Considerada elemento vital de la democracia socialista en Cuba, la
participación de los ciudadanos en el control y la fiscalización de
las actividades productivas y de servicios y en el mejoramiento del
entramado social en la demarcación donde residen, tiene que dotarse de
métodos cada vez más eficaces para no quedar en el mero diagnóstico de
irregularidades o en la denuncia de problemas que en primer término
deberían conocer, atender y resolver las entidades e instituciones
competentes.
El tema fue nuevamente punto central de los debates sostenidos ayer
por la Comisión de Órganos Locales, presidida por el diputado Tomás
Cárdenas.
Son los Consejos Populares, por las concepciones que les dieron
origen, composición, presencia generalizada en el país y facultades
legales, los eslabones del Poder Popular con mayores posibilidades hoy
para fomentar esa participación del pueblo, sin proponerse suplantar
ni asumir tareas inherentes a las direcciones administrativas ni al
Consejo de la Administración del municipio donde funcionan.
Para ello, opinaron los diputados, resulta fundamental continuar
reforzando la capacitación de los presidentes de Consejos, los
delegados de circunscripción y de los vecinos incorporados a las
comisiones encargadas de controlar y fiscalizar disímiles cuestiones.
Según apreciaron los parlamentarios, va en ascenso la cultura de la
participación, pero en ocasiones no hay correcta definición de la
intencionalidad de los controles populares, y en otras falla el
trabajo en el sistema del Poder Popular, pues las deficiencias
detectadas por los vecinos no reciben atención y respuestas ágiles por
parte de las administraciones, los consejos de la administración e,
incluso, resulta insuficiente la exigencia de las direcciones de las
Asambleas Municipales.