En tu comunidad

No hay espacio para las drogas

LOURDES PÉREZ NAVARRO
lourdes.p@granma.cip.cu

En diciembre de 1987 la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió conmemorar el 26 de junio de cada año el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, como muestra de la voluntad de los estados miembros de crear una sociedad internacional libre de drogas.

Familia y comunidad son factores primordiales en la rehabilitación del individuo adicto, afirma el doctor Alejandro García.

Sin embargo, casi dos décadas después el mundo se inclina en otra dirección: las producciones de cocaína alcanzan las 910 toneladas anuales, las de marihuana las 45 000; cerca de 200 millones de personas consumen drogas ilícitas, tanto naturales como sintéticas; estas últimas se difunden con rapidez espeluznante por territorios donde antes eran desconocidas.

Para la fecha, y bajo el eslogan "¿Controlan las drogas tu vida? Tu vida. Tu comunidad. No hay espacio para las drogas", la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) lanzó su campaña. Este año el tema está centrado en el abuso de drogas; mientras, el de la producción y el cultivo quedó reservado para el 2008 y el tráfico ilícito para el 2009.

Con ello buscan sensibilizar a la opinión pública acerca del problema de la droga, el cual disputa a la pobreza, a las guerras y a las enfermedades una posición cimera entre los flagelos del planeta. Lograr eficacia en su solución depende del actuar responsable de los gobiernos y de la voluntad real de estos de alcanzar sin dobles raseros, posiciones simplistas ni posturas hipócritas, los propósitos que promulgan.

Consciente de los peligros que entrañan el tráfico y el consumo indebido de drogas, Cuba ha mantenido desde siempre una férrea voluntad política en su lucha contra estas manifestaciones y ha encaminado sus esfuerzos a no permitir el uso del territorio nacional para actividades de narcotráfico, no servir de refugio a prófugos de la justicia de otras naciones, evitar que las problemáticas actuales se conviertan en una amenaza para nuestra Seguridad Nacional y a promover la colaboración internacional, para lo cual asigna los recursos necesarios.

Como resultado de esto nuestro país puede hoy afirmar que no es productor de drogas, territorio de tránsito o donde se almacenen estupefacientes, ni nación alta consumidora de tales sustancias.

Nada es improvisado. Se trata de una política del Estado sustentada, internacionalmente, en la firma de numerosos acuerdos de cooperación, memorandos de entendimiento, convenios de asistencia jurídica y en la participación en convenios y convenciones sobre la materia. En lo interno, tiene como base el Plan maestro para la lucha contra el tráfico ilícito de drogas (1993) y el Programa nacional integral de prevención al uso indebido de drogas de la República de Cuba, aprobado en 1999.

Tal estrategia, que involucra a diversos ministerios, promueve el desarrollo de estilos de vida saludables en la población, desarrolla la divulgación y consejería orientadas a prevenir el consumo, fortalece la capacitación del personal y cuenta con una vasta red asistencial en todos los niveles de salud. Al mismo tiempo, controla y previene el desvío de medicamentos y estimula la desintoxicación, la reinserción social, laboral y familiar de los adictos, propósito en el que nuestras organizaciones de masas en las comunidades desempeñan un papel protagónico.

Estas acciones son asimiladas de manera positiva por la población, la que junto al gobierno forman un solo bastión con diversas manifestaciones: desde la ejecución de ejercicios de vigilancia popular en nuestras costas hasta la realización de barrio-debates.

Drogas y comunidad

Para el doctor Alejandro García Galcerán, máster en Psiquiatría Social, la preocupación de la ONUDD, sintetizada en el eslogan de su campaña, tiene una base bien fundamentada. La droga, dice, es un fenómeno muy complejo.

Se ha demostrado a nivel internacional, precisa, que de no tomarse medidas drásticas con respecto a la venta y tráfico ilegal, y al consumo de estupefacientes, tales manifestaciones acarrearán a muchos países graves problemas internos, de tipo político, de violencia y desestabilización social.

