"Se nos vende la idea del laboratorio en nuestro vecindario porque
este proveerá trabajo a las familias. El trabajo en realidad no es
para nosotros sino para los investigadores de alto nivel que se
movilizarán hasta aquí", afirma la trabajadora social de origen
puertorriqueño Carmen Nazario, residente de Villa Victoria, la
comunidad de inmigrantes latinoamericanos donde se erige el proyecto.
En poco más de un kilómetro a la redonda residen unas 50 000
personas. La ciudad, situada en el noreste de Estados Unidos, tiene
más de 600 000 habitantes.
Nazario es una de los litigantes contra el gobierno federal y la
Universidad, acusados de violar la ley nacional de política ambiental
por "no haber examinado todos los posibles riesgos y efectos para la
salud de las comunidades" que podría entrañar el laboratorio.
La demanda original se introdujo en mayo del 2005. A raíz de ella,
la justicia pidió nuevos estudios de impacto ambiental y sanitario,
que debieron entregarse el mes pasado para someterlos a consideración
pública, pero están demorados.
El proceso será acogido en última instancia por la Corte Suprema de
Justicia del estado de Massachussets, del que Boston es capital, a
cargo de fallar si debe completarse o no la construcción.
Para la Universidad de Boston, que obtuvo 128 millones de dólares
de los Institutos Nacionales de Salud en el 2003 y debe aportar otros
50 millones a fin de completar la construcción, es imperativo el
inicio de una investigación médica sobre agentes patógenos y la
respuesta humana inmune a ellos.
"La financiación se basó en la convicción de que Estados Unidos
necesitaba más BSL-4 para afrontar la guerra global contra el
terrorismo", dijo en una conferencia el 5 de este mes el profesor de
salud y derecho de la Universidad de Boston, George Annas, una de las
voces que desde dentro de esa casa de estudios se oponen al proyecto.
"La construcción de más laboratorios dedicados al bioterrorismo
exagera su necesidad y genera tanto o más peligro para la comunidad",
puntualizó Annas, autor del libro "American Bioethics: Crossing Human
Rights and Health Law Boundaries" (Bioética estadounidense:
Cruzando las fronteras de los derechos humanos y la ley sanitaria).
Según normas nacionales e internacionales, el nivel cuatro de
bioseguridad es para confinar cinco tipos de agentes biológicos: los
causantes de fiebre hemorrágica, de encefalitis por picadura de
garrapata, el virus hendra, el hantavirus y ciertos herpesvirus, y
para realizar actividades como producción o concentración, afirma el
director del laboratorio de Microbiología de la Rutgers University,
Richard Ebright.
"Fuera del contexto de una guerra biológica, la mayoría de esos
agentes no constituyen riesgos para la salud pública" de este país,
agregó en una entrevista.
Según la página web del Instituto Nacional de Alergia y
Enfermedades Infecciosas, el BSL-4 se dedicará al desarrollo de
vacunas, medicinas y pruebas diagnósticas para proteger a la
población.
"La investigación para encontrar vacunas y curas para el
surgimiento y resurgimiento de enfermedades infecciosas es importante
para la salud pública", dijo en respuesta a un cuestionario por correo
electrónico la portavoz de la Universidad de Boston, Ellen Berlin.
Pero estas afirmaciones no reducen la desconfianza de líderes como
Nazario. "Si el gobierno está tan preocupado por nuestra salud y
quiere invertir en ello, no es necesaria una estructura tan grande y
compleja", dijo.
Los laboratorios de nivel 3 y 4 de bioseguridad son los de mayor
confinamiento. Suponen características especiales de diseño, como
ventanas selladas y sistemas de ventilación ajustados, para evitar la
transmisión por vía aérea.
Ya existen cuatro BSL-4 en este país y se espera que a finales de
la década entren en operación otros cinco, incluyendo el de Boston,
como parte de la estrategia del Departamento (ministerio) de Seguridad
Interna para mejorar las defensas contra el terrorismo biológico.
El presupuesto para estos fines incluye 4 500 millones de dólares
para el 2008. Según el no gubernamental Consejo para una Genética
Responsable, con sede en la cercana ciudad de Cambridge, desde el 2000
hasta el 2005 los recursos anuales para este tipo de defensa
aumentaron más de seis veces.
La interacción de acciones de salud y de defensa preocupa a un
vasto sector de la comunidad científica y a algunos políticos locales
que no ven en ella un esfuerzo fundamental en la búsqueda de curas a
enfermedades infecciosas o ambientales graves.
"El problema con laboratorios como estos es que se concentran en
agentes que con poca probabilidad aflijan a la gente (por ejemplo el
ántrax) y usan recursos escasos que podrían destinarse a verdaderas
amenazas de enfermedades que emergen constantemente", dijo
entrevistado para este artículo el profesor de salud ambiental David
Ozonoff, de la Universidad de Boston.
Karen Slater, técnica del departamento de Anatomía y Neurobiología
de la Universidad donde se estudia la relación entre los problemas del
cerebro y la presión arterial, lamenta que "en vez de dirigir fondos a
investigación básica como la nuestra, esos dineros van al Departamento
de Seguridad Interna".
Por otro lado, la proliferación de BSL-4 puede tener otras
repercusiones de seguridad.
"Al investigar una nueva generación de agentes patógenos, nos
veremos envueltos en una carrera armamentista con nosotros mismos",
arguyó Ebright.
Ya que ningún país tiene capacidad para desarrollar estos agentes,
"potencialmente podríamos estar armando a nuestros adversarios",
advirtió el científico.
La colaboración de la salud y la defensa "para conseguir curas
imposibles" preocupa a Félix Arroyo, único latino en el Concejo
Municipal de Boston en representación de habitantes de barrios como
Villa Victoria.
Arroyo fue uno de los que marcharon el 6 de este mes para protestar
contra el laboratorio, en el marco del encuentro Bio Justice 2007,
celebrado entre el 4 y el 7 de mayo. Además, propuso al Concejo votar
una ordenanza para prohibir la instalación de BSL-4 en el área de
Boston, siguiendo el ejemplo de ciudades como Cambridge y Somerville.
"Es un acto de injusticia ambiental la instalación de ese
laboratorio en medio de un área tan densamente poblada, teniendo
Estados Unidos tanto territorio desierto", dijo. (IPS/IFEJ )