la ven.
Las Perseidas caen cuando la Tierra se adentra en la órbita del
cometa 109 Swift Tuttle, cuyas partículas tan pequeñas como la cabeza
de un fósforo, viajan a una velocidad de 50 kilómetros por segundo.
Ese fenómeno ocurre casi siempre a finales de julio y el 22 de
agosto.
Aunque en el hemisferio oriental y occidental se pudo disfrutar de
la caída de las perseidas, la vista más admirable la tuvieron los
habitantes de la Europa Occidental y el norte del continente
americano.
La lluvia de meteoritos generalmente dura una o dos décimas de
segundo, pero cuando el cuerpo cósmico es de un tamaño mayor puede
generar un efecto lumínico con una duración de dos o tres segundos.
El hombre ha visto la lluvia de perseidas desde tiempos
inmemoriales, pero fueron astrónomos chinos quienes se dedicaron a
estudiar ese fenómeno en el año 36 antes de nuestra era.
Durante la Edad Media recibió el nombre de lágrimas de San Lorenzo,
porque se observaba en una fecha que coincidió con el martirio que
sufrió a manos de los romanos en el año 258 de nuestra era.