Aniversario 45 del asesinato de Rodolfo Rosell Salas

Vida joven asesinada por el terrorismo yanki

Texto y fotocopia: Jorge Luis Merencio Cautín

Si te pones mala y yo no he regresado, que le avisen a Rafael Anido (entonces jefe de la Cooperativa Pesquera Gustavo Fraga, en Caimanera) para que te lleve al hospital, le dijo Rodolfo Rosell Salas a su esposa Eloísa Bertó minutos antes de partir a su habitual pesquería.

Rodolfo Rosell, una de las víctimas del terrorismo contra Cuba proveniente de la ilegal base naval de Guantánamo.

Sus palabras denotaban preocupación por el embarazo de su compañera, y cierta premonición de que algo grave pasaría.

No desconocía el peligro que entrañaba pescar en aguas próximas al territorio ilegalmente ocupado por la base naval yanki en Guantánamo. Desde allí ya en una ocasión lo habían tiroteado.

También conocía de las provocaciones y agresiones contra la Revolución, provenientes de ese enclave militar. Pero Rodolfo era un hombre entregado a sus compromisos laborales con la cooperativa.

Transcurrió la tarde y la noche y Rodolfo no regresó a su hogar, como era su costumbre. Después de intensa búsqueda, una patrulla avistó en una playa la pequeña embarcación en que el joven se hacía a la mar.

El bote llamado Las dos hermanas estaba encallado. Dentro fue encontrado el cuerpo sin vida de Rodolfo, con signos de haber sido torturado.

El horrendo crimen, ocurrido el 12 de julio de 1962, llenó de dolor a la humilde familia: dejó enlutada y sin esposo a Eloísa y sin padre a Marisela, Rodolfito y Reina, quien no pudo sentir el cariño de su papá asesinado seis días antes de ella nacer.

Cuando el joven zarpó, dejó atrás a una Caimanera en plena transformación revolucionaria, en combate para erradicar definitivamente la prostitución, el juego y la podredumbre social, males introducidos por los marines yankis de la base naval.

Rodolfo Rosell, nacido en Baracoa en 1932, en el seno de una familia campesina pobre, no era el primero ni sería el último de los cubanos asesinados por soldados del enclave aeronaval, convertido hoy en campo de concentración y tortura, y en testimonio del doble rasero del gobierno de Bush.

Impotentes ante los avances de una Revolución socialista en sus propias narices, los marines acudieron al terror para segar la vida del también pescador Rubén López Sabariego y de los combatientes de la Brigada de la Frontera, Ramón López Peña y Luis Ramírez López.

Desde ese territorio se han perpetrado miles de violaciones, provocaciones y agresiones contra Cuba, quien siempre ha dado una sabia, madura y contundente respuesta al enemigo.

 

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