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Cuando la música se hizo imagen
PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu
Días atrás, cuando entrevisté a Leo Brouwer para el documental que
Ciro Benemelis concibió y encargó a Léster Hamlet, de modo que
Cubadisco contara con el testimonio de un hombre imprescindible para
el cine y la música en nuestro país, el gran compositor, director y
guitarrista sugirió leer la cinematografía insular del último medio
siglo como una banda sonora asumida por numerosos instrumentistas:
autores y cineastas, actores y sonidistas, guionistas y archiveros
—confesó que le gustaría pedirle un autógrafo a José Galiño, el
curador de las grabaciones musicales en el ICAIC—, fotógrafos y
editores —"ahí está Nelson Rodríguez, a quien le escribí en una pared:
editar es componer, componer es editar—, y, claro está, un hombre al
frente de la orquesta: Alfredo Guevara, quien desde el mismo instante
de la fundación de la nueva cinematografía tuvo conciencia del papel
de la música en su concepción.
Silvio
entregó a Guevara el Premio de Honor Cubadisco.
Por esa lucidez, que lo llevó una vez a convocar a los mejores
compositores para que trabajaran en las películas cubanas y otra a
favorecer en tiempos difíciles la creación del Grupo de
Experimentación Sonora, Guevara recibió el Premio de Honor Cubadisco,
distinción que también fue conferida al ICAIC, en la persona de su
actual presidente, el poeta y narrador Omar González.
Los vínculos de la música y el cine ocuparon ayer parte de la
jornada inicial del Coloquio Internacional Cubadisco 2007, que se
efectúa en el Salón de la Solidaridad del hotel Habana Libre, al ser
homenajeado de manera especial Leo Brouwer, quien a lo largo de casi
cincuenta años ha compuesto excelentes temas para películas. Allí,
arropado por Guevara, los trovadores Silvio Rodríguez y Eduardo Ramos,
Benemelis recordó que la fama de Leo no ha sido "ganada con
concesiones, oportunismos, simulaciones, ni por obra y gracia del
comercio y la publicidad, sino por el rigor y el talento".
Uno de los mejores regalos recibidos por Leo corrió por cuenta del
poeta Alexis Díaz Pimienta, que desbordó su ingenio improvisatorio en
un caudal de imágenes.
REPENTISMO VENEZOLANO
Momentos antes Díaz Pimienta había unido su voz a la de los
repentistas margariteños Eduardo da Silva y Maximiliano Vilarroel, en
un toma y daca entre el punto occidental cubano y el galerón.
Los investigadores, en sesión conducida por las musicólogas Laura
Vilar y Alicia Valdés, disfrutaron del arte de un maestro de la
bandola oriental, Beto Valderrama, notable por su entrega a la
conservación de las tradiciones populares de origen rural en el Este
de esa nación.
Sumamente interesante resultó la exposición de la licenciada Silvia
Díaz Alvarado, presidenta del Instituto de las Artes Escénicas y
Musicales del Ministerio de Cultura de Venezuela, por cuanto permitió
visualizar las líneas estratégicas de su organismo en aras de
garantizar la protección a los creadores en todo el país, favorecer
programas de formación y estabilizar un sistema de festivales y
eventos. |
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