Este
viernes, el vicepresidente norteamericano, Richard Cheney, enviado por
Bush a la región del Golfo para reiterar la "decisión" de no permitir
el desarrollo nuclear de Irán, subió a bordo del portaaviones USS John
C. Stennis, anclado a 240 kilómetros de tierra iraní, para amenazar a
la nación persa.
Hace exactamente cuatro años, también desde un portaaviones, el
presidente George W.Bush apareció frente a las cámaras de televisión
para dar por "terminada" la guerra en Iraq.
Después de aquel "desliz", y hasta el día de hoy, más de 3 000
militares yankis han perdido sus vidas y otros 14 000 resultaron
heridos en la nación árabe ocupada.
Esta vez Cheney lanzó el alarido en la cubierta de una de las
grandes naves de guerra dislocadas en aguas del Golfo, portadora de 80
aviones y otros medios, y acompañado de marines y oficiales
movilizados hace varias semanas.
Previo a este amenazante colofón, el Vicepresidente había estado en
Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos, dentro de su gira por Oriente
Medio, que le llevó, primero a Iraq, y a partir de hoy a Arabia
Saudita, Egipto y Jordania.
Como para que no hubiese duda sobre el objetivo del periplo, el
propio W. Bush afirmó que tenía por misión "reforzar el frente contra
Irán".
Más preciso aún, el mandatario dio a Cheney la tarea de aplicar su
estrategia, que "consiste en convencer a otros" países de que se unan
a Estados Unidos sobre la cuestión iraní.
No por casualidad, el Vicepresidente insistió en que "con los dos
grupos de ataque que tenemos en el Golfo, estamos mandando mensajes
serios a nuestros amigos y adversarios... ".