El repaso mental de Miguel Ángel es pura ficción. De cualquier modo
está consciente que es necesario estar bien preparado para esa
circunstancia excepcional. Precisamente por ello el entrenamiento es
bien duro. Lo refleja el rostro y la apariencia de los jóvenes que se
preparan en el Centro Especializado de Francotiradores del Ejército
Central. Son muchachos listos, con habilidades muy especiales y bien
preparados, que incluso pueden dar en el blanco desde bien lejos.
De esa realidad da fe el subteniente Elvis Fundora, instructor de
francotiradores en dicho centro. "El trabajo en esta especialidad
entraña una actividad combativa peligrosa, tensa y físicamente tenaz.
Uno de los retos, reconoce, es que el soldado sepa esperar el momento
adecuado; sin duda, hay que estar dotado de una paciencia
sobrehumana".
—¿Dónde habría que buscar las mejores virtudes de un francotirador?
"Tener una excelente constitución física, contar con buenos
reflejos, tolerancia a las condiciones climatológicas y rapidez de
reacción y de movimientos. Este tipo de combatiente debe soportar los
rigores de un combate férreo, a veces en situaciones extremas.
"Como es lógico, ser un excelente tirador, conocer las más variadas
correcciones para influir en la trayectoria del proyectil, tener
dominio de las municiones, miras ópticas, fusil, instrumentos de
observación, medición y orientación. Ser, además, un experto en la
observación del campo de batalla y la estimación de las distancias,
así como dominar las características del enemigo y de sus
francotiradores."
—Hace falta mucho tiempo para lograr cierta destreza?
El tiempo de duración para la formación y actualización se realiza
en centros de preparación especializados y luego continúan su
entrenamiento en sus respectivas unidades. Los reservistas y
milicianos, por su parte, actualizan conocimientos y habilidades
sistemáticamente en concentrados.
—Por lo visto, se le concede importancia. ¿Cómo explicarías esta
particularidad?
"En las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) le dedicamos especial
atención a la preparación de los francotiradores. Han llegado a
convertirse en factor imprescindible para el aniquilamiento de
objetivos importantes. Su presencia infunde temor e influye en las
decisiones del enemigo."
Precisa que tomando en cuenta dichas exigencias, los programas de
preparación de los francotiradores en el territorio del Ejército
Central se cumplen rigurosamente, con exigencia y sistematicidad.
Ya en el terreno, hay que pedirle muy poco a la imaginación. No hay
señal que delate la posición de los emboscados mientras avanzamos por
territorio llano del Ejército Central. Es difícil localizar su
existencia estando apenas a unos pasos de su escondrijo. Por eso
quizás son de los más temidos en una guerra.
A un ademán del oficial que nos acompaña, el soldado de la reserva
Lázaro Limonta anuncia su presencia de manera sorpresiva desde un
aparente fardo de tierra, y responde solícito a la curiosidad del
reportero.
"Aunque solemos trabajar en pareja, el desafío mayor es la soledad.
Nada debe entorpecer a un francotirador. La menor distracción puede
ser fatal. Otro reto es el viento. Hay que tener vista muy clara, de
águila. La brisa más ligera, sin corregir, puede arruinar el tiro.
—Al parecer, nadie escapa a un francotirador. ¿Sucede acaso
exclusivamente en las películas?
"En realidad es casi imposible ignorarlos. Ni la distancia ni los
chalecos antibalas son obstáculos para el francotirador. Somos jóvenes
entrenados para abrir fuego certero contra quienes invadan el suelo
patrio, y capaces de neutralizarlos con la precisión de un cirujano."