Desgraciadamente, afirma, hay territorios completos donde las drogas son consumidas habitualmente, convirtiéndose en un flagelo que trae aparejados disímiles trastornos físicos, psicológicos y sociales.

El individuo adicto no solo se hace daño a sí mismo, genera serios problemas de convivencia social, violencia intrafamiliar y en la comunidad. Por eso hay que combatir la droga todo el tiempo; su consumo no puede ser nunca una opción.

Con su vasta experiencia como director del Centro Comunitario de Salud Mental del municipio de Centro Habana, en la capital, García Galcerán hace énfasis en la prevención. Esta, explica, parte de una estrategia nacional que incluye la capacitación constante del personal de Salud, Educación (a todos los niveles), de los ministerios del Interior, Justicia, Cultura y Turismo, organizaciones de masas y de todos los que de una manera u otra se relacionan con esta problemática.

En todo el país el lenguaje utilizado al abordar el tema de las adicciones es el mismo, se conoce bien cómo llevar cada paso del proceso. Ejemplo de ello es la relación directa de los equipos de Salud Mental con los factores de la comunidad para lograr el trabajo preventivo, promocional y de rehabilitación en las áreas: promovemos acciones de salud, realizamos charlas en centros educacionales y barrio-debates con cada familia, con cada persona.

A esto, agrega, se une la labor de pesquisaje. Tratamos de detectar al enfermo y ofrecerle tratamiento a fin de lograr su reinserción social. Para lograrlo recabamos mucho de la colaboración de la familia y del área donde reside.

Para nosotros, además de la prevención, el trabajo clave es con adolescentes y jóvenes, por ser el grupo de riesgo más vulnerable. Internacionalmente la mayoría de los consumidores empiezan a hacerlo en edades tempranas, por diferentes factores, entre ellos: desconocimiento, curiosidad, porque en esa etapa se es más rebelde y se quieren probar cosas, por embullo del grupo, inseguridad o necesidad de comunicación.

Llama la atención, subraya el especialista, que la mayoría de estos muchachos no quieren ser adictos, pero ahí hay un problema. Piensan que es una situación pasajera o temporal, pero desgraciadamente no tienen en cuenta los factores biológicos y los predisponentes. Hay quienes con poco consumo pueden convertirse en adictos.

La droga provoca en quien la ingiere una tendencia a aumentar la cantidad para sentir los mismos efectos (fenómeno conocido como Tolerancia). Paulatinamente esto provoca trastornos en los neurotransmisores y en niveles biológico-corporales que conducen al peor inconveniente de la droga: la dependencia, la cual se traduce en esclavitud.

Como especialistas de los centros comunitarios de Salud Mental, instituidos a lo largo del país, es muy importante para nosotros que el individuo que necesite ayuda se sienta acogido y tenga confianza en el grupo médico que lo va a atender. Popularmente se tiende a ver al drogadicto como un delincuente, marginal o antisocial, y en la mayoría de los casos no es así. Muchos tienen grandes posibilidades de rehabilitarse y si no hay confiabilidad en las instituciones médicas esto no se logra.

—¿Considera que han ganado la confianza de la comunidad?

Pienso que sí. En sentido general la población se siente cómoda al contar con este grupo de profesionales en su comunidad y acuden sin reservas a nuestros centros de Salud Mental. Saben que estamos aquí, que tenemos las puertas abiertas.

El consumidor a veces siente temor de acercarse en busca de ayuda, pero lo hacen sus familiares, sus amigos, los factores de la cuadra, y eso nos permite detectar los casos, aproximarnos a ellos y auxiliarlos. Pero, por supuesto, para que una persona tenga un tratamiento de rehabilitación realmente efectivo tiene que tener, ante todo, voluntad de hacerlo.

Hoy día son más las personas que acuden de manera espontánea o acompañados de familiares en busca de asistencia médica; ese es un logro significativo.

La posición de la familia y la sociedad cubana es antidroga, y eso ayuda mucho en este trabajo esencialmente comunitario.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir