Insertadas hace apenas un lustro en el paisaje rural de Cuba, las
salas de televisión resultan ya imprescindibles para el desarrollo
cultural y la convivencia social en las comunidades no electrificadas.
Los cerca de dos mil locales de ese tipo que están diseminados por
zonas montañosas o muy apartadas del país, promueven la recreación
sana mediante la proyección de videos educativos a la vez que
propician la información pública y el debate.
Del VI Taller sobre el funcionamiento de las salas de televisión,
en Ciego de Ávila, trascendió que la provincia cuenta con 19,
distribuidas en siete de los 10 municipios.
A las instalaciones se vinculan promotores culturales, médicos y
maestros, quienes se apoyan en programas televisivos y materiales
didácticos para contribuir a disminuir hábitos negativos como el
alcoholismo, el tabaquismo y la transmisión de enfermedades sexuales.
Estos espacios son aprovechados también para la rehabilitación
física de personas aquejadas de enfermedades y limitadas en su
actividad motriz, por lo que ese quehacer es de alto contenido humano
y muestra resultados palpables en la solución de problemas en niños y
ancianos, fundamentalmente.
Asimismo estimulan la instrucción de diversos grupos sociales
mediante talleres de corte y costura, artesanía y minibibliotecas,
iniciativas muy bien acogidas por las amas de casa.
Este programa inaugurado por el Comandante en jefe Fidel Castro en
la provincia de Granma, el 29 de marzo del 2002, se inserta en los
esfuerzos del estado cubano por elevar la cultura general integral de
toda la población y mejorar la calidad de vida de las personas en
asentamientos muy retirados